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lunes, 29 de abril de 2013

POLÍTICAS ANALES..



"El culo es el gran lugar de la injuria, del insulto. Como vemos en muchas expresiones cotidianas, la penetración anal como sujeto pasivo está en el centro del discurso social como lo horrible, lo malo, lo peor. Pero en la actualidad existen culturas que se han reapropiado de ese lugar abyecto y han sabido convertirlo en un lugar productivo y positivo.




ANALOGÍAS

(...)Su historia, sus valores, de cómo lo anal organiza los géneros y las sexualidades, y de cómo está atravesado por criterios de raza, de clase y de poder. Desde la compleja sexualidad anal en la Grecia Antigua hasta la crisis del sida, pasando por las cárceles, el bareback, Freud, las lesbianas butch, los sodomitas, Luis Aragonés, el fist fucking o los osos, este libro traza la genealogía de uno de los espacios menos explorados por la teoría, pero más transitados por la práctica: el espacio anal."


       El sexo anal es un placer que nos está prohibido a todas las personas. Es sucio, indecente, doloroso, homosexual, y poco divertido. De puertas para fuera ya nos lo sabemos, pero en la cama es otra historia:
es el tabú que se rompe con mayor facilidad (y a mayor excitación).
     Somos penetrables / no penetrables; asociando, por su puesto, las mujeres a las que son penetradas. 
Lo femenino, y en todo caso lo poco masculino, siempre es despreciable: a través del rechazo de esta práctica se perpetúa la repulsa de las mujeres y los valores machistas. Ser penetrable es ser sumiso, vulnerable, degradante y estar al servicio del penetrador, así entiendo el rechazo de los machos por abrir su agujero. 



Cuando defiendo el uso de los dildos, defiendo la empoderación de las mujeres a ser sujetos penetradores, a vivir ese papel y a quitar presiones y responsabilidades .


QUE TE DEN POR CULO


     Aunque sea una frase que se use como uno de los peores insultos del mundo, puede ser un auténtico placer si se sabe cómo hacerlo. El sexo anal es uno de los mayores tabúes en el sexo (fuera del mundo gay) y, sin embargo, cosecha grandes adeptos entre los y las heterosexuales y las lesbianas. ¿Por qué, entonces, está tan silenciado?

La idea del ano como una cavidad oscura y sucia, promulgada en gran parte por sectores conservadores de la sociedad, está sumamente extendida.

Unido al hecho de que es la parte por la que se defeca, no invita a priori a explorarlo. Es fácil ponerse en el pellejo de quien opina así, es un lugar que puede albergar suciedad, ser doloroso y nada placentero. Pero os invito, por un momento, a abrir vuestra mente y plantearos por un momento: “igual podría estar bien”.     Tanto si ya eres una experta, como si nunca jamás te lo has planteado, hay algunos consejos que es conveniente tener en cuenta a la hora de practicar sexo anal de una manera segura y placentera.
     En primer lugar, hay que querer probarlo. No os sintáis presionadas por vuestra pareja, la sociedad, o vosotras mismas. Si se está tensa y nerviosa, ten por seguro que va a doler. Es una decisión que tienes que tomar por ti misma, y después en pareja. Debe haber una buena comunicación para poder iniciarse.



A mi novia le gustaba mucho el tema del sexo anal, ya lo había practicado antes. A mi me ponía nerviosa, no quería intentarlo. Un día me convenció y lo probamos y me encantó. Creo que es importante que se haga con confianza y que la otra persona no te obligue, sino que te convenza de una forma sensual” (Alba, 39).

     En segundo lugar, ¡relájate! El ano es un músculo que con la tensión se contrae, impidiendo cualquier tipo de penetración. El músculo pubococcígeo (musculatura que rodea tanto la vagina como el ano) necesita de la relajación para expandirse. Tú misma puedes contraer y relajar ese músculo en cualquier ocasión (en casa, en el tren) para controlarlo mejor en el momento de la relación (si no sabes cuál es, cuando estés miccionando, corta la orina). Para practicar sexo anal, además, tienes que dedicarle tiempo a la relación sexual, añadir mucho juego previo, caricias, besos, etc. Tu pareja incluso puede masajearte los glúteos para una mayor relajación.


     El siguiente paso sería estimular la zona anal con el dedo o con la lengua (según los gustos de cada una) para ir relajándola.

A mi me pierde el sexo anal. Cuando una chica me gusta me encanta sentir su lengua en mi ano y viceversa. Pero aún hay gente muy cerrada con este tema y que ni siquiera quiere intentarlo” (Magdalena, 28).

     Cuando lo creamos conveniente, usaremos lubricante en el dedo y lo introduciremos lentamente (si no estás segura, sé tú la que guíe a tu pareja; recuerda, la comunicación lo es todo). Las uñas deben estar bien cortadas y limpias para una mayor seguridad; si usas un guante de látex puedes evitar el riesgo de una pequeña herida y de la suciedad. Si vemos que todo va bien, podemos continuar con otro dedo, untado también en lubricante. Si queremos seguir, podemos utilizar algún juguete de un tamaño pequeño, y podremos ir aumentando su tamaño según lo demande la persona. Finalmente, podréis llegar a usar un arnés o un juguete más grande, según lo que os guste. Es muy aconsejable usar preservativo en cualquier juguete, será mucho más fácil limpiarlo y evitaremos posibles infecciones. Y, si alguna lo prueba con un hombre, siempre preservativo. Cero tolerancia en este aspecto.
     Aunque parezca muy sencillo y rápido, no debe ser así. Puede que en la primera sesión sólo consigáis un dedo, y estará genial. Lo importante es no forzarse a nada, ni obtener dolor. El objetivo es obtener placer, no importa cuánto tiempo le tengas que invertir.

Asimismo, los consejos que nunca deberás olvidar son:




-La higiene es un don que hay que cultivarlo. Por favor, tanto para practicar sexo anal como cualquier práctica sexual, la higiene es la clave.

-El lubricante es tu amigo, no escatimes nunca con él (si comienza a secarse, echad más o empezará a doler).

-La paciencia es una virtud, 
practícala. Ve despacio en todo momento y avanza sólo si estás segura de que no te dolerá. Ante cualquier signo de dolor, para.

-Si se fuerza, se producirán microfisuras que resultan dolorosas y que pueden ser foco de infecciones.

-Nunca, jamás, en tu vida, después de introducir algo en el ano lo hagas en la vagina sin antes lavarlo correctamente. La cavidad anal contiene heces (en ocasiones podéis encontrar algún resto al sacar un juguete) y bacterias. Son extremadamente infecciosas si se meten en la vagina.

-Por supuesto, si alguna de las dos personas tiene una ITS (infección de transmisión sexual), habrá que extremar las precauciones (preservativos, guantes de látex, etc.). Si tenéis alguna duda, hay muchas asociaciones que pueden solventarlas.

       Las sensaciones que produce el sexo anal son diferentes de las que proporciona la vagina o el clítoris. Si se practica bien, puede ser muy placentero para algunas personas. Recuerda relajarte y lubricar bien la zona y podrás disfrutar de una experiencia única. Si, pese a todo, no te ha convencido, hay multitud de prácticas sexuales que pueden enriquecer tu vida sexual. Simplemente, no te limites por cuestión de mitos y tabúes.

Y si te has decidido, pues ¡que te den por culo y que te guste!
Aida Castaño y  J. Sáez
Textos extraídos de:Mirales , Acidademente

domingo, 28 de abril de 2013

NO SOLO ES UN CORTE DE PELO


June Fernández habla del proceso de desmarcarse de la feminidad normativa, al hilo de su decisión de raparse el pelo


      

Oscar Acuña, el Gallo, documentó mi rapada



     Cuando decidimos escribir sobre transgresiones y empecé a pensar en qué contar, no se me ocurría otra cosa que el hecho de haberme rapado el pelo hace unas semanas. Me costaba decidirme, porque al fin y al cabo cortarse el pelo no es una gran transgresión. Pero bueno, tal vez sí lo sea, después de ver las reacciones que suscita, tanto en mí como en las personas que me rodean.

     No fui una niña masculina ni mucho menos. Me encantaban las Barbies, me daban miedo los balones, reclamaba vestidos y me encantaba probarme los tacones y pintalabios de mi abuela y mi tía (es que mi madre era más andrógina en esa época). De adolescente me uniformaba con pantalón vaquero y sudadera, pero era más por pasar desapercibida, porque siempre me he sentido cómoda con minifalda y tacones, y siempre me ha chiflado el ritual de maquillarme. Hubo épocas en las que mis ojos me parecían sosos si no me pintaba la raya, que no me sentía estilizada sin tacones y que me sentía plana si no usaba sujetador con relleno. Y cuando lo usaba, me daba apuro que el noviete de turno me lo quitase y descubriera el tamaño real de mis tetas.

     Cuando me asumí como feminista pude observar qué elementos de esa feminidad normativa eran imposiciones que me limitaban, y fui eligiendo utilizarlos sólo cuando me apetecía. Empecé a prescindir del sujetador cada vez más, a pintarme sólo cuando me apetecía el ritual, a ponerme tacones sólo para ir a bailar salsa. La idea era no depender de ningún artificio de la feminidad normativa para verme guapa y estar a gusto en mi cuerpo. Lo de cortarme cada vez más el pelo creo que no fue tan deliberado, es que es adictivo.

      También me di cuenta de cómo usaba la coquetería y el estilo de seducción femenina a la hora de relacionarme con otras personas, especialmente con los hombres hetero, pero también con algunas lesbianas. No me faltaron relaciones y ligues, pero durante mucho tiempo me pesó que con la mayoría de mis amigos, les desease o no, siempre hubiera cierta tensión sexual que enrarecía la amistad. Me jodía sentirme sexualizada en contextos masculinos, pero al mismo tiempo era yo la que proyectaba esa energía, porque buscaba verme atractiva en sus ojos. Yo me justificaba diciendo que me encanta tontear, lo cuál es verdad, pero esto es como el maquillaje y los tacones: tontear mola, si una lo hace cuando le apetece, con quien le apetece y sin necesitarlo para quererse.

     En definitiva, tanto la feminidad como la masculinidad normativas tienen mucho de pose. Vaya, tanto la barbie como el machitode gimnasio son pura pose. Con la teoría queer aprendí lo que era la performatividad de género. Al hacer de drag king experimenté que cuando era más yo no era con bigote y paquete, sino en ese momento en el que me los he quitado y todavía no me he vuelto a poner el disfraz de señorita que me ponía casi a diario (y no hablo de la ropa y los complementos, sino de la forma de sentarme, de gesticular, de sonreír…)

    En los últimos meses, coincidiendo con que me salí de la heteronorma (que decidí y sentí que sólo quería acostarme y emparejarme con mujeres, vaya), fui experimentando algunos cambios frente a todo eso de construirme desde la feminidad normativa y para la mirada masculina hetero. Son cambios prácticamente imperceptibles, que yo notaba en mi lenguaje corporal, en cómo me comunico y me relaciono, en cómo vivo la sexualidad.

     Estando en Nicaragua pensé que raparme el pelo sería como marcar un punto de inflexión simbólico, decirme y decir que paso de la feminidad normativa y del pensamiento heterosexual, que quiero dejar de preocuparme por resultar bonita. Me preguntaba una amiga si también era por ligar más con las tías. Bueno, pues esa no era la idea, aunque dejar de que me tomen por hetero es un punto a favor. Y la otra cara de la moneda es pasar del passing: si ahora los lesbófobos me toman por bollera, pues es que lo soy.

     En esas andaba cuando conocí a la feminista nica Oralia González, que recientemente se había rapado el pelo al uno y contó sus motivos en un post con el que me identifiqué mucho. Sobre todo en eso de confrontar el miedo a estar fea y que la gente te vea fea. Luego pasé unos días en los que me sentía insegura y vulnerable, así que abandoné la idea, porque no me parecía el mejor momento para poner a prueba mi autoestima. Decidí cortármelo cortito, pero sin rapar. Me fui a la peluquería, expliqué a la peluquera cómo lo quería, mostrándole fotos, pero ella se resistía. Me sentí fatal, necesitaba un cambio, aunque no fuera tan drástico que pasarme la maquinilla, y la peluquera se dedicaba a cortarme las puntas. Se lo expliqué a punto de llorar. “¡Pero es que si corto más se va a ver rara!”, me decía. “¡Pero es que esa era la idea! ¡Quería un cambio!” Agarró unas tijeras extrañas y me desplumó por detrás sin criterio, de forma que tenía la misma pinta de siempre pero parecía que me hubieran cortado el pelo a mordiscos.

     Al día siguiente me miraba al espejo y se me saltaban las lágrimas (ya digo que andaba yo revuelta), me sentía super frustrada y rabiosa, porque es evidente que si fuera un chico no le hubiera dado ningún reparo atender mi petición y cortarme el pelo como quería. Mi amigo el Gallo iba a la barbería a raparse, y me dijo que le acompañara, que le mirara y luego decidiera. Pensé que prefería arriesgarme a verme fea que quedarme con esa sensación amarga de impotencia. Al cuatro, que tampoco me sentía preparada para quedarme calva.
   

Recién salida de la barbería y pillándole el gusto./ Oscar Acuña

     Al principio me sentía como salida de un campo de concentración, pero en seguida me empecé a ver bien. Y sobre todo me sentía bien. Eso me dijo el Gallo, que más que cómo se me veía por fuera, la cosa era que se me notaba cómo me sentía por dentro.

     Los cientos de ‘me gusta’ en el Facebook dan la medida de que no soy la única para la que ese gesto significa algo. También fue muy significativo ver que en mi familia sólo reaccionaron mal al cambio algunas mujeres. Los hombres o elogiaron el corte o se lo tomaron con humor, sin darle más vueltas. Ahí caí en la cuenta que en mi familia, como en la mayoría, son las mujeres las que han ejercido el marcaje de la feminidad. Han sido ellas las que me han dedicado comentarios dignos de enmarcar como: “deberías hacerte unas mechitas rubias para suavizar los rasgos”, “una mujer nunca debe salir a la calle sin sujetador, nunca” o “¿pero cómo no te echas maquillaje para hidratar la piel un poco?”.

     Respecto a mí, pues estoy encantada con mi nuevo pelo. Me da igual no estar glamurosa, tener pinta de ‘muchachito’ (una tía abuela dixit, aunque agregó, no sé si por ser amable, que no es que tenga nada de malo). Una amiga me dijo que por qué no me echo gomina para que tenga otro aire, más sofisticado. Es que esa es la cuestión, lo que mola de mi pelo cepillo es no preocuparme por parecer sofisticada.

     Puede parecer una chorrada, pero el corte ha reforzado ese proceso de deconstrucción del que os hablaba. Claro, hay chicas a las que, por haber vivido de otra forma la feminidad, no les cuesta nada raparse, como no les cuesta viajar solas, o superar tantas otras limitaciones de género. A menudo esas chicas no entienden la importancia del feminismo, no lo necesitan para vivir como quieren y sentirse libres. Otras son feministas, pero lo que cuento les suena a chino, a preocupaciones extrañas de femmes.

     Cuando hablo de este tipo de cosas en mi blog o en el Facebook, de mi cuerpo, del dilema de la depilación, del sujetador, de lo grave que es haber interiorizado que la vulva huele mal, siempre hay algún tío que me sale con que eso son preocupaciones frívolas de burguesa del primer mundo. Como si fueran ellos -y no nosotras, las feministas de aquí y de allá- los que se dedican a luchar por la igualdad salarial, denunciar la violencia machista, o la feminización de la pobreza, entre otros temas ‘serios’.


Las feministas hablamos de pelos, olores y flujos sin complejos, porque bien sabemos que lo personal es político y que sólo desde nuestros cuerpos liberados podremos hacer la revolución.




Publicado por June Fernández el 08/03/2013 en P
ikaramagazine

EL GATILLAZO, ¿CÓMO RECARGAR EL ARMA?...





     Estamos frente a un tema espinoso y que afecta tanto al hombre como a la mujer. Porque ellos se flagelan con la idea de que “no están dando la talla” y nosotras con el autoreproche de “¿Qué estoy haciendo mal?”. Y así, se convierte en un pescado que se muerde la cola, y se va cargando la confrontación sexual de tensiones y asociaciones negativas, y cada vez es más complicado superarlo.

¿QUE ES UN GATILLAZO?

Pero antes de ir al centro del asunto, ¿Qué se considera un gatillazo? Pues bien, estamos frente a este amiguito cuando la erección SÍ SUCEDE, pero luego desaparece y el pene se “desinfla”. Estaremos ante un gatillazo y no ante una impotencia cuando estos casos no superen más de la mitad de las veces que haya un encuentro sexual. Por esto también lo llamamos “impotencia situacional”.



      Una erección es un proceso complejo que implica cambios en la musculatura, los nervios y los vasos sanguíneos del pene. Cuando aparece un estímulo sexual, o se fantasea con el sexo, o se inicia cualquier tipo de estimulación erótica, todas estas señales viajan por los nervios que van desde la médula espinal hasta los genitales. En este proceso, la sangre se bombea al pene y los vasos sanguíneos que lo irrigan se dilatan. De este modo, la sangre llena el pene y lo agranda.

     El gatillazo o la pérdida de erección mientras se practica el sexo tiene causas físicas y psicológicas o ambas. Se considera normal cuando aparece de forma aislada y no afecta a más de la mitad de los coitos (sexo con penetración). En términos generales uno de cada tres gatillazos tiene causas físicas y en el 90% de los casos es tratable.

     Las causas físicas más comunes o factores de riesgo importantes son la edad y la bajada de la testosterona. A medida que se avanza en años, puede haber otro tipo de factores como son los circulatorios, los daños vasculares, la hipertensión, las enfermedades neurológicas, la diabetes, los factores de tipo hormonal...

     Alrededor del 40% de los hombres mayores de 40 años sufren algún tipo de disfunción eréctil. A veces, son circunstanciales y no duran mucho y suelen ser más por motivos psicológicos. Si no es así y aparecen con mucha frecuencia, puede ser una señal de disfunción eréctil por otros motivos que convendría revisar.
      
¿PORQUE SUCEDE EL GATILLAZO?



     El gatillazo es un problema muy corriente que afecta a casi todos los hombres alguna vez en su vida. El consumo de tabaco, alcohol, ciertas medicaciones, los nervios, la falta de concentración, el estrés, el cansancio, la rutina sexual e incluso el miedo a un posible embarazo de su pareja, repercuten directamente en la erección.

  El estrés es uno de los factores más importantes. Si el hombre ha estado sometido a mucha presión, o la situación es incómoda, o algo negativo le ronda la cabeza (problemas familiares, de trabajo…). Esto se solucionará obviamente sorteando el problema en cuestión que le atormente o buscando una situación propicia. Pero, ¿Y cuando el problema es físico?

      También puede ser que esté causado por que disminuya la producción de andrógenos, la hormona masculina. En cifras porcentuales, solo una tercera parte de los problemas que causan el gatillazo son físicos, y de esta, hasta un 90% tienen una solución satisfactoria.

Y ahora, para los dos,
¿Qué pasa cuando en medio del acto sexual se produce un gatillazo?


QUE NO CUNDA EL PÁNICO

     Todas las personas, hombres y mujeres, tenemos momentos en que no respondemos sexualmente.

     A nivel psicológico, el miedo al fracaso reflejado en la pérdida de erección supone una estresormás que no ayuda a salvar la situación con naturalidad. Se vive de forma tensa, con culpa o sentimientos de poca valía.

     Cuanto más exigente es el hombre o más cree que debe responder rápidamente o que su pareja demanda la erección para la culminación sexual y de su placer, más presión y más dificultad en alcanzar de nuevo la erección. A veces, la falta de información o la propia cultura y sociedad, puede hacer de un episodio sin importancia una cuestión donde se vulnera la masculinidad del hombre.

      Ante la aparición de un gatillazo, algunos hombres pueden reaccionar con tanta inseguridad que se condicionan cada vez que mantienen relaciones sexuales, entrando en un círculo vicioso del que es complicado salir. El miedo al nuevo fracaso es el que impide la erección, anticipando la dificultad y, al mismo tiempo, creándola.

     Lo que ocurre físicamente es que el cuerpo cuando se siente amenazado -no importa cuál sea la causa- segrega adrenalina (sustancia que genera la contracción vascular) y con ella la pérdida de erección. Así, lo más recomendable es relajarse y disfrutar del camino y sobre todo darle naturalidad.


Puntos importantes a tener en cuenta:

  • El gatillazo es un hecho natural que ocurre a casi todos los hombres alguna vez en su vida.
  • La erección no es constante a lo largo del coito, incluso antes del mismo hay pérdidas de firmeza en la erección, a pesar de estar en una situación muy excitante. Este hecho es completamente natural.
  • La parte importante de la conducta sexual no es la necesidad de mantener la erección para complacer, sino la posibilidad de comunicarnos con la pareja pidiendo aquello que nos gusta, nuestras preferencias y manteniendo la complicidad suficiente y la confianza para decir que hoy no apetece (que no solo le pasa a las mujeres) y, así, el hombre se va a quitar esos estereotipos sociales donde "debe cumplir".
  • Importante la expresión y comunicación de los miedos sexuales o la expresión de las prácticas que no te gustan, sin pensar que si lo cuentas tu masculinidad se verá afectada.
  • La presión por gustar y "quedar bien" con la pareja, genera inseguridad en la práctica sexual.
  • El gatillazo es un problema frecuente y afecta a muchos hombres. Puede generar inseguridad, frustración y temor a la práctica sexual. 
  • La disfunción eréctil, es un problema más grave y probablemente requiera atención médica y sexológica.
  • El mayor estimulante es tu cerebro. Mantente en lo que estás haciendo y saborea cada caricia.


  • Práctica el sexo sin coito (sexo no exigente) hasta que te sientas seguro de nuevo y sé creativo en el placer.

     Tenemos que verlo como algo natural y no como un conflicto que provoque una tensión y la culpabilización, ni de uno, ni de otro. Si la situación se da con nuestra pareja, por parte de nosotras debe de haber comprensión, y por parte de él, saber reírse de uno mismo y no tomarlo como un pecado mortal. Si por el contrario, es con una persona desconocida, chicos, buscad una explicación que no la culpabilice a ella (a no ser que os esté dando con un teaser). Si la mujer merece la pena lo entenderá y no le dará importancia. Así que ya sabéis chicas, sobre todo, COMPRENSIÓN.




   Podeis dejar pasar un rato y volver a intentarlo, siempre que no haya presión ni nerviosismo en el ambiente. Por experiencia propia sé que se puede volver al ring y conseguir un KO perfecto. Y si por lo que sea, no es el momento, habrán más veces. Y seguramente, si se supera una anécdota como esa, serán mejores, por el nivel de confianza.




     Para los hombres, si sois jóvenes y os ocurre a menudo, quizá deberíais plantearos vuestros hábitos de vida, y ver si algo de lo que os metéis en el cuerpo puede estar influyendo. Si con dosis de paciencia y risas no se soluciona, quizá sería sopesable ir a un médico, ya que igual el problema sea físico. Sea como sea, lo más probable es que tenga solución.

No olvidéis que lo principal es disfrutar de una sexualidad SANA y NATURAL.



     Decía Woody Allen que el sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír. Sin embargo, hay veces que la exposición a ese momento puede acarrear más de un problema. Si hablamos de varones, podemos encontrarnos con el temido 'gatillazo'. No se trata de disfunción eréctil, sino de pérdidas de erección transitoria y esporádicas. 



Aunque no es frecuente en jóvenes, lo cierto es que este problema sigue "alborotando" la cabeza de muchos chicos cuando piensan en sexo.

     Las pérdidas de erección en adolescentes y jóvenes, explica Mónica Poblador, psicóloga especialista en sexualidad del Centro Álava Reyes Consultores en Madrid, son bastante normales. "Los estudios nos informan de que aproximadamente el 50% de los hombres ha tenido o tendrá, en algún periodo de su vida, problemas de erección, más o menos transitorios", señala.


Raúl Padilla, por su parte, del centro Psicantropía de Madrid, afirma que hay situaciones que pueden llevar relacionadas una falta de erección, como los trastornos de ansiedad.

Aunque no se puede definir un perfil de personalidad concreto para estos casos, se trata de sujetos muy perfeccionistas. Bastante perfeccionistas, con tendencia a preocuparse excesivamente, muy exigentes consigo mismos y que suelen tener ansiedad en otras facetas de su vida. Los expertos aseguran que las personas con niveles de ansiedad muy elevados suelen experimentar mayores dificultades en sus relaciones sexuales en general.

SOCIALIZACIÓN SEXUAL

     La erección es una respuesta fisiológica automática que ofrece el cuerpo masculino cuando le llegan estímulos eróticos del exterior. Simultáneamente, explica Poblador, el cerebro se activa y produce una interpretación afectivo-sexual de esa situación. A su vez, el hombre pone en marcha todo un cúmulo de expectativas y creencias sobre lo que va a ocurrir en ese momento. "Su foco de atención principal se centra en los estímulos eróticos que ha aprendido que le excitan", concreta esta experta.

     Por tanto, el problema surge cuando se detiene demasiado en pensamientos del tipo: "¿Y si cuando nos quitemos la ropa mi pene no está lo suficientemente rígido?, ¿y si se me baja y no puedo hacerlo bien?, ¿y si se lo dice a sus amigas y se ríen de mí?"... Estos y otros 'y si' no son más que factores amenazantes que unidos a su alto nivel de exigencia y a ese fatídico miedo a 'no dar la talla' hacen que el joven esté en un estado de hipervigilancia que no le deja disfrutar de lo demás.



     Las investigaciones estuvieron siempre muy enfocadas al deseo femenino y en la pretensión de encontrar una píldora para aumentarlo. Parecía que el deseo en el hombre, no existiendo causas médicas significativas, estaba siempre presente, aún en condiciones adversas. "El hombre tiene más deseo que la mujer", "el hombre está siempre preparado para el sexo", son algunos dichos populares que sustentan esta teoría.

Rompamos mitos...


     Son ideas y medios preconcebidos que vienen dados por la sociedad, lo que los expertos llaman "socialización sexual". Como apunta Poblador, es lo que han aprendido los jóvenes sobre el sexo y sobre lo que es "ser un hombre de verdad", como las situaciones que se cuentan en los chistes verdes, las escenas de sexo irreales en las películas, el cine porno, y algunos medios de difusión que siguen mostrando qué es lo que 'vende'.

     Poblador recomienda, de forma contundente, "dejar de centrarse en el cuerpo y los genitales y empezar a disfrutar de lo que está pasando fuera, sustituir el 'me presento a examen', por el 'comparto' y complemento lo que tengo con la persona que tengo delante".

     Además de las ideas que transmite la sociedad, existen otros factores que intervienen en un mayor riesgo de sufrir un gatillazo como el temor al fracaso, la autoexigencia para cumplir ese rol masculino, el estrés, la falta de sueño prolongado, los sentimientos de culpabilidad, la información sexual inadecuada y miedos específicos al embarazo. 


Especial atención merece la llamada ansiedad anticipatoria. Esto es la anticipación al fracaso por una 
mala experiencia de alguien que te han contado o de ti mismo.




sábado, 27 de abril de 2013

NO LE ECHES LA CULPA A MI MENSTRUACIÓN




Cada 28 o 30 días tengo la regla.....Me imagino que aunque no lo diga públicamente todo el mundo los sospechaba. Soy una mujer y las mujeres, durante un periodo de nuestra vida, menstruamos.


Mi menstruación supone solo una fase de mi ciclo menstrual. Menstruo porque el óvulo que se ha desprendido de mis ovarios NO ha sido fecundado.


Mi regla no huele a nubes ni a rosas, tiene un olor fuerte, muy característico. No es un olor a sucio ni a rancio, es un olor de limpieza profunda.

Cuando tengo la regla se que estoy bien, que mi cuerpo funciona perfectamente.

Los días anteriores a menstruar me siento un poco más lenta, no me apetece mucho estar con gente y descanso más de lo habitual, eso lo he aprendido con los años, nadie me ha contado que es normal sentirse así y está bien pasar unos días “antisocial” para tener más tiempo para estar conmigo misma y saber cómo me encuentro.

Si estoy triste mi cuerpo lo detecta y me doy permiso para llorar lo que no he llorado en todo el mes.

Si estoy cabreada, mi cuerpo lo DETECTA y entro en contacto con mi rabia.

Si estoy bien, si no tengo “cuentas pendientes” conmigo misma, simplemente me siento cansada, me relajo, paro un poquito y disfruto de momentos de soledad.
     Pero hoy tengo ganas de reírme. Estoy a unos días de la fase premenstrual y siento como se abre paso en mí una fuerza descomunal para ser como soy sin tapujos ni consideraciones (con quien no las merece, obvio!). 

Seguro que muchas conocéis a Violencia Rivas y a su gran hit "No le eches la culpa a mi menstruación"





"me ves enojada y pensas que estoy con el mes,
escuchas que te grito y pensas que estoy con el mes
porque no pensas que estoy así por lo que vos haces

si me pone nerviosa alguna situacion 
no le eches la culpa a mi menstruación
no la uses de excusa ni te justifiques
la razón de mis nervios es tu pelotudez

yo menstruo cuatro dias al mes
no me digas que eso te hace daño
yo menstruo cuatro dias al mes
y vos sos un forro todo el año"

"Fue fuerte para época ¡claro!, lo hice porque estaba harta de que supongan que cuanto una mujer menstrua se convierte en un monstruo subhumano al que le venden tampones y todo tipo de basura, porque la convencieron de que aunque se sienta como el orto tiene que seguir estando fresca y activa bella y sonriende para seguir agradandole a resto los idiotas, que seguimos bajo el chorro del sifon de bostas que manejan los hijos de puta "

Porque una se cansa ya de que le digan que tanta bronca viene de las hormonas como si el otro (otrx) estaría libre de culpa.Cuando estamos premenstruales somos más nosotras que nunca. Nuestro cuerpo no nos permite tragar y sonreír. De hacerlo, vienen las jaquecas, el hinchazón, la afonía... Estoy por sacar un ratito y escribir una canción desde las entrañas de mi premenstrualidad. La Señora Premen es una gran compositora...
¿Alguna se anima?


                                                                       



Tema controvertido: hay chicas que cuando tenemos la regla estamos más susceptibles. ¿Cuántas veces habremos escuchado eso de “déjala, tiene la regla” o cualquier otra frase para menospreciar lo que decimos durante la menstruación? ¡Cómo cansa! 




Lo que pasa simplemente es que la regla nos está ayudando a sacar todo lo que tenemos dentro, lo que hemos estado aguantando durante el resto del mes ya no lo aguantamos más, comenzamos a poner puntos sobre las íes y queremos ser escuchadas, y eso tiene muchísima dignidad. Esto también nos pasa porque se nos impone que sigamos con el mismo ritmo que el resto del mes (ese estrés que también acentúa el dolor de regla), y es un momento que muchas vivimos como más introspectivo, en el que tenemos ganas de bajar el ritmo, pero como no nos dejan, nos ponemos irritables, y con toda la razón del mundo. 


Así que no dejes que te quiten importancia o que achaquen a tus hormonas lo que estás diciendo: lo dices tú, sale de lo más profundo de ti, y si estás cabreada es porque algo te molesta, no porque tengas la regla.



Cuando sangramos debemos descansar, cuidarnos, dormir bien, tomar buena alimentación y ser respetuosas con nuestro cuerpo y nuestro ciclo; y no por el hecho de que la menstruación duele porque eso no debía ser así, Erika Irusta habla de que el 70% de los problemas menstruales tienen que ver con un cuestión cultural: si duele es que hay algún problema. Empoderarnos con y desde nuestros cuerpos pasa por no someternos a los ritmos impuestos del patriarcado.


Algunas de las cosas horribles pasan por decir que si la mujer quiere faltar al trabajo porque tiene la regla, tiene que tener un justificante médico. 


Ya es oficial, odio a la institución médica y a todxs sus fieles. Las mujeres no somos continuas menores de edad que requieran una supervisión y un papelito que les de permiso para descansar, ya sabemos muy bien nosotras cuando hacerlo.



 Claro, pero entonces la picaresca las llevará a no ir nunca a currar [Voz de señor patriarcal]. Vale, pues entonces no demos días de baja para nadie, que la picaresca es muy mala para todos. Me asombra oír el discurso del poder en la boca del obrero.


      La regla es aquello que dicen que nos hace mujeres (y yo me pregunto qué serán las pre y postmenopáusicas entonces) y que, según algunos, nos convierte en inestables emocionalmente, irritables, e incluso violentas, y a lo largo de la historia ha servido de excusa para defender que somos incapaces de hacer casi cualquier cosa, desde batir mayonesa a estudiar en la universidad.

     Se supone que el modelo de estabilidad emocional es el masculino, porque si ellos se cabrean es por razones, y si lo hacemos nosotras es por hormonas, pero ahora resulta que han descubierto que los 6 o 7 picos de testosterona que suelen tener al día afectan a su humor, lo que probablemente hará que también empiecen a venderles hormonas para estabilizarlos.

     Además a la regla hay que mencionarla en voz baja, con una sucesión interminable de eufemismos, porque estamos “malas”, “indispuestas”, “con el mes” o “manchando”, y en lugar de roja como la mía, deben hacer los anuncios de tampones con sangre de princesa, porque siempre es azul.

Reconozco que quizá puedo permitirme escribir esto porque ni me duele ni me dura demasiado (y menos desde que uso la Mooncup), pero creo que merece un descargo de tantas cosas horribles que se le acusa. Así que me voy a permitir aquí la licencia de hablar de las cosas buenas que tiene mi menstruación.

A veces cuando tengo la regla estoy más sensible, lo que quiere decir que si algo me está molestando no me voy a callar, y que si me siento triste, puede ser que llore. Teniendo en cuenta que me paso gran parte del día trabajando con personas que tienen dificultades para reconocer sus emociones y expresarlas, no me parece especialmente malo poder hacerlo con más facilidad de vez en cuando, en lugar de andar todo el tiempo contenida en aras de la racionalidad y la estabilidad.

También es cierto que puedo tener insomnio una o dos noches antes. Pero suelen ser insomnios productivos, sobre todo para escribir o para trabajar, y si los dedico a leer, o a ver una película, como estoy “más sensible”, es probable que le saque más jugo. Además estar sensible también significa que se me agudizan el olfato, el gusto, y el tacto, y si tenemos en cuenta que en esos días también me sube bastante la libido, hacen una conjunción interesante. Y de paso disfruto más de la comida.

No negaré tampoco que a veces me duele, y que me puedo sentir más hinchada, pero si en un juego de palabras cambiamos hinchada por turgente, hay que reconocer que la regla mejora el aspecto de mi escote.

viernes, 26 de abril de 2013

FEMINISMO Y ANARQUISMO



La Historia nos demuestra que los acontecimientos nunca suceden de manera casual; son consecuencia de una larga serie de circunstancias, de muy diversos tipos y orígenes, encadenadas entre sí

Tanto el feminismo como el anarquismo tuvieron como antecedentes numerosas historias de desigualdades, injusticias y atropellos y su enclave histórico se sitúa en una sociedad decimonónica donde la burguesía, gestante de la revolución industrial y política, veía como la clase obrera se revelaba cansada de soportar todas las cargas sin poder disfrutar de los privilegios. Pero hay ciertos aspectos que diferencian fundamentalmente la lucha de los trabajadores de la específicamente femenina. En la primera se da una conciencia de clase que no existe entre las mujeres, ya que ellas se sienten mas unidas a los varones de su propio status que a sus compañeras de género pertenecientes a status diferentes. Así mismo, habría que añadir la escasa conciencia social femenina, consecuencia de muchos siglos de sumisión y tutelaje. Es cierto que hubo pensadores como Stuart Mill que se implicaron en la defensa de los derechos femeninos, pero ninguna revolución puede hacerse sin sus protagonistas. La mujer tenía que suprimir una mentalidad que la alienaba al varón y aprender a valorarse y sentirse autosuficiente..

El sentido de confusión en que se han movido históricamente los vocablos feminismo y anarquismo, contribuye a que, tanto las personas defensoras como las detractoras de estos términos, descarguen sobre ellos golpes ciegos sin saber muchas veces que defienden o que combaten.


El feminismo primitivo, propulsor del derecho de la mujer a una participación política, ha dado paso a numerosas formas de feminismo que sería demasiado largo analizar. Algunas de ellas ven al hombre como un oponente a quien combatir a cualquier precio, pero no son esas las que interesan a las mujeres anarquistas, ya que estas consideran al varón como un compañero que necesita ser concienciado, ya que se encuentra tan castrado por la sociedad patriarcal como la propia mujer.


Feminismo y anarquismo no son dos ideas contrapuestas, sino complementarias. Ambas aspiran a una sociedad formada por seres iguales, libres y responsables. El anarquismo lucha por la emancipación del individuo y, como tal, también por la mujer, pero ella sabe que solo puede llevarse a cabo una revolución igualitaria si todos los individuos que participan en ella lo hacen en las mismas condiciones.

El problema de la emancipación femenina no surge de la diferenciación genética entre hombre y mujer, ya que las desigualdades biológicas que separan a ambos son muy escasas. La falta de entendimiento entre los dos géneros que forman la Humanidad se genera en un ejercicio de poder.

La subordinación de la mujer al hombre no se ha debido nunca a cuestiones de tipo biológico, sino ideológico y económico.


Salvo en casos excepcionales, debido a situaciones de privilegio, la mujer no tuvo conciencia de su opresión como género hasta finales del s. XVIII. En 1791, la Revolución Francesa asumió en parte las inquietudes femeninas con la publicación de "Los derechos de la mujer y la ciudadana", que redactó Olimpia de Gouges basándose en la Declaración de los Derechos del Hombre. Casi simultáneamente, Mary Wollstonecraft, seguidora ideológica de Saint Simón y Fouriere, publicaba en Gran Bretaña "Vindicación de los derechos de la mujer" y provocaba una catarsis en una sociedad donde los derechos femeninos eran inexistentes y las normas legales sometían a la mujer a una total obediencia y dependencia del varón. Este debía ser ciegamente obedecido por las mujeres de su familia, era quien fijaba el domicilio conyugal, quien debía autorizar a la compra o venta de cualquier bien y quien se quedaba con todo el patrimonio en caso de separación o abandono.

No obstante, debido a la indiferencia social, las corrientes de opinión favorables a la emancipación femenina no tomaron cuerpo hasta mediados del s.XIX . Mujeres como Flora Tristán, E. Cady Stone o Lucrecia Mott sembraron las primeras semillas de rebeldía. Numerosos grupos femeninos se organizaron en Francia, EE.UU. y Gran bretaña, y salieron a la calle solicitando su derecho al voto como elemento de presión política para conseguir ciertas mejoras. Incluso hubo inmolaciones a favor de la causa, como el suicidio de Emily Davison que se arrojó a los pies de los caballos que corrían el Derby de Epsom..

Así comenzó un imparable movimiento sufragista que sería el germen del feminismo. Millicent G. Fawcett fundó en Gran bretaña una asociación que, tras cincuenta años de lucha consiguió en 1918, una ley aceptando el voto de las mujeres mayores de 30 años. Así mismo, Emmeline G. Pankhurst fundó en Londres, en 1903, la Unión Femenina Social y Política y Brunschwing, en 1909, fue la creadora de la "Unión Francesa para el Voto de las Mujeres".

En Alemania hasta 1908, se consideraba a la mujer solo apta para "el hogar, los niños y la iglesia" y en Gran Bretaña, universidades tan prestigiosas como Oxford Harvard o Candbridge, seguieron manteniendo cerradas sus puertas a la mujer. Ni la burguesía ni el proletariado facilitaban la incorporación social del mundo femenino. Pese a todo, una nación tras otra fue reconociendo el derecho de las mujeres al voto, con excepción, entre otras, de Francia y Suiza.. Pero como pudo comprobarse muy pronto, el voto no había dado a la mujer su libertad y, tras un corto letargo, el feminismo surgió de nuevo con otras reivindicaciones y metas diferentes.

Paralelo al despertar de la conciencia femenina en el S. XIX, estaba tomando cuerpo el anarquismo. William Godwin (1756-1936) atacaba la propiedad privada y acusaba al estado de basar su existencia en la fuerza y en la opresión del individuo y posteriormente Proudhon (1809-1865), que también condenaba la propiedad privada, rechazaba la actividad política y defendía un sistema social en el cual la libertad no surgiría de un orden, sino que sería el origen del mismo..

El Anarquismo nunca hizo diferenciación de géneros, pero sus ideólogos, resultado de la época que les tocó vivir, ignoraron por completo a la mujer.

Fue la Revolución Industrial, con la incorporación de millones de mujeres al trabajo asalariado, quien sirvió como revulsivo a una situación en exceso injusta; aunque bien es verdad que el cambio se inició muy lenta y paulatinamente. La sociedad burguesa admitió a la mujer en el mundo laboral, pero considerándola un individuo de segunda clase. Trabajadora poco cualificada y por tanto mano de obra barata, era fácilmente manipulable debido a unos rígidos principios religiosos y morales y estaba llena de miedos y prejuicios.



Durante la Revolución Industrial los sectores más débiles (mujeres y niños) fueron los más explotados.

La inhumana situación que empezaron a soportar las mujeres en las fábricas situó la reivindicación de la emancipación femenina en el centro de una lucha social y política. Se produjo así una alianza histórica, la del feminismo con los movimientos obreros.

A pesar todo lo dicho anteriormente, la mujer obrera, sin acceso a la cultura, sin derechos legales y con muy bajada autoestima debido a su secular sometimiento al varón, no se encontraba capacitada para iniciar su propia revolución.

Debemos observar como las primeras mujeres sufragistas no solo surgieron de la burguesía, lo que les permitía tener una saneada economía , sino que estuvieron unidas a hombres con inquietudes sociales.


Podemos mencionar, entre otros muchos ejemplos, a Mary Wollstonecraft que estaba casada con el ya mencionado William Godwin, considerado por muchas personas como el primer teórico anarquista y a Millicent Fawcett , esposa de Henry Faucett, discípulo de los economistas Smith y Stuart Mill , profesor de economía política en Cambridge y Ministro de Correos británico en 1880.

Como podemos deducir del anterior análisis, los movimientos feministas tienen una raíz burguesa y sufragista. Pretendían conseguir la igualdad de los géneros tomando como base la posición del varón en la sociedad; es decir, no buscaban una transformación social, sino la participación de la mujer en los privilegios, el poder y los estamentos jerárquicos que hasta entonces eran exclusivamente masculinos.


Por esto, las mujeres anarquistas nunca se consideraron feministas e incluso llegaron a ridiculizar a quienes eran consideradas como tales. Se automarginaron y a la vez fueron marginadas por el feminismo. Sin embargo, todas ellas desencadenaron una lucha férrea contra la sociedad patriarcal y dejaron patente su voluntad de enfrentarse tanto al estado que las alienaba en cuanto personas, como al patriarcado que les impedía su liberación como mujeres. Sin ellas mismas saberlo estaban actuando como verdaderas feministas puesto que se desvinculaban de la lucha masculina en cuanto género.


Mientras en el resto de Europa, los movimientos feministas surgieron de la concienciación de las mujeres, en España fueron los intelectuales varones quienes se preocuparon del feminismo. La falta de un desarrollo industrial, de una clase media fuerte y numerosa y la inestabilidad política que dominó España hasta 1975, frenaron los avances educativos de la mujer y la imposibilitaron para tomar conciencia de su situación. El siglo XX comenzó con una población analfabeta del 63,7 por 100, solo algo inferior a la de Portugal que estaba en 709,1 por 100 y Bulgaria que se encontraba en el 80 por 100. Y la mayoría de ese analfabetismo estaba entre las mujeres

Solo dos mujeres, María Egipcíaca Demaner y Gongoreda y Josefa Amar y Borbón, se interesaron por el tema de la instrucción femeninaen el s. XVIII y lo hicieron de una manera elitista, en la que se identificaban dinero e inteligencia se identificaban y la mujer del pueblo era volorada exclusivamente como elemento productivo.

No podemos hablar de movimientos feministas hasta el s. XX, aunque sí de feminismo, ya que aparecieron corrientes, aunque no organizadas, que lucharon por la emancipación de la mujer; como las surgidas en torno a Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal o Cecilia Böll de Faber (Fernan Caballero), traductoras de numerosas obras de feministas francesas y británicas

Como precursora de los movimientos feministas aparece en Cataluña en 1871 la Asociación para la enseñanza de la mujer.

En ese mismo año, Teresa Claramún organizó un sindicato para trabajadoras del textil y en 1903 Belén Segarra fundó la Federación de mujeres malagueñas.








Teresa Mañé, conocida en los medios libertarios como Soledad Gustavo, fue una de las grandes feministas de principios de siglo pese a no haber utilizado nunca ese apelativo. Junto con su compañero, Juan Montseny ( escritor anarquista conocido con el pseudónimo de Federico Urales) fue editora de la Revista Blanca, publicación que llegó a dirigir mientras Urales se veía obligado a un exilio interior por orden gubernamental.
En 1996, la Ley de Asociaciones dio paso a la formación de la Ley de Asociaciones dió paso a la formación del Sindicato U.G.T. que agrupó a los trabajadores, casi de manera exclusiva, hasta la aparición del anarcosindicalismo con la C.N.T., que alcanzaría su máximo esplendor en 1931.

En Junio-julio de 1908 , se celebró un congreso anarquista, del que saldría la "Federación Regional de Trabajadores", embrión de la futura C.N.T., en el cual se trató la organización de la mujer en la lucha obrera y los medios a seguir para conseguirlo. El Congreso declaró "obligación ineludible procurar por todos los medios lícitos la organización de los sindicatos de mujeres (compañera, hijas etc..) que empleando su actividad en alguna industria u oficio convivan con los cenetistas. En los sindicatos mixtos, deberán las Juntas Administrativas ser mixtas también, a fín de que la mujer se interese por sus luchas y defienda directamente su emancipación económica".

La C.N.T. se preocupó de atraer a la mujer española a su militancia, de resolver sus problemas laborales y de lograr su plena integración social.

En 1910 se fundó en Barcelona la "Biblioteca popular per la Dona" y ese mismo año tuvo lugar el Congreso fundacional de la Confederación nacional del Trabajo. En el se reconoció oficialmente la necesidad del empleo femenino como base para la consecución de la independencia de la mujer mediante un salario que, en todo momento, debía ser equiparable al del hombre. No obstante, acostumbrado el varón a tutelar a la mujer como si de una menor de edad se tratase, debemos señalar que le costaba le costaba mucho poner en práctica lo que defendía de manera teórica.

Al tratarse de un sindicato con planteamientos anarquistas, la CNT no apoyó ni participó en ningún momento de las aspiraciones de los denominados movimientos feministas. Partidaria de la acción directa, su lucha no se encaminó a la obtención del voto femenino, sino a la consecución de igualdades laborales y salariales para los dos géneros.

A pesar de todo, el número de trabajadoras continuaba siendo minoritario. En 1921, con el desastre de "Annual", muchos combatientes prefirieron morir en inmundos barracones acondionados como hospitales sin ninguna ayuda médica, antes que ser curados por manos femeninas. A esa descalificación de la mujer en los comienzos del s. XX, se debe en parte el subdesarrollo de España en años posteriores.

En 1920 se creó en Valencia la Sociedad Concepción Arenal y en 1922, Margarita Nelken publicó "La condición social de la Mujer" que contribuyó a la concienciación de buena parte da la sociedad femenina.

En 1928 se fundó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, de tendencia izquierdista. Dos años después, Hildegart Rodríguez publicó "Al servicio de la Nueva Generación y un año más tarde, otra obra que despertó una encendida polémica en todo el país, "Educación sexual".



Pero no fue hasta 1936, cuando anarquismo y feminismo unidos tomaron cuerpo en una organización que sirvió de revulsivo social. En ese mismo año se fundó la Agrupación Mujeres Libres, formada por mujeres militantes de la C.N.T., conscientes de que una revolución de mujeres solo podría ser realizada por mujeres.

Mujeres Libres, propiciada por Lucia Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada y Amparo Poch, llegó a contar con 119 agrupaciones, de las cuales 22 estaban en Madrid y 6 en Barcelona. El resto se dispersaban por Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Holanda, Inglaterra, Polonia, Suecia, Argentina, EE.UU. etc.



Lucía Sánchez Saornil

Por mucho que se escriba sobre Mujeres Libres y por muchos homenajes que se le tributen, nunca se le podrá hacer justicia..


Quisieron ser una rama más del Movimiento Libertario, lo mismo que la C.N.T., la F.A.I. o JJ.LL, lucharon por su emancipación de la triple esclavitud, de género, cultural y laboral. Deseaban estar en la vanguardia de la Revolución Social que preconizaba el Anarquismo, y crear una conciencia solidaria entre hombres y mujeres para convivir sin ningún tipo de exclusiones y asumiendo una obra común.

Aquellas mujeres tenían muy claro algo que actualmente defendemos otras muchas que nos consideramos anarquistas. El cambio social no supondrá la terminación feliz de todas las marginaciones femeninas. El Estado extiende los tentáculos de su poder sobre tres pilares sociales fundamentales, el laboral, el familiar y el educativo. Para esto necesita ejercer su fuerza sobre la mujer pero, como hay muchas facetas de la cotidianidad que se le escapan, ha buscado el apoyo del hombre convirtiéndolo en su cómplice. Este es manipulado para que ejerza por delegación su fuerzo sobre la mujer.

¿Por qué el hombre se presta a este juego?. Sencillamente, porque el rol en que ha sido educado (y aquí las mujeres, como primeras educadoras tendrían que iniciar su "mea culpa"), le permite identificarse con el poder. Cualquier varón, aúnel más oprimido y ansioso de libertad, ve en el poder una tentación y un objetivo a alcanzar. Sin embargo, la mujer (y aquí no caben las excepciones que todos/as conocemos/) a costumbrada a padecer el poder sobre su cabeza, lo analiza desde la realidad de su vivencia cotidiana y puede verlo con la cotidianidad que da la lejanía. Ella sabe por experiencia que el poder en sí mismo supone la castraciuón, la negación de la libertad..

El tipo de relación que la mujer se ve obligada a mantener con su entorno, es decir los roles de esposa y madre que la sociedad patriarcal ha establecido para ellas, hace que asuma los valores ideológicos dominantes a través de la educación , entendida como tal no solo la escolarización, sino la socialización global.

Es verdad que la mujer estás accediendo cada vez más al mundo de la cultura que ha entrado masivamente, no solo en la enseñanza media, sino también n la universitaria, pero también es verdad que, empeñada en que siga conservando sus roles tradicionales, la sociedad patriarcal la ha encaminado mayoritariamente hacia disciplinas consideradas humanísticas, en tanto que a los varones les ha incitado a las técnicas.. Esto ha ocasionado que las humanidades estén devaluadas y que se de prioridad a una enseñanza cada vez mas técnica y práctica..

La preparación intelectual que el poder concede a la mujer, intenta situarla en un segundo plano y sirve como pretexto para impedir su avance social. Su incorporación tiene así un carácter subsidiario, es decir, cuando el hombre no puede trabajar, los ingresos masculinos son escasos o la mujer no tiene pareja que la apoye económicamente.

Sin embargo, la actual esclavitud de la mujer tiene unas connotaciones muy particulares. En cualquier caso de opresión, la lucha termina con al liberación el individuo subyugado, . Sin embargo, en el caso de la liberación femenina, no ocurre así. Ella no desea romper los lazos que la unen a su opresor. Por este motivo, la mujer que debe liberarse de esta sociedad pensada para los varones, ha de enseñar a estos a liberarse de sí mismos. La liberación de la mujer no se agotará,. por tanto en si misma, sino que tendrá que extrapolarse al varón si quiere ser eficaz. Y este es uno de los más importantes retos que tendrá que asumir..




Es posible que, sin ella misma percibirlo, la mujer actual esté poniendo los cimientos de una sociedad nueva, pero el verdadero cambio tiene que realizarse en su interior para continuar después en el interior del hombre..

Solo cuando él aprenda a resistir la tentación del poder, cuando aprenda a contemplarlo con una mirada más objetiva y libre de la que le permite su actual implicación, lograremos los dos géneros unidos nuestros objetivos, que no son contrapuestos, sino convergentes..

Ningún género puede ser realmente libre si no lo es el otro y esa sociedad en anarquía justa e igualitaria con que tantos y tantas soñamos, no podrá conseguirse jamás si la mitad de la humanidad permanece en silencio subyugada por la otra mitad.



Texto extraído de:Nodo50.org/mujerescreativas