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martes, 30 de julio de 2013

CÓMO SE SIENTE UNA MUJER

Si hemos de hacer un tránsito sano hacia la construcción de nuevas masculinidades, comprender esto será imprescindible.

Traducción literal del texto de Claudia Regina, extraída de El blog de Matina


Como se siente una mujer

Autorretrato de la autora del texto, Claudia Regina



      Este artículo es una traducción del portugués del texto 'Como se sinte uma mulher' escrito por la brasilera Claudia Regina para la revista virtual para hombres 'Papo de Homens', publicado el 22 de Mayo de 2013. El texto fue leído por más de 600.000 mil personas en menos de 2 días y tuvo más de 3200 comentarios que tuvieron que ser reprimidos por la página ya que estaban sobrecargando el servidor.


“Do you know what it feels like for a girl?
Do you know what it feels like in this world?”
Madonna



        Pasó ayer. Salgo de aeropuerto. En una caminada de diez metros, solo veo hombres. Taxistas afuera de los carros conversando. Funcionarios con camisetas “¿Puedo ayudar?”. Un hombre con corbata, su maletica y el celular en la mano. Hombres diversos, regados en esos 10 metros de camino. Al andar esos diez metros, me siento como una gacela paseando entre leones. Soy mirada por todos. Medida. Analizada. Mi cuerpo, mis nalgas, mis senos, mi cabello, mis zapatos, mi barriga. Todos están mirando.


        Pasó cuando yo tenía 13 años. Practicaba un deporte todos los días. Salía del centro de entrenamiento y caminaba alrededor de 2 cuadras hasta la parada del bus a las seis de la tarde. Caminaba por el corredor casi vacío al lado de una gran vía. De esas caminadas me acuerdo dos momentos memorables de esta violencia urbana. Carros que pasaban más lento a mi lado, y adentro se oía una voz masculina: “¡Estás buena!”. Hombres solos que cruzaban el corredor, miraban para atrás y decían: “Que delicia”. Yo tenía 13 años. Usaba pantalones largos, tenis y camiseta.


Ahora multiplique eso por todos los días de mi vida.


Sé que para los hombres es difícil entender como eso puede ser violencia. Nosotras mismas, mujeres, nos acostumbramos y dejamos eso así. Nosotras nos acostumbramos para poder vivir el día a día.


         Estos días, estaba sentada en la playa viendo el mar, y de él salió una joven. Pasó por el lado de un tipo que le dijo algo. Ella se alejó y caminó en dirección a mí. Le dije “Buenas noches”, ella dijo que el agua estaba deliciosa y hablamos un poco. Le pregunté si el tipo le había dicho alguna estupidez. Ella me dijo: “Sí, pero estamos tan acostumbradas ¿Cierto? Ignoramos esas cosas automáticamente”


      El privilegio es invisible. Para el hombre sólo es posible ver el privilegio si hay empatía. Intente imaginar un mundo donde, por cinco mil años, todos los hombres fueran subyugados, violentados, asesinados, limitados, controlados. Intente imaginar un mundo donde por cinco mil años, sólo mujeres fueran científicas, físicas, jefes de policía, matemáticas, astronautas, médicas, abogadas, actrices, generales. Intente imaginar un mundo donde por cinco mil años ningún representante de su género haya sido destacado, en la televisión, en el teatro, en el cinema, en el arte. En la escuela, usted aprende historia hecha por mujeres, la ciencia hecha por mujeres, el mundo hecho por las mujeres.






En su texto “Una habitación propia”, Virginia Woolf describe por qué sería imposible para una hipotética hermana de Shakespeare escribir de forma genial como él. Woolf dice:



"Cuando leemos sobre una bruja siendo quemada, una mujer poseída por demonios, una sabia mujer vendiendo hierbas [...] creo, que estamos viendo a una escritora perdida, una poetisa anulada" [1]

Desde el inicio del patriarcado, hace 5 mil años, las mujeres no tuvieron libertad suficiente para ser científicas o artistas.

Woolf explica:

"La libertad intelectual depende de cosas materiales. [...] Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos." [2]


(Para un análisis más completo recomiendo : “Um teto todo seu” deVirgínia Woolf: A produção intelectual e as condições materiais das mulheres.)


      Aunque el mundo esté en proceso de cambio, todavía existen menos oportunidades y reconocimiento para que las mujeres y las minorías ejerzan cualquier ocupación intelectual. Lectores de una página en Facebook sobre ciencia todavía suponen que su autor es hombre y comentaristas de televisión no consideran las manifestaciones culturales que vienen de la favela como cultura de verdad.


        Es cierto: Hoy la vida es mucho mejor, principalmente para la mujer occidental como yo. Pero, aunque soy una mujer libre y exitosa, viviendo en una metrópolis cultural, todavía siento en la piel las consecuencias de estos cinco mil años de opresión. Y si usted quiere ver esa opresión, no necesita ir a los libros de historia. Sólo tiene que prender la televisión.


Rio de Janeiro, 2013. Una pareja es secuestrada en una van. Las secuestradoras se colocaron un strap-on sucio, oliendo a mierda y moho, y violaron al muchacho. Todas ellas, una a una, metían aquella picha enorme en el culo del joven, sin condón, ni lubricante. La novia, pobrecita, intentó hacer algo, pero la ataron y le dieron patadas y golpes.


Al ver la noticia, ¿Usted se coloca en el lugar de la víctima (que sufrió de las peores violencias físicas y psicológicas existentes) o en el lugar del que vio? Naturalmente cambie los géneros, la violencia real pasó con una mujer.


¿Cuántas violencias sufro sólo por ser mujer?




       En la infancia no me dejaron ser scout por que eso no era cosa de niñas. Fui violada a los ocho años (Yo y por lo menos dos tercios de las mujeres que conozco y que usted conoce sufrieron una violación y probablemente no le contaron a nadie). Sufrí la adolescencia entera por no comportarme de manera femenina. Por no tener senos. Por no tener cabellos largos y lisos. Desde siempre tuve mi sexualidad reprimida por mi familia, por la sociedad y por los medios. Cualquier cosa que hiciera mal sería motivo para ser llamada de ociosa.


       En uno de los primero empleos escuché que las mujeres no trabajan tan bien porque son muy emocionales y sufren de síndrome premenstrual (SPM). En otro empleo mi jefe me dijo que mi cabello estaba feo y me pagó un salón de belleza para ir hacerme el blower y estar más presentada para los clientes. Decidí que no quiero ser esclava de la depilación y soy mirada diariamente con asco cuando me pongo shorts o blusitas sin mangas. He usado muchos maquillajes sólo porque la televisión y la publicidad muestran mujeres maquilladas, y por lo tanto es muy común sentirnos feas de cara limpia. Usted, hombre ¿Sabe lo que es el maquillaje? Hay un producto para dejar la piel homogénea, uno para esconder ojeras, otro para esconder manchas, otro para dejar los cachetes colorados, otro para destacar las cejas, otro para destacar las pestañas, otro para colorear los párpados, otro para colorear los labios. ¿Cuántas veces pasó usted tantos productos en la cara sólo porque su jefe o su ‘primer encuentro’ lo van a ver feo con la cara limpia?
         Cuando estoy en el metro procuro un lugar seguro para evitar que alguien me roce. ¿Usted hace eso? Cuando voy a reuniones de familia, me preguntan porque estoy tan flaca, y lo que hice con el cabello y si tengo novio. A mi primo, le preguntan qué está estudiando y en qué está trabajando. En la televisión el 90% de las propagandas me denigran. Casi ninguna película me representa o pasa el Test de Bechdel. Todas las mujeres son mostradas con ropa sexy, igual que las heroínas que se supone que deberían estar usando ropa cómoda para las batallas. Las revistas me enseñan que el objetivo en la cama es agradar al hombre.

        Mientras usted, hombre, comparaba su pene con el de sus amiguitos, a mí, mujer, me enseñaban que masturbarse era muy feo y que si usaba faldas cortas no me estaba dando a respetar. ¿Cuánto tiempo me demoré para librarme de la represión sexual y convertirme en una mujer que le gusta tirar? ¿Cuánto tiempo me demoré para para soltarme en la cama y conseguir venirme, mientras varias de mis compañeras continúan preocupándose por si su pareja está viendo la celulitis o el gordito de la cintura y por eso no consiguen llegar al orgasmo? ¿Cuánto tiempo demoré para conseguir mirar una verga y tirar con la luz prendida? ¿Cuántas veces escuché mientras manejaba un “tenía que ser mujer”? ¿Cuántas veces usted cerró a alguien y escuchó "tenía que se hombre"? Todo eso para, al final del día, ir a cenar a un restaurante y no recibir la cuenta cuando yo la pido, pues desde hace 5 mil años soy considerada incapaz. Y todo eso ¡Coño!, para escuchar que estoy exagerando, que ya no existe el machismo.

     Eso es un resumen de lo que sufro o corro el riesgo de sufrir todo el día. Yo, mujer blanca, hétero, clase media. La negra sufre más que yo. La pobre sufre más que yo. La oriental sufre más que yo. Pero todas nosotras sufrimos del mismo mal: Ningún país del mundo trata a sus mujeres tan bien como a sus hombres. Ninguno. Ni Suecia, ni Holanda, ¡ni Islandia! En todo el mundo civilizado sufrimos de violencia, tenemos menos acceso a la educación, al trabajo o a la política. 


En todo el mundo somos todavía hermanas de Shakespeare.

***

¿Y usted, lector hombre, cuando es abordado por un tipo de forma hostil en la calle, piensa “por favor, no se lleve mi celular” o “por favor no me viole”?






[1] Esta es una traducción literal del texto de Claudia Regina. La versión original de Virigina Woolf en inglés dice así: "When, however, one reads of a witch being ducked, of a woman possessed by devils, of a wise woman selling herbs, ...I think we are on the track of a lost novelist, a suppressed poet." y está disponible aquí.


[2] Texto tomado de la traducción al español del texto original de Virginia Woolf hecha por Laura Pujol disponible aqui. La versión original en portugués dice así: “Liberdade intelectual depende de coisas materiais. … E mulheres foram sempre pobres, não por duzentos anos, somente, mas desde o início dos tempos."

Texto  extraído de: Laserpientevioleta.blogspot.com

lunes, 29 de julio de 2013

¿MANTENERLO INTERESADO??...NUNCA SERÁ TU TRABAJO.¡¡NI PROTEGIDAS NI PROTECTORAS!!

“Nunca será tu trabajo mantenerlo interesado”: Carta de padre a hija 




       En las revistas femeninas se suelen entregar consejos para que las mujeres mantengan el interés de sus parejas hacia ellas y eviten ser abandonadas o engañadas. 



Esta situación inspiró a un padre a escribir una conmovedora carta a su hija, la que ha alcanzado un importante nivel de viralización en redes sociales por estos días.

        El autor de la misiva es Kelly M. Flanagan, un psicólogo clínico estadounidense que dedicó estas líneas en abril pasado a su pequeña, a quien llama “Cutie Pie”, pero también a su esposa.

       Además, señala que extiende sus palabras a “cada mujer adulta que he conocido dentro y fuera de mi oficina de terapia. Mujeres que nunca han conocido la voz de un papá”, además de “la generación de niños que se convertirán en hombres y que necesitan que les recuerde lo que es realmente importante”.


Estás intimidado por mujeres inteligentes.
ENTONCES AHORA MISMO PODRÍA SER UN BUEN MOMENTO PARA QUE TE LARGUES

A continuación, te dejamos con el emotivo escrito titulado “Una carta de un papá a su pequeña hija (sobre su futuro esposo, compañero, pareja....)”.


“Querida Cutie-Pie

Recientemente, tu madre y yo estábamos buscando algo en Google. A la mitad de escribir la pregunta, Google nos mostró una lista con las búsquedas más populares en el mundo. La búsqueda más popular en la lista era ‘Cómo mantenerlo interesado’.




Me sorprendió. Revisé varios artículos de la incontable cantidad que aparecieron acerca de cómo ser sexy y sexual, cuándo llevarle una cerveza en vez de un sándwich y las formas de hacerlo sentir más inteligente y superior.

Me enfurecí.

Pequeña, esto no es, nunca ha sido y nunca será tu trabajo -’mantenerlo interesado’.

Pequeña, tu única tarea es saber muy dentro de tu alma –en ese lugar inquebrantable que no se transforma por el rechazo, la pérdida o el ego- que tú eres digna de interés. (Si puedes recordar que todos también son dignos de interés, estarás por ganar la batalla de tu vida. Pero esa es otra carta para otro día.)

Si puedes estar segura de que vales en este sentido, serás atractiva en la manera más importante del mundo: atraerás a un chico que sea digno de tu interés y que también querrá pasar su vida invirtiendo su interés en ti.

Pequeña, quiero decirte algo acerca del hombre que no necesita que lo mantengan interesado, porque él sabe que tú eres interesante:


No me importa que ponga los codos en la mesa –siempre y cuando él ponga sus ojos en la manera en que tu nariz se frunce cuando sonríes. Y que luego no puede dejar de ver.

No me importa si no puede jugar golf conmigo –siempre y cuando él pueda jugar con los hijos que decidas o no tener, y disfrute todas las formas gloriosas y frustrantes en las que se parecen tanto a ti.

No me importa que no persiga el dinero –siempre y cuando él persiga su corazón y siempre lo lleve de vuelta a ti.

No me importa si es fuerte –siempre y cuando él te dé espacio para ejercitar la fuerza que hay en tu corazón.

No me podría importar menos si vota –siempre y cuando se levante cada mañana y te elija un lugar de honor en tu casa y un lugar para venerarte en su corazón.

No me importa el color de su piel –siempre y cuando él pinte el lienzo de sus vidas con pinceladas de paciencia, sacrificio, vulnerabilidad y ternura.

No me importa si fue educado en esta religión o en otra o en ninguna –siempre y cuando haya sido educado para valorar lo sagrado y para saber que cada momento de la vida y cada momento que pase contigo es algo profundamente sagrado.


Al final pequeña, si te topas con un hombre como ese y parece que él y yo no tenemos nada en común, en realidad tendremos en común lo más importante:
Tú.

Porque al final, pequeña, la única cosa que debes hacer para ‘mantenerlo interesado’ es ser tú misma.


Tu hombre eternamente interesado

Papá“


Pero ahora, dejando de lado lo "sensiblero", no por ello menos cierto, del tema...intentemos ir un poco más allá


¿Protegidas o protectoras?


Cuidado y protección son dos palabras polisémicas dentro de si mismas. Dos palabras con significados diferentes según el ambiente en el que se encuentran.

En el mundo público, las mujeres somos demandantes de ese cuidado y esa protección, y son los hombres los encargados de salvar esa carencia. Entiéndase mujer y hombre como roles de género estándar y normativos. Las mujeres estamos desvalidas, somos vulnerables y esperamos a que EL hombre no salve, que nos arrope con su chaqueta, que nos sujete la puerta o que nos de la mano para cruzar la calle, que nos abrace en el cine, que nos defienda de alguna grosería, que nos corrijan cuando nos equivocamos… Como he leído esta semana “las mujeres siempre han sido cuestión de hombres”.

Que el mundo público nos coloque en esa posición tan infantilizada y absurda, nos hace partir con desventaja y la lucha por salir de ella no es fácil, pues todos esos comportamientos que se salgan de la feminidad normativa son tachados de machorros. Nos obligan a ser inválidas y salvables de cara a fuera, para reforzar el ego de salvador machirulo y complacer su narcisismo. (¿que esto también es violencia para ellos? vale, ya lo discutiremos.)

No estoy de acuerdo con que esa posición de requerir salvación sea cómoda. No es cómodo ser la idiota de la conversación, ni ser dependiente de otra persona, ni que tengan que decidir por mi; pero la violencia a la que se somete a la que se sale del redil es la que hace que se sigan manteniendo. Un hombre que no cumple con esos patrones es tachado de maricón. Maricón, que es una palabra que se utiliza para llamar a un hombre “mujer”, en este contexto una palabra más cargada de misoginia que de homofobia. Una mujer independiente... es bollera, marimacha o invisible.


Este papel de chica tonta termina en el ámbito privado, en el que somos nosotras las cuidadoras y las protectoras, las irrompibles, las indesgastables. Y no hay más fuente de información que la de vuestra propia experiencia. Sacar toda la fuerza del mundo para limpiarse un baño de arriba a abajo está muy bien, siempre y cuando no saquemos esa fuerza en el margen de lo público.


Pienso en relaciones pasadas, en las que me comía ese papel con patatas, dentro de amistades desiguales o en relaciones de amor romántico. Llegué a enfermar para mantener mi relación, para justificar ese papel de mujer salvable que necesita hombre salvador, porque en los momentos en los que no me colocaba en esa posición, la relación dejaba de tener sentido y se volvía hostil. Eso sí, de puertas para dentro era yo la roca todas las veces que se desmoronaba. Claro que es una relación de violencia, pero una violencia enmascarada con lo que debo de ser yo y lo que debe de ser el mundo.



Textos extraídos de : Feministasacidas.com Biobiochile

sábado, 27 de julio de 2013

Y PARA TI ¿QUÉ ES FOLLAR?

¿Desnudos?, ¿orgasmo?, ¿masturbación, penetración? No hay consenso entre las lesbianas de lo que se entiende por ‘follar’. Sensaciones y necesidades muy personales que se entremezclan con el oscuro pasado de lo que históricamente se ha considerado sexo entre mujeres. Chicas de todo el Estado nos cuentan qué es follar.
 ¿Y para ti?



María Jesús Méndez, directora de Mirales.es


       Dos chicas se conocen en una discoteca. Toman una copa, bailan y terminan la fiesta encerradas en el baño del local. Se besan en la boca, se quitan los sujetadores, se levantan la camiseta. Se tocan. La mano de una de ella busca el clítoris de su compañera. La compañera prefiere hacer lo mismo con su lengua. Transcurren diez minutos y alguien golpea la puerta. “Salid ya, que aquí tenemos que entrar a hacer pis”. Las chicas salen, regresa cada una con su grupo de amigas. “Me he follado a esa en el baño”, dice una. La otra cuenta a sus amigas: “Nos hemos magreado un poco, sin más”.

Creo que follar empieza en el momento que los cuerpos de las personas implicadas se entregan al deseo, ya sea con una caricia, un beso, una mirada o una penetración

Follar o no follar. Esa es la cuestión. 


No todas las mujeres entienden lo mismo por sexo. Esto tiene una herencia, una historia. Durante siglos se consideraba que el sexo entre mujeres no era realmente sexo. En un juicio contra dos mujeres acusadas de comportamientos inmorales, en Escocia en 1811, el juez las exculpó afirmando que “No existe la más mínima posibilidad de que una mujer en la cama con otra mujer mantengan comportamiento inmoral. Si una mujer abraza a otra, no quiere decir nada”.



Mientras algunos códigos penales castigaban los actos sexuales entre varones, las amonestaciones a mujeres eran muy leves, a no ser que existiera cualquier tipo de artilugio utilizado entre ellas con el fin de emular un pene y perpetrar una penetración. Lo que realmente se castigaba, en estos casos, era la desobediencia del rol de género.

La escasa preocupación por el homoerotismo femenino fue contribuyendo a extender una ignorancia profunda acerca de lo que podían hacer las mujeres unas con otras y de cómo calificar estos actos”, sostiene Beatriz Gimeno en su libro Historia y análisis político del lesbianismo.

La ignorancia de lo que hacen dos mujeres en la cama se extiende hasta nuestros días. Continúa siendo una duda para aquellos que no conciben el sexo sin un miembro masculino. Y, en muchos casos, continúa siendo un tema confuso entre las lesbianas a la hora de buscar un consenso de lo que se entiende por “follar”.



Una vez una novia me preguntó, ¿con cuántas te has acostado tú antes? Y yo me quedé un poco pillada, porque ahí hablando nos dimos cuenta de que entendíamos cosas muy distintas. Para ella las caricias y masturbaciones eran previos, juegos sexuales, pero no follar. Si no había desnudos u orgasmos ella no consideraba sexo propiamente tal. Follar. Para mi follar se puede hacer con ropa y en un parque, un bar, lo que sea”, comenta Ana María, profesora de 39 años.

Creo que follar es mucho más que simplemente correrse, un orgasmo no es más que una parte. Es algo realmente difícil de definir, sin embargo, si vemos a dos personas que están follando lo identificamos perfectamente. Es posible que la cuestión sea, ¿dónde comienza a ser sexo? Creo que follar empieza en el momento que los cuerpos de las personas implicadas se entregan al deseo, ya sea con una caricia, un beso, una mirada o una penetración. En el momento en el que todo lo demás desaparece y se despiertan los instintos más básicos”, opina Fátima, de Madrid.

Patricia Huelves, sexóloga de MíraLES, sostiene que definir lo que es “follar” desde un punto de vista sexológico es prácticamente imposible, puesto que es un término más coloquial que técnico. “Desde la sexología podemos aportar es una visión no coitocentrista de la sexualidad: las relaciones eróticas, las prácticas sexuales o lo que llamamos ‘follar’ o ‘hacer el amor’ es mucho más que penes y vaginas. Utilizo como referente el modelo biopsicosocial de la sexualidad. Desde un punto de vista biológico, con la función reproductiva por bandera, follar es coito, penetración vaginal. Pero si atendemos a factores psicológicos y sociales debemos incluir las otras funciones de la sexualidad, igual de importantes: el placer y la comunicación. En relación a estas funciones follar es besarse, meterse mano, rozarse, tocarse, insinuarse, seducirse, masajearse, disfrutar, susurrar, acariciar, masturbar, chupar, fantasear, morder y un larguísimo y casi infinito etcétera”, afirma la profesional.

Mido si hemos follado por cómo hemos sudado la camiseta, y por esa sonrisita tonta de satisfacción que se te queda pintada en la cara luego”

Para mi follar implica dos personas, tiene que existir atracción entre las personas y puede ser con o sin penetración, por supuesto, con o sin juguetes. Para mí el acto de follar en si sería mantener sexo con otra persona, sea como sea y creo que no es necesario llegar a correrse puesto que alguna vez nosotras, las mujeres, también hemos tenido gatillazo ¿no?”, comenta Rosa, embarazada de nueve meses.

Yurena, de Canarias, sostiene que para ella el follar es todo. “Todo lo que sea sexo, todo lo que me lleve al orgasmo o no. Con dildos, arneses, sólo con las manos y la boca, desnudas, semidesnudas o mediovestidas, si me hace sudar y vibrar eso es follar para mi”.

Para Mayte, de Tenerife, la definición de follar ha ido cambiando a lo largo de sus 45 años. “Antes tenía el término tan heteronormalizado que lo reducía a la penetración con un dildo o con los dedos. Con el tiempo fui entrando en una sexualidad más lésbica, en la que el concepto de follar empezó a ser mucho más que penetrar, y además lo que entraba ya no lo hacía como sustituto del pene, sino con entidad y morbo propios. Me costó hacer el cambio en mi mente -¿influenciada, entre otras cosas, por la industria de un porno hecho para hombres?-, y liberarme de estereotipos. Hoy por hoy, creo que he follado cuando he alcanzado el orgasmo con mi compañera de cama, independientemente de la forma en que haya llegado a él. ¿Y qué pasa cuando una de las dos no llega, por el motivo que sea? Pues que mido si hemos follado por cómo hemos sudado la camiseta, y por esa sonrisita tonta de satisfacción que se te queda pintada en la cara luego”.





Para mi follar es un acto sexual entre dos personas que se desean, no tiene por qué incluir ni penetración ni orgasmo, ni desnudos. Pero para si que hay que tener roce con genitales. Puedes restregarte por la pierna de tu amante y conseguir placer. Y a eso le podría llamar follar aunque no me corriese o aunque llevase bragas mientras me restriego. Pero imagino que para personas que tengan limitaciones, por ejemplo una parálisis que haga que pierda la sensibilidad en los genitales, follar puede ser algo diferente. Y que también es válido, que cada una folle como quiera o como pueda”, concluye riendo Isabel, estilista alicantina.



Cuerpos lesbianos en red. Creative Commons.
 Autoras: LaBoucherie + K+ patriiiiii + calzetta + esperanza moreno

El académico y escritor Raquel Lucas Platero sostiene que follar es excitarse con alguien. “Obtener placer en un sentido amplio. En el BDSM hay mucho placer pero no siempre necesariamente hay orgasmo. Lo que se llama ser ‘stone butch’ implica sexo pero no para ti. En fin, son diferentes experiencias que ponen encima de la mesa el placer, pero no siempre interpretado como orgasmo”.

Para mí hay una distinción entre follar y hacer el amor. Incluso estando en pareja. Follar sería algo más instintivo, más visceral, más guarro, en el sentido siempre positivo, al tratarse de algo más desinhibido. Considerar que si no hay un pene no es follar me parece una concepción absolutamente cerrada y heteropatriarcal. Hacer el amor para mí es algo que tiene que ver más con la expresión de un sentimiento muy hondo, de un cariño, de una delicadeza, de una sensualidad, de juegos eróticos, que pueden ser más cañeros o menos, pero siempre dentro del amor, del respeto, de la ternura, del goce compartido y lleno de complicidades de todo tipo, desde las más simples hasta las más retorcidas. Insisto en que para mí, follar y hacer el amor son cosas distintas y todas en algún momento caemos en una u otra opción, según el momento, las circunstancias vitales personales o de tu pareja o amante”. Afirma Paz, profesora y escritora catalana.

Virginia, desde Pamplona, también hace la distinción entre follar y hacer el amor. “En sentido ‘bíblico’, para mí es la práctica más salvaje que puedo hacer con una desconocida, llegar al orgasmo como objetivo pero no como fin, según pericia y ocasión. Todas sabemos discernir un cuerpo y una cara bonita, pero no como resultará cuando la deseamos tanto como para acabar acostándonos con ella a nivel de sincronización sexual y es que lo recalco tanto porque coño, me ha pasado. A nivel emocional lo de follar no tiene ninguna carga en ese aspecto, porque para mí es otra cosa sentir algo o hacer el amor”.

Llegar al orgasmo como objetivo pero no como fin, según pericia y ocasión

Para Rebeca, activista LGTB madrileña, el follar es un cúmulo de sensaciones. “Hay juegos de seducción que te ponen los pezones de punta y hacen arder tu entrepierna. Adrenalina y ganas de poseerla y de que te posea. A veces se queda en agua de borrajas, porque no hay conexión. Expectativas que se van al traste dejándote insatisfecha, no en lo puramente físico sino en alguna parte más profunda de ti. Otras veces, te camelan unos ojos, unos labios, una sonrisa. Los persigues durante tiempo. Tienes fantasías nocturnas y cada vez que la ves poned cara de boba. También hay veces en las que follas sin follar. Creo que muchas de nosotras lo hemos experimentado. De repente notas una mirada clavada en ti, o eres tú quien la mira así a ella. Puro fuego y deseo sexual en el aire, y en ti. Se materializa y el aire se vuelve denso de tanta ferohormona. Y al final no sucede nada, pero tu cuerpo y tu mente terminan tan exhaustas como si lo hubierais hecho de verdad. Alguien me dijo una vez que a esto se le llama follar con la mente”.

Es un poco limitado pensar que el sexo solo se consigue con un pene o algo que lo iguale, puesto que para mí el encuentro debe ser un fluir químico o un fluir de energías, para que resulte rico y placentero o, si no, por más que se tenga un pene entremedio no resulta una experiencia cien por ciento gozosa. Es rico cuando no se tiene una fórmula para follar y se va dando distinto con cada persona. Lo importante es conocerse uno y estar en sintonía con la otra persona. Para mí el sexo es igual a orgasmo. Con un dedo, la boca, de pie, en la cama. Y bueno, si no se llega, al menos se intenta”, sostiene Constanza, de Chile.



Una respuesta más elaborada entrega Serena, nombre artístico que utiliza como cantante: “Para mi follar es la satisfacción de una necesidad psicológica y fisiológica para conseguir devolverle al cuerpo el estado de equilibrio. Por otra parte es la única que, aún siendo fisiológica, puede no ser realizada sin que con ello el cuerpo sufra consecuencias. Ignorar la sed nos llevaría a la muerte en 76 horas, ignorar la necesidad de sexo no. Para algunas mujeres, es necesario realizar actividades que satisfagan dicho desequilibrio fisiológico sexual, desde la libertad que la imaginación ofrezca, con o sin implicación emocional. Se puede follar con amor, o sin él, con contacto físico duro o tiernas caricias, todo depende de qué necesita cada mujer para devolverle al cuerpo el estado de equilibrio”.

Todo lo que sea sexo, todo lo que me lleve al orgasmo o no. Con dildos, arneses, sólo con las manos y la boca, desnudas, semidesnudas o mediovestidas




Diana, activista de Alicante, sostiene: “Para mi follar es una fusión de dos mentes en un determinado momento. Dos personas en conexión que saben satisfacerse mutuamente, dejando a un lado los complejos, miedos e inseguridades para dejarse llevar y volar con la otra persona hasta explotar de placer. Pero personalmente, para que esta explosión sea posible, previamente y durante, ha de haber una follada de mente, imaginártelo antes incluso de que suceda, las mentes son maravillosas y la imaginación una de nuestras más potentes armas. Y es que hay miradas y caricias orgásmicas y polvos que te dejan vacía e indiferente. La penetración es una forma más de satisfacer y jugar, como cualquier otra, por lo tanto no es imprescindible. El coño, si es entre dos mujeres, me parece importante, pero como cualquier otra parte del cuerpo: el pecho, el cuello, las piernas, el abdomen, la espalda, los glúteos, la cara. Considero fundamental desnudarse porque puedes sentir a la otra persona, su olor, su tacto, la suavidad de la piel. Poder tocar, lamer, envolverte en toda ella, y que ese mismo deseo de tocar a la otra persona se vuelva tan fuerte que lleguen a estorbar los mismos cuerpos. Follar siempre ha de ser un placer para los sentidos, desde el polvo más sucio hasta el más romántico”.

Noe, de Lanzarote, piensa que follar es el momento de pasión entre dos personas. “No es necesario que hayan desnudos, pero sí que hayan orgasmos, sin eso no hay nada”.

Follar o no follar. Esa es la cuestión.... Para algunas es un juego de seducción, roces y miradas. Para otras la implicación de cuerpos desnudos y la coronación de un orgasmo.

Patricia Huelves insiste que es un modelo sexual anticuado y discriminatorio el seguir asociando la erótica y las prácticas sexuales con relaciones heterocéntricas y coitocéntricas. “Follar es lo que cada una busquemos en cada momento: caricias tiernas, un sexo oral muy apasionado, besos intensos, una mastubación lenta y pausada, un povo rápido, una seducción continuada en el tiempo. Follar es todo lo que nuestro imaginario nos permita y todo lo que pretendamos: reproducirnos, comunicarnos, disfrutar y todas las combinaciones posibles de estas cuestiones”, concluye la sexóloga.

Fuente original. Este artículo se publica en Pikara con permiso de su autora.
Para conocer más a fondo el proyecto “Cuerpos lesbianos en red”, de Esperanza Moreno: http://www.cuerposlesbianos.net/


Texto extraídos de: Pikaramagazine.com

viernes, 26 de julio de 2013

EROTISMO Y PORNOGRAFÍA...¿CUAL ES LA DIFERENCIA?

La distinción entre erotismo y pornografía se construye teóricamente diciendo que el primero "sugiere" y la segunda "muestra".

Se acepta como una verdad de perogrullo que el Erotismo y la Pornografía son muy diferentes, pero hoy por hoy vamos a unirnos a quienes lo ponen en duda.


Diferencia entre Erotismo y Pornografìa


Cuando Sir Roger Penrose (nacido el 8 de agosto de 1931 es un físico matemático nacido en Inglaterra y Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford.) le preguntó a Picasso qué pensaba de la distinción entre erotismo y pornografía, éste se limitó a decir: "Ah, por qué ¿hay alguna diferencia?"Y yo les devuelvo a ustedes la pregunta ¿Cuál es la Diferencia? La distinción entre erotismo y pornografía se construye teóricamente diciendo que el primero “sugiere” y la segunda “muestra”.




El erotismo se inserta en el arte y la pornografía roza la obscenidad. El erotismo es propio del amor y la pornografía del comercio del sexo. El erotismo es elegante y sublime, mientras la pornografía posee una naturaleza sórdida e injustificable.



Que le da caracter de pornogràfico a algo

Hipotéticamente eso funciona. Pero...

¿Cómo planeamos esas definiciones para hacer una clasificación efectiva en la vida real? ¿Cuál es el criterio para determinar el carácter pornográfico de las imágenes o de los objetos?Podría pensarse, en primer lugar, que lo pornográfico alude la exhibición del cuerpo sin pudor, en cuyo caso habría que hacer siempre la salvedad de que la vergüenza depende del contexto, pues en ciertos países es pornográfico que una mujer enseñe un pie desnudo, por ejemplo. En nuestro caso concreto, un pie desnudo no tiene ningún problema, lo que entendemos como pornografía se restringe a la presencia de genitales y actividad sexual explícita. 




Sin embargo, estamos de acuerdo en que las relaciones íntimas de una pareja, en las que, por supuesto, hay penetraciones y caricias explícitas, no son pornográficas sino simplemente sexuales.

La diferencia entre “relaciones eróticas” y “relaciones pornográficas” carece de sentido



Conceptualmente aplicado a una película

En el cine varios directores han cambiado ese prejuicio demostrando que es posible hacer verdaderas obras de arte aunque el sexo sea evidente, como es el caso de Nagisa Oshima y su pieza “El Imperio de los Sentidos”. 




Por lo tanto se evidencia aunque fuese a regañadientes, la certeza de que un producto de valor artístico, o de cierto interés narrativo, puede tener a veces temáticas «obscenas»”. Podríamos decir que el sello de “pornográfico” no está tanto en las características propias del objeto, sino en los ojos de quien los mira. Cuando nuestros ojos están cargados de los preceptos moralistas (“las grandes virtudes del hombre casto”) vemos pornografía en todas partes, pero cuando nuestra mirada está un poco más relajada, el límite se vuelve difuso y podríamos concluir diciendo que “el erotismo es la pornografía del otro”.




¿Cuál entonces es la frontera entre "erotismo" y "pornografía"?

Hace más de 2500 años ya había en la India templos hinduistas con decorados en relieve o esculturas que muestran parejas en el momento de la cópula. En China se han descubierto dibujos y grabados de la época de la dinastía Chin con representaciones en pleno acto sexual. Allá por el año 206 a d C., aparecieron en China, algunos manuales sexuales explícitos y detallados. Al menos mas de uno ha escuchado nombrar el Kamasutra, en el que, entre otras cosas, se incluyen descripciones de técnicas y posturas para la interacción sexual.

Para corroborar lo que se acaba de enunciar, citamos la advertencia de Luce López Baralt (investigadora y ensayista puertorriqueña) en su introducción a Un "Kama Sutra" español: ". . .el lector no tiene en sus manos un libro pornográfico. Tiene algo mucho más extraño: un libro reverencial sobre el arte de hacer el amor".




Estos manuales, utilizados como serios libros educativos en las culturas orientales, cuando pasaron al occidente, fueron considerados como material pornográfico. No obstante, ya en el siglo diecinueve habían alcanzado niveles de promoción tales que, si se levantaran nuestros abuelos creyentes de sus tumbas, volverían a caer en ellas de muerte súbita.

Hablando sobre el amor y la sexualidad, el conocido escritor Gabriel García Márquez escribió en una oportunidad:

"El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno".



HAZ EL AMOR Y NO EL PORNO...?




Dicen que el amor hace girar el mundo pero el porno hace volar a la Red. Aparentemente, con funestas consecuencias para los hombres. 



Thurston Moore dijo una vez que la diferencia entre una obsesión y una adicción es que la obsesión te obliga a hacer cosas, mientras que la adicción te impide hacerlas. 



Hay quien piensa que este es el motivo principal por el que las mujeres superarán a los hombres en méritos académicos, personales y profesionales; que el ejemplar masculino típico de entre diez y cuarenta años invierte de dos a doce horas a la semana en mirar pornografía en la Red. El 20% en horas de trabajo

    Es difícil echárselo en cara cuando el típico anuncio de desodorante que vemos en las marquesinas de cada plaza parece un descarte de Ginger en las Rocas, pero en este valle de lágrimas no hay placer sin consecuencias.

     Al creciente grupo de detractores que consideran la pornografía grosera, chovinista o inmoral se ha sumado uno nuevo; los científicos. 

El porno es más barato que las citas!E

La cuestión no es moral sino práctica.

           A pesar de su dinámica influencia en el desarrollo de las telecomunicaciones, parece ser que el exceso de pornografía nos baja la líbido en lugar de al revés. Nuestra respuesta sexual está condicionada por la presencia de un neurotransmisor llamado dopamina (el mismo que nos recompensa cuando comemos chocolate y que se dispara con el uso de opiáceos) y, gracias al famoso efecto Coolidg, la dopamina se aburre con facilidad. El exceso de estímulos sexuales genera un proceso de “insensibilización” en el que el circuito de recompensa de nuestro cerebro responde cada vez menos a los encantos del mundo real, donde es menos probable que dos modelos de 22 años sacrifiquen su virginidad para agradecer un cambio de neumático. Sentarse a mirar porno todos los días hace que cada vez nos haga falta mirar más porno para conseguir el mismo grado de excitación. En otras palabras: cuanto más porno, menos sexo. 

      Todos estamos de acuerdo en que menos sexo es malo. Cindy Gallop, la espontánea de 53 años que se metió en el bolsillo la TED conference de 2009 en sólo cuatro minutos, asegura que hay algo peor. Hay al menos una generación de hombres que crece pensando que las interacciones circenses que caracterizan el porno duro son la manera en que dos adultos se relacionan íntimamente. Sabiendo que el colectivo que más pornografía consume en la Red tiene entre 12 y 17 años, ¿qué pasa cuando el perseverante onanista entra en contacto con una persona real? 

Porno de verdad para gente de carne y hueso

     Los científicos no están 100% seguros.Como explica el psicólogo especialista Gary Wilson, encontrar 20 hombres heterosexuales menores de cuarenta años que no consuman porno para montar grupos de control ha resultado más difícil que plantar palmeras en el Polo Norte. Lo que sí saben es que los agresores sexuales no necesitan la pornografía para motivarse. 


“Si la pornografía tuviera el impacto que muchos dicen que tiene -observa Simon Louis Lajeunesse de la Universidad de Montreal-, bastaría con mostrarle películas hetero a un homosexual para cambiar su orientación sexual”. 

      También saben que la pornografía es más adictiva que el sexo, entre otras cosas porque no es sexo y está en su naturaleza irritar el deseo en lugar de satisfacerlo. Como un cigarrillo, se convierte rápidamente en la única cura para la enfermedad que produce. Todas las adicciones tienen el mismo resultado, incluyendo aislamiento, depresión, irritabilidad y disfunción eréctil. Según Carlo Foresta, jefe de la Sociedad de Andrología y medicina sexual, demasiadas visitas a Youporn conduce al pasillo azul de los viagra-dependientes. 

         Cindy Gallop sabe exáctamente cómo es un adicto al porno cuando practica el sexo con una persona real: un mal amante. Y su propuesta para salvar al mundo de los malos amantes (y de la depilación brasileña, las acrobacias para el primer plano de cámara y otras convenciones del porno que salpican nuestra vida íntima) se llama Make Love not Porn (Haz el amor y no el porno).

          La web propone una reeducación, rehabilitación y reorientación de la vida sexual, a través de la desacreditación de ciertos mitos sexuales, como que el sexo anal es plato de todos los gustos o que el orgasmo múltiple femenino es siempre inmediato, múltiple y ruidoso. El proyecto, aún en beta, recoge comentarios, sugerencias y vídeos de parejas reales practicando sexo con naturalidad y vello púbico. Que en verdad también es porno, pero por una buena causa.






Textos extraídos de: Porunorgasmodiario.com , Eldiario

miércoles, 24 de julio de 2013

BREVES APUNTES SOBRE LAS PASIONES HUMANAS por RICARDO MELLA




CARTAS A UN ADVERSARIO 

I

Bajo su nombre, estimable adversario, dirijo estas epístolas a cuantos acorralados por la lógica de las nuevas ideas se refugian en el baluarte de las imposibilidades prácticas para Ia realización de las aspiraciones revolucionarias, a causa de lo .que llaman desastrosas pasiones humanas.

Muchas veces hemos discutido acerca de la posibilidad de que las pasiones humanas hubieren de perturbar una sociedad donde el poder, la autoridad, estuviesen anulados. Muchas veces también hemos llegado a la conclusión de que no podíamos entendernos por falta de acuerdo en las premisas.

Me propongo, una vez más, demostrar a usted y a sus colegas que la libertad misma es el mejor antídoto contra las perturbaciones de la pasión desordenada, demostrando al propio tiempo .que esas perturbaciones serán insignificantes en un régimen social de libertad propiamente dicha.

¿Pueden ser causa de inarmonía social lo que se llama pasiones humanas, en una sociedad verdaderamente libre?

A esta pregunta, formulada para un público certamen, por cierta colectividad de soñadores proletarios, pudiera yo responder entrando inmediatamente en materia y demostrando, como dos y dos son cuatro, que las pasiones humanas no pueden, en modo alguno, ser causa de inarmonía, una vez supuesto el régimen de libertad, cifra y compendio de nuestras aspiraciones; o bien probando, con datos sencillísimos de general experiencia, que admitida la causa de la perturbación y la perturbación misma, todavía resultan ventajas esenciales para el método de la libertad sobre el de la autoridad, puesto que este último, interviniendo en los hechos pasionales y en todo género de extravíos, no evita, ni corrige, ni estorba la creciente extensión' de la inarmonía social.

Pero este procedimiento expeditivo daría lugar, seguramente, a que no hubiéramos de entendernos en lo sucesivo, y prefiero tomar la cuestión en su origen a fin de establecer con toda claridad los términos del problema.

Examinaremos primeramente qué son las pasiones, cómo obran en las sociedades humanas, cómo se determinan según el medio circundante, si son o no un hecho de naturaleza y cuáles son, en todo caso, sus circunstancias de utilidad o de nocividad.

Se habla generalmente de las pasiones sin tener apenas en cuenta lo que son en sí mismas, sin detenerse en la consideración de la influencia que sobre ellas ejerce cuanto nos rodea, medio cósmico y medio social. Hablar a tontas y a locas, sin posibilidad de fructuosa inteligencia, se llama esta figura.

El problema, en apariencia más sencillo, reviste caracteres de extrema complejidad si se le examina atentamente, porque en la vida social como en la universal nada hay que no esté ligado por estrechas relaciones de conexión.

Así, en el caso presente, la cuestión no se reduce tan sólo a los efectos sociales de las pasiones, sino que se extiende a la intervención que en ellas tienen nuestros prejuicios, nuestros errores, nuestras rutinas, a las instituciones creadas para garantizar el derecho --según se pretende por los domadores de pueblos, vulgo gobernantes--, a la influencia misma de nuestro concepto de la personalidad humana, y hasta nuestra contextura fisiológica y mental y a nuestro modo de vivir y relacionarnos en lo privado y en lo público.

No se pida que, por ejemplo, las pasiones jueguen el mismo papel entre hombres libres que entre esclavos, entre hombres cuItos que entre ignorantes; no se pida que la moral del convento y la moral del cuartel sean iguales a la de cualquier otra sociedad de fines naturales y humanos. El prejuicio, mejor, el fanatismo religioso dará una moral y unas pasiones contrarias a nuestro propio organismo y a sus propias leyes, fisiológicamente considerado. La preocupación, o mejor, el barbarismo de la guerra producirá unas pasiones contrarias a nuestro propio organismo y a sus propias leyes, fisiológicamente considerado. La preocupación, o mejor, el barbarismo de la miseria, producirá unas pasiones y una moral también contrarias a la naturaleza y a la razón.

Sería, pues, completamente falsa la conclusión a que llegásemos si juzgáramos los efectos de las pasiones en una sociedad libre por los que producen en la sociedad actual, sociedad de subordinación, de militarismo, de desigualdad y de injusticias.

Para resolver este problema es necesario, señor mío, hacer un cierto uso de esta facultad preciosa del hombre que se llama abstracción, por medio de la cual, sentadas las premisas de la libertad y de la educación individual necesarias, podremos deducir las conclusiones obligadas a que nos llevaría la influencia pasional humana en una sociedad hipotética, sin duda, pero sin duda también realizable a muy corto plazo.

Sígame usted, por tanto, con la atención que el caso requiere y yo le prometo que llegaremos a un acuerdo feliz si no se atraviesa por medio la obstinación sectaria, que tantas y tan bellas causas estropea.

El asunto lo merece ciertamente y la cortesía que le distingue me concederá, sin esfuerzo, la atención que solicito, aun cuando pueda parecerle pedigüeño y enojoso en extremo.

Se lo agradecerá por anticipado su atento contrincante. 

II
 
Convengamos de antemano, y como primer avance de mi intento, en el significado de las pasiones y su modo de obrar en las sociedades humanas.

Prescindiremos de los diversos prejuicios que acerca de esta materia han formulado las religiones y escuelas filosóficas y examinaremos al hombre pasional en sí mismo.

No creo que sea necesario ningún esfuerzo de su parte para admitir que el hombre no es ni bueno ni malo. La Naturaleza es indiferente al bien y al mal, y en la naturaleza está el hombre. Mecanismo sometido a leyes, conjunto de energías combinadas, fuerza viva capaz de actuar en todos sentidos, reúne el hombre las condiciones necesarias para producir el bien o el mal, según la dirección, que al mecanismo se le imprima.

No me importa averiguar si el ser humano obedece al determinismo de la materia o es soberano de sí mismo por el libre albedrío. No ventilamos ahora problemas de psicología fisiológica. Y basta, por tanto, observar que el hombre, socialmente considerado, se manifiesta bueno o malo, con arreglo a su temperamento, su educación, su cultura, etc. y, sobre todo, conforme a las diversas condiciones del medio en que se desenvuelve. En ese supuesto puede afirmarse que las pasiones humanas son los movimientos más o menos acentuados que el hombre ejecuta en virtud de la atracción o repulsión de las cosas que pueden causarle placer o dolor.

Y claro está que si el hombre no es bueno ni malo por sí mismo, otro tanto Ocurre con sus pasiones. Digan de ellas lo que quieran las preocupaciones religiosas o filosóficas, son simplemente buenas o malas las pasiones según la dirección en que se las impulsa, y así llevan a las grandes virtudes como a los grandes vicios, así conducen a los más nobles heroísmos como a los más repugnantes crímenes. Una buena educación unida a un organismo bien equilibrado, excluyen toda contingencia pasional extraviada. Las pasiones extraordinarias se dan en los hombres extraordinarios. Son la excepción, no la regla.

Exteriorización de la propia naturaleza del hombre, son las pasiones como la relación necesaria entre sus órganos y las cosas que se estiman o se odian, que se desean o se repugnan. "Naciendo el hombre con necesidades, -dice d'Holbach- nada le es más natural que el deseo de satisfacerlas; susceptible del placer o del dolor, nada más natural que el amar el uno y aborrecer el otro. De donde se concluye que los deseos y las pasiones son esenciales al hombre, inherentes a su naturaleza, inseparables de su existencia y necesarios a su conservación. "

Considerar las pasiones, según las ideas de los estoicos, como enfermedad del alma; rechazarlas y pretender destruirlas como un gran mal de la vida, según hacen los creyentes de todas las religiones, vale tanto como proclamar el aniquilamiento del hombre mismo. En el fondo, no otra cosa suponen las tétricas teologías y las filosofías místicas que niegan la vida en aras del más allá ignoto.

¿Qué sería el hombre sin esos movimientos de atracción o de repulsión por los objetos queridos o aborrecidos? ¿Qué sería el hombre sin el amor, sin el deseo de bienestar, sin el anhelo del placer?

El odio mismo, pasión implacable, es altamente beneficioso cuando mueve al hombre contra la tiranía, contra la inmoralidad, contra todo atropello a la dignidad humana, contra la injusticia y la iniquidad.

La cólera, terrible sentimiento capaz de los mayores , daños, es natural y necesaria en ciertos límites, plausible cuando nos arroja a las tragedias en las que las vilezas sociales, las infamias humanas quedan sojuzgadas.

El amor propio, con frecuencia molesto, es, no obstante, acicate de dignidad que nos impide degradarnos.

Todas las pasiones, aun las peor reputadas, dentro de su medio natural de expresión, constituyen el fondo real de su vida y ellas hacen que el progreso humano no sea una simple palabra, que el trabajo, el arte, la ciencia, no sean conceptos vacíos de sentido. Sin la temeridad, no habría héroes. Sin el amor, no habría artistas. Sin la curiosidad, no habría ciencia. Sin las necesidades de la vida, no habría trabajo, no habría sociedad, no habría hombre. Sin el deseo del placer, el mundo se convertiría en un inmenso cementerio. Sin el amor de la gloria, sin la ambición de la gloria, si se quiere, todos seríamos unos pobres diablos.

Inútil declamar contra las pasiones; más inútil pretender aniquilarlas. Así como se dice del escritor "el estilo es el hombre", así se puede decir del ser humano que "las pasiones son el hombre". Sin ellas sería un leño o una estatua, según la expresión del filósofo. Y como el hombre no es por naturaleza ni lo uno ni lo otro, se deduce en buena lógica que sus pasiones son necesarias y útiles a su propio desenvolvimiento y al desenvolvimiento social.

Puede argüirse que las pasiones producen a veces efectos desastrosos, así para el individuo como para la sociedad. La observación no estará bien hecha, porque no es la pasión en sí la causa de tales desastres. Lo es su corrupción, su falseamiento; lo es el medio en que actúan. El deseo de satisfacer nuestras necesidades, suele trocarse en afán de riquezas, en usura, en robo. El amor propio, el amor de sí mismo, indispensable para el mantenimiento de nuestro decoro, de nuestra dignidad, conduce también a la pedantería y al orgullo. Mas no son éstos los productos naturales de la pasión. Aquí juega un papel principalísimo la moral social, las instituciones públicas, el patrimonio hereditario. Hay poderosas excitaciones al mal. Hay perversiones latentes. No son ricos todos los ladrones, pero casi todos los ricos son ladrones. Pedantes hay muchos en la cumbre; hombres dignos, no pocos en la sima.

Distingamos, pues, entre la pasión propiamente dicha, y sus viciosas desviaciones. Aquélla jamás puede contravenir el orden social, la vida armónica de los pueblos; éstas son siempre causa de perturbación y de graves males, así para el individuo como para la sociedad.

Más aún tratándose de las desviaciones pasionales, es preciso no olvidar la influencia de que he hecho mención en mi primera epístola. Las costumbres sociales y las leyes establecidas nos han hecho entender que toda ganancia es legítima y así se ve que la mayor parte de los hombres tratan de vivir cómodamente por medio de lo que en buen castellano se llama robo, el despojo continuo al resto de los ciudadanos, de tal modo que puede decirse que solamente se castiga la violencia del acto, aun cuando ésta esté justificada por la miseria o por la necesidad que, como dice muy bien d'Holbach, carece de ley. Del mismo modo podéis observar que mientras todo el mundo, tiene horror al asesinato, lo disculpa y tolera, por las preocupaciones sociales, cuando se disfraza con el nombre de duelo. Se repudia el robo, y el comercio y la industria no son más que portentosas organizaciones del latrocinio reglamentado al amparo de la ley. Se condena el asesinato, y la vindicta pública ahorca y fusila y las guerras glorifican el asesinato en masa. ¿Cómo queréis, amable contrincante, que las pasiones no se desvíen y produzcan terribles y desastrosos efectos?.

Pero cambiadlo todo; haced que el hombre halle sencilla y naturalmente los medios de satisfacer sus necesidades; procurad que la veracidad substituya a la mentira y a la hipocresía, y veréis como las pasiones obran de muy distinta manera.

“El carácter –dice Hobbes- es fruto del temperamento, de la experiencia, del hábito, de la buena o mala fortuna, de las reflexiones, de los discursos, del ejemplo, de las circunstancias. Cambiad estas cosas y el carácter se cambiará.”

Pues así os digo yo: el vicio es fruto de nuestras costumbres sociales, de nuestras leyes, de nuestras preocupaciones y errores, de nuestras más que inútiles, dañosas instituciones. Cambiad todo esto y el vicio desaparecerá.

Convengamos, para terminar por el momento, en que las pasiones son absolutamente indispensables para que el hombre sea algo más que una máquina; convengamos en que sus defectos sociales no son de ningún modo perniciosos para la sociedad ni para el individuo, sino, al contrario, útiles y provechosos a todos; convengamos, en fin, en que la vocinglera declamación de los que quisieran convertirnos en leños o en estatuas es ajena por completo a las ideas que predominan en nuestros tiempos y a las verdades de orden científico, y afirmemos correlativamente los males indudables de las desviaciones de la pasión que en gran parte son fruto de preocupaciones, errores, hábitos y ejemplos cuya influencia no somos bastante fuertes para evitar.

Y convenido esto, dejemos para la siguiente carta el examen del determinismo, del extravío pasional, y de los medios adecuados para neutralizarlo o suprimirlo.

Rindiendo culto a la brevedad, queda a sus órdenes...
 
III 
 
A poco que reflexionéis sobre las breves consideraciones de mi carta anterior, habréis de comprender que el extravío de las pasiones no proviene de ellas mismas.

Suponed al hombre en posesión de todas sus facultades y derechos; suponedle dueño de sus actos y en posesión de los medios necesarios para vivir con decoro; suponedle suficientemente culto para que puedan en él identificarse la ciencia y la conciencia; suponedle, en fin, consagrado al trabajo como miembro activo de una sociedad bien constituida, e indudablemente sus pasiones no podrán producir para sí y para los demás nada que no sea útil, conveniente, laudable y hasta necesario, si no es por rarísima excepción un tanto discutible. Suponedle, por otra parte, privado, parcial o totalmente, de las facultades y derechos, de sus afectos y de la libertad de sus actos; suponedle privado de los elementos que necesita para vivir dignamente y de la cultura indispensable para no marchar a ciegas por los senderos de la existencia; suponedle ocioso miembro inútil de la sociedad, y no negaréis que sus pasiones producirán más males que bienes, más perturbaciones que armonías.

Pues bien esto sentado, cabe preguntar: ¿si el vicio no tiene su origen en las pasiones inherentes al hombre, de qué proviene?

Voy a tratar de probaros que tiene su origen en la ausencia del sentimiento de Justicia. Glosaré, a mi modo, al filósofo de Besanson a trueque de que, como es ahora uso en algunos hombres de ciencia, se diga que todo esto no es más que lógica de sentimientos.

Las sociedades humanas están, sostenidas tanto por las necesidades materiales como por los sentimientos morales. La ciencia es una corroboración. La lógica pura un resultado. La vida no es un teorema porque es algo más que un teorema. Se puede pasar sin ciencia; no así sin alimentos y sin afectos. La fisiología es antes que la lógica. Si la justicia es cosa de sentimiento, toca a la ciencia razonarla.

Dispensad esta breve digresión y prosigamos.

Conoceréis la historia lo suficientemente bien para convenir conmigo en que las religiones, consideradas como idea y como sentimiento, han extraviado durante mucho tiempo a los hombres de todos los hemisferios. Las religiones todas, sin excepción, situando fuera del hombre la existencia del Bien, trasunto de la Justicia, nos acostumbraron a la creencia de que sólo de lo alto podrá sernos dado. Y para conseguir nuestra identificación con el principio de la justicia ultra terrestre, nos educaron en la práctica del bien por el temor y en la del odio hacia cuanto significaba oposición a la doctrina trascendente. Pero el temor y el odio han ido disminuyendo en el curso del tiempo hasta desaparecer casi por completo. Perdida la fe, se produjo el vacío moral, y la mayoría de los hombres quedó sin rumbo. Necesita la humanidad de los grandes ideales, y el período de transición fue naturalmente breve. Bien pronto se operó una profunda revolución. El principio del respeto mutuo que es, en esencia, traducción de la idea de Justicia, encarnó entonces en el órgano representativo de la sociedad, el Estado, y hablando más a la lIana, en el príncipe, el emperador, el rey, el primer magistrado, como se dice en términos democráticos. Pero entonces, como antes, se nos impuso el bien por el temor, temor a los nuevos poderes humanos, no mejores que los divinos. Obedientes un día a la voz de la altura, nos acomodamos fácilmente a los mandatos de los hombres representativos. También este santo temor a la autoridad social ha venido a menos. Es todavía la base de nuestras instituciones, pero está ausente de todas las conciencias.

Al presente nos encontramos en pleno escepticismo. Algunos buenos ciudadanos, un tanto místicos, buscan anhelantes un ideal nuevo, y no pudiendo inventar mejores religiones o más aceptables poderes, Se refugian en la moral independiente.

Pero ¿cuál es esa moral? ¿En qué se apoya? ¿Cómo se define? La moral es cosa extremadamente variable de lugar a lugar, de tiempo a tiempo, de clima a clima. Hacer el bien por el bien mismo es cosa óptima mas ¿qué es bien? ¿Qué es mal? ¿Qué nos garantiza esta bondad que se recomienda a sí misma?

No; la moral no basta. Asociada a la religión y asociada al Estado, ha sido impotente para guiarnos al bien. Por sí misma, no tendrá ni más fuerza ni más eficacia.

Es la justicia inmanente, valiéndome de términos caros a los filósofos, la única fuerza, el único imperativo, el solo motor que puede regular la vida social e inspirar la conducta individual.

Bajo esa palabra vaga que parece prestarse a las mismas dudas que la palabra moral, hay una cosa verdadera, indestructible. Subsiste, a través de todos los tiempos, en todos los hombres un fondo de equidad. No preguntéis en qué consiste ni cómo se define. Sencillamente observad cómo obra. Apenas hay momento supremo de la vida en que ese espíritu de equidad no se imponga a todos, sabios o ignorantes, pobres o ricos. Podrá flaquear ante las conciencias de los intereses, esfumarse en tiempos de subversión general; pero de ordinario nos conduce a ser rectos, considerados, respetuosos; en fin, justos.

Mientras el hombre creyó que la Justicia venía de lo alto, tuvo respeto para la Divinidad. Sin aquel espíritu de equidad, aun este respeto a la Divinidad hubiera sido imposible. Y por respeto a la Divinidad odió a sus semejantes, hizo las guerras religiosas, se sometió a la esclavitud, fue autómata, fue cosa. Tal idea de la Justicia no podía dar otros resultados.

La anulación absoluta es imposible, y al cabo se perdió aquel respeto y se estimó entonces que la Justicia era función de la sociedad. Continuamos situando fuera de nosotros lo que está en nosotros mismos. Se repitió la larga historio de guerras, de servidumbre, de anulación. El ciudadano es un rodaje del gran todo social. No hay respeto a la dignidad personal si no es por la imposición colectiva. Dios se llamó Estado.

¿Qué queda de todo esto? Subsisten todavía los templos y los cultos, las formas políticas y todas sus representaciones; pero subsisten a la manera que perduran algunas aglomeraciones de salvajes a la par del mundo civilizado. Todo ello ha muerto en la conciencia pública.

Ahora se levanta la personalidad y recaba su independencia. El ideal ha trasladado sus dominios al hombre libre, igual al hombre, que es el hombre justo. La idea de la dignidad personal, fruto del sentimiento de justicia inmanente, se produce en nosotros de un modo reflejo, y estimarse a sí mismo es idéntico a estimar a los demás. En vez del animal religioso, del ciudadano sumiso, del ser moral (metafísica se llama esta figura), afirmamos el hombre justo. La Justicia es superior a todas las teologías y a todas las filosofías. La justicia no es posible sino entre iguales, igualmente libres. Y es la libertad y es la igualdad la expresión terminante de los modernos ideales. La regla religiosa, a la sanción social, o finalmente, a la sanción moral, responde el principio revolucionario de la dignidad personal.

La justicia -dice Proudhón- es para todo ser racional principio y forma del pensamiento, regla de conducta, objeto de saber y fin de la existencia. Es sentimiento y noción, manifestación y ley, idea y hecho; vida, espíritu y razón universales. Así como en la Naturaleza todo concurre, todo conspira a un fin, todo marcha de acuerdo, según la expresión de un antiguo; así como, en una palabra, todo en el mundo tiende a la armonía y al equilibrio, así también, en la sociedad, todo se subordina a la Justicia, todo la sirve, todo se hace según sus mandatos, según su medida y su consideración; sobre ella se constituye, y a este fin el de los conocimientos; en tanto que ella ni está sujeta a nada, ni reconoce quién la mande, ni sirve de instrumento a poder alguno, ni aún a la misma libertad. Es de todas nuestras ideas la más inteligible, la más constante y la más fecunda, es de todos nuestros sentimientos el único que honran los hombres sin reservas y el más indestructible. Percíbela el ignorante con la misma plenitud que el sabio, y por defenderla se hace en un momento tan sutil como los doctores, tan valiente como los héroes. Por eso la edificación de la Justicia es la gran empresa del género humano, la más magistral de todas las ciencias, obra de la espontaneidad colectiva mejor que del genio de los legisladores, obra que jamás tendrá fin.

Del mismo modo que no podéis negar que las pasiones humanas son un hecho de naturaleza, así también convendréis conmigo en que el sentimiento de la Justicia, de que habla Proudhón, nuestro primer filósofo revolucionario, vive poderoso en el hombre y se le impone aun en las cosas más mínimas, y así conmigo convendréis también en que sólo por la debilitación de este sentimiento, el hombre cae, degenera y se envilece.

En todos nuestros actos, en todas nuestras determinaciones, el espíritu de Justicia se manifiesta vigoroso. Aun en los mayares extravíos, un poco de equidad pugna por abrirse paso. Sólo la preocupación religiosa y la razón de Estado han podido debilitarlo en nosotras. La montaña de una falsa educación pesa sobre la humanidad civilizada. La dignidad personal ha muerto en manos de la religión primero, del Estado después. Nada nos distingue, si no es el oropel de la ciudadanía, de los pueblos petrificados en la etapa teológica. Nuestros vicios, nuestros extravíos, nuestros crímenes, nuestras locuras, de ahí proceden. Dios y Estado, religión y legislación, misticismo y obediencia, revelación y explotación, de ahí la fuente de donde manan todos los extravíos pasionales.

Se nos dice que la felicidad no es de este mundo, se nos enseña a despreciar nuestras obras y a nosotros mismos, y la Naturaleza se subleva contra tamaña abominación.

Se nos pide respeto y acatamiento en las relaciones can nuestros semejantes, a nombre de una razón colectiva que se impone por la fuerza, y la Naturaleza se rebela también. La individualidad se revuelve airada.

Autoridad, propiedad, legislación, formas diversas de un mismo prepósito, la subordinación del individuo, juegan el mismo papel en esta existencia social que la religión, la absurda abstracción de un poder sobrenatural y antihumano.

La revolución es la que únicamente puede rehabilitarnos por la Justicia, provocando y exaltando en nosotros el sentimiento de la dignidad, el respeto mutuo, la independencia y la solidaridad. "En el orden de la conciencia -dice Proudhón- el más elevado de todos es la Justicia propiamente dicha, regla de nuestros derechos y de nuestros deberes, y en el orden de la inteligencia, lógica, matemática, etc., es la igualdad o la ecuación; en la esfera de lo imaginativo tiene por nombre ideal; en la Naturaleza el equilibrio. En cada una de estas categorías de ideas o de hechos, la Justicia se impone bajo un nombre especial y como condición sine qua non; sólo en el hombre, ser complejo cuyo espíritu abraza en su unidad los actos de libertad y las operaciones de Ia inteligencia, las cosas de la Naturaleza y las creaciones de lo ideal, se impone sintéticamente y siempre con igual autoridad; por eso el individuo que en sus relaciones con sus semejantes falta a las leyes de la Naturaleza o del espíritu, falta a la Justicia."

Admitid, pues, esta idea, este sentimiento de justicia que no os deja reconocer la preocupación religiosa y la preocupación política y veréis claramente que de conferirlo unas veces a la Divinidad y otras al Estado proceden todas las perturbaciones así individuales como sociales.

Imposible me parece que vayáis a pretender una revolución religiosa, una renovación política. La derrota de estos ideales es definitiva. Y del eclecticismo actual, sólo saldremos por la exaltación de la Justicia, de la Justicia inmanente. Que el hombre sea su Dios, su rey, su legislador, su todo: esto es lo que quiere la revolución, y no lo dudéis, la revolución triunfará, so pena de extinción de la raza humana por falta de ideal para su imaginación, de justificación para su conciencia, de salud y bienestar para su, cuerpo.

Pero observo que me extiendo demasiado y no quiero faltar a mi propósito. Hasta mi próxima.

Vuestro siempre, etc.…

IV 
 
Habréis comprendido ya, por lo que llevo dicho, que en la exaltación de la dignidad personal descansa el fundamento de nuestras aspiraciones. Cuando el hombre se estime a sí mismo en cuanto vale, estimará de igual modo a los demás y rechazará todo acto de injusticia, porque lastimará en su individualidad al grupo de que forma parte. La moral habrá dado un gran avance subordinándose al principio de Justicia; el extravío de las pasiones será tanto menor cuanto más y más se aprecien y respeten los hombres entre sí. La consideración entre iguales es cosa indiscutible.

Ahora bien: ¿En qué condiciones hemos de llegar a esta exaltación de la dignidad personal, tan rebajada por siglos de abyección religiosa e ignominia gubernamental? ¿En qué condiciones este ideal de la Justicia puede llegar a realizarse?

Contestaré sencillamente a estas dos preguntas: las condiciones necesarias de esta gloriosa transformación son: la libertad, el pan y la ciencia, La libertad, porque ella restituirá al hombre a su soberanía, a la integridad de sus actos, a la autonomía de su conciencia y a la razón, arrancándole de la esclavitud de la Iglesia y del Estado. El pan, porque sin la plena satisfacción de las necesidades de la alimentación, vestido, etc., no puede haber hombres dignos y libres, sino seres disminuidos, sumisos al que paga y al que manda, depauperados por el hambre, agotados por la miseria. La ciencia, porque ella edificará en la conciencia y en la razón de los hombres todo lo que no han podido edificar ni la religión ni el Estado: mutualidad, respeto, bondad, equidad, justicia.

"Puesto que el hombre llega a hacerse respetar él mismo y ser respetado por sí, es decir, por lo que vale su personalidad, será su protector, su guía y su juez".

Por la libertad, la igualdad y la ciencia, el hombre se dignificará, se elevará a la categoría de soberano y será factor de armonía social, porque será factor de justicia y de reciprocidad. Por la libertad, por la igualdad y por la ciencia se sustraerá, en fin, a la esclavitud del cuerpo y a la esclavitud de la conciencia; a la servidumbre del Estado, del capitalista y del sacerdote; al temor de los dioses y de los gobernantes.

Y es evidente que sustraído a estas diversas formas de degradación, causa permanente del extravío de las pasiones, que en posesión de un más alto concepto de sí mismo, todo el respeto que antes-mostraba el hombre por los dioses del cielo y por los dioses de la tierra, refluirá sobre el hombre mismo en el seno de la sociedad, comunidad, república, o como queráis llamarla.

Siglos y siglos de educación religiosa no han bastado para arraigar en nosotros las diversas doctrinas de la teología; no han bastado para adaptarnos a la obediencia, a pesar de las variadas formas que ha ido revistiendo el principio de autoridad. El principio de la rebeldía y el de la duda han rebasado la herencia de los siglos. Si muchas cosas han persistido, muchas otras han variado. La evolución es el contrapeso de la herencia. Sin esto no habría progreso, y en lo humano no hay modo de negarlo. Ante todo y sobre todo surge poderosa la idea de nuestra soberanía oponiéndose a todos los obstáculos desde Dios hasta el último agente de la autoridad constituida. ¿Qué queréis que os diga y os proponga si tal es la naturaleza humana?

Que el hombre sea soberano: dadle pan, libertad y ciencia y no temáis.

"Las leyes son inútiles para los buenos -dice Demonax-, porque los hombres de bien no las necesitan; y también para los malos porque éstos no son mejores con ellas."

Porque, tenedlo en cuenta, la educación y la ciencia no pueden hacer del hombre todo lo que se les exige sino son ayudadas por un estado conveniente del educando o estudiante, del mismo modo que los afanes del agricultor se malogran en todo o en parte si las condiciones del suelo no le ayudan y favorecen en su tarea.

Poco importa que por la educación y por la ciencia hagáis un ser moral, sabio, justo, virtuoso, si lo colocáis en un medio social donde aprende inmediatamente que todas estas cualidades para nada sirven, porque sólo vive y vive bien el que explota y tiraniza, el que se apropia todos los beneficios y prerrogativas, todos los placeres y todas las ventajas. Poco importa, repito, que edifiquéis por la ciencia el hombre justo si ha de tropezar por todas partes con el espectáculo de la injusticia entronizada, de la desigualdad establecida y amparada por la ley, del privilegio y de la indignidad y la bajeza triunfantes. ¿De qué me sirve mi capacidad, mi razón, mi conciencia -dirá el hombre justo- si he de ser dócil instrumento de otros y oprimir o ser oprimido, explotar o ser explotado?

La primera condición de todo orden social equitativo es la libertad. No olvidéis que sin pan la Libertad es una solemne mentira. Una vez conquistada la libertad, poco resta que hacer.

La ciencia, en su expresión más general, ciencia de la naturaleza, de la vida y las costumbres, lógica, matemáticas, filosofía, es lo que necesitaremos adquirir inmediatamente para que el nuevo ideal se afiance y se confirme.

“Lo mismo que se ha dicho del hombre de bien que sabía ser elocuente porque tenía conciencia, se puede decir también que el sabio es incompatible con el malvado y que la conciencia edifica en nosotros la ciencia” (Proudhón).

Los moldes estrechos de nuestra instrucción y de nuestra educación social, más deprimentes que edificadores, se romperán al fin como se romperán los cachivaches de la sociedad y de la ley. Esto será simultáneo.

La ciencia que suponéis en el legislador pertenece a todos los hombres, en todos radica. ¿Qué podéis objetar a la soberanía personal? Puede y debe el hombre gobernarse sí mismo, porque sólo a condición de esta soberanía es posible el hombre justo a que aspiramos.

Necesita la humanidad un ideal y el ideal lo lleva en sí misma. La Justicia los emancipará definitivamente. Ella vive en el individuo y en la especie y se manifiesta prepotente aun por encima de nuestros vicios. ¿Cuántas veces el malvado es impotente para rebelarse contra ella, y la reverencia y la acata!

Me diréis todavía que, a pesar de todo esto, el vicio, el extravío pasional prevalecerá.

Y bien: yo no dudo -como dice un filósofo- que hay virtud y vicio, así como hay salud y enfermedad. Mas ¿acaso preconizo yo el hombre perfecto? ¿Acaso pretendo convertir a los hombres en ángeles?

Yo os hablo constantemente del hombre tal cual es, no del hombre ideal, fruto de visionarias imaginaciones. Y con el hombre de hoy ha de realizarse esta gran transformación que os anuncian conmigo, y yo con ellos, millones de hombres de trabajo.

Admito el extravío de las pasiones y hasta el crimen, si queréis, como admito la patología y la demencia. Y admitiéndolo, me limito a remitiros a las enseñanzas de la antropología y de la sociología, que no han dejado de vuestro aparatoso edificio jurídico sino informes escombros.

¿Podréis darme por ventura, vos y los vuestros, alguna solución que realice lo que sólo es posible en una existencia de lo absoluto, negación terminante de la vida y del progreso?

Vuestras leyes y vuestras autoridades con su vindicta pública no han sabido hasta el presente más que sumar un crimen a otro crimen. Vuestras cárceles se llenan continuamente de delincuentes ¿y que obtenéis? No menos que la creciente perversión del delincuente.

Si retrocedéis un poco volveréis al Dios de las venganzas. La venganza, sólo la venganza os inspira.

En un régimen de libertad, convenientemente auxiliado por la educación y por la instrucción, todo sucederá de distinto modo. Suprimidas las causas de la delincuencia, habrá que cerrar las cárceles, substituida la medicina al castigo, habrá la posibilidad de curación para el delincuente. ¡Comparad los resultados presentes con las posibilidades futuras!

¿Cómo no ha de suceder así si vosotros veis en el ser humano sólo lo despreciable, lo subordinado a un ente superior mientras nosotros lo reputamos como lo más digno, lo más notable y lo colocamos por encima de todo, soberano y juez de sí mismo? A tales causas tales efectos.

¿Qué importa que la pasión desordenada ocasione pequeñas perturbaciones?

En la Naturaleza el equilibrio es innegable, y no obstante, las perturbaciones parciales se hacen patentes a cada momento.

Es menester que no se inviertan los términos tomando por esencial lo secundario, y recíprocamente.

Reconocido el hecho y examinado con la atención debida, veremos que esas perturbaciones decrecerán sensiblemente en número, como ya he dicho, y que contra ellas el único remedio es la misma libertad.

Esto quiere decir que vamos a entrar de lleno en la cuestión capital.

Queda por un momento a vuestras órdenes, etcétera.
 
V

Hagamos un buen resumen. Habéis visto primero que las pasiones humanas por sí no sólo pueden producir desórdenes, sino que son el agente necesario de manifestación para el individuo y para el grupo. Habéis visto luego que las tales pasiones obran en la sociedad según el medio ambiente en que se desarrollan. Y habéis quedado convencidos de que en realidad son los extravíos pasionales los que dan origen a la perturbación, de orden general en nuestros días, extremadamente limitada en lo futuro, dada una organización de acuerdo con la naturaleza humana.

Creo haber demostrado que la inarmonía social es el resultado inevitable de los principios en que descansa nuestra organización presente.

No discutiremos más este punto. Vosotros reconocéis el mal y os declaráis impotentes para evitarlo. Vuestras instituciones no van más allá de la cárcel y del patíbulo. Y cuando no acudís a la represión largáis el mochuelo a la Divinidad. Este modo de proceder no fatigará a vuestro entendimiento. Es sumamente expeditivo.

Examinemos la hipótesis que defiendo.

Hacedme la merced de avivar vuestra potencia de abstracción y olvidaos por un momento de las instituciones sociales que hoy nos rigen. Basta que conservéis intacta la noción del hombre tal cual es en sí mismo.

Figuraos una sociedad nueva. Los llamados poderes públicos han sido abolidos y el principio de autoridad se ha esfumado. El mandato y la obediencia no existen: todo es voluntario, acatamiento, mutuo apoyo, recíproco respeto. La autoridad es materia de cambio, cada cual la acepta como le parece conveniente, del mismo modo que aceptamos hoy los preceptos de higiene, la opinión de los especialistas, etc. Todos los hombres son libres, Libremente se trabaja, libremente se cambia, libremente se contrata. La propiedad privada de la tierra, de las fábricas, de las minas, ha sido substituida por la posesión en común. Cada cual, individuo o grupo, usa libremente de cuanto necesita para producir cambiar y consumir. El arte y la ciencia son de dominio general, Todo se ha socializado.

A la división de gobernantes y gobernados ha substituido la asociación de los hombres libres. A la de explotadores y explotados, la gran familia de los iguales, iguales a la medida de sus diversas condiciones y de sus variables necesidades. La igualdad implica la medida de la satisfacción de todas las desigualdades naturales.

Preguntaréis asombrados: ¿Cómo se entienden, cómo se las arreglan en sus relaciones los hombres libres e iguales?

Seguramente no concebiréis un rebaño sin pastor y os costará gran trabajo imaginar una sociedad sin gobierno, un campo sin amo, una fábrica sin patrono. Suprimid la falsa analogía del rebaño y la sociedad y vuestro entendimiento se despejará.

No somos borregos, señor mío. Por algo y para algo llevamos en nosotros mismos la razón, guía único, supremo soberano de nuestros actos. Podemos asociarnos como hombres, entendernos sin pastor. El rebaño, la recua, la piara no son asociaciones. ¡Qué pobres andáis de inteligencia! Y que podemos entendernos y asociarnos sin pastor, lo prueban, a mayor abundamiento, multitud de asociaciones privadas que viven hoy mismo fuera de la legislación y del principio de autoridad. Y os lo prueba, en último término, vuestra propia vida social, que no es más que una serie complicada de transacciones libremente realizadas. El Estado, el gobierno, etc., son un añadido, un andamiaje, superestructura innecesaria.

En esta sociedad nueva que presupongo, los hombres se asocian, se federan para tal o cual fin, sin necesidad de subordinarse los unos a los otros. Combinarse, no subordinarse, es el objeto de toda sociedad. El contrato es la fórmula corriente entre los hombres libres, Hoy mismo la mayor parte de la vida social es puro contrato. Los emancipados así procedéis. Pues del mismo modo que vosotros constituís sociedades industriales, mercantiles, etc., así ellos se asocian, constituyen federaciones de producción industrial, de trabajo agrícola, de arte, de instrucción, de seguridad, de mutuo apoyo. La sociedad es así la resultante libre y espontánea de las iniciativas espontáneas y de grupo, libremente concordadas.

¿No os parece que esa es la sola manera de que la armonía social sea una realidad? ¿No creéis que en un medio tal, las causas de extravío y de desorden apenas existirán?

Vuestros hombres de gobierno y vosotros mismos, vivís acorralados por el temor a las sediciones. En nuestra hipótesis no son posibles. ¿Contra qué ni contra quién rebelarse? Las asociaciones se disuelven lo mismo que se forman, libremente. Donde nadie obliga a nadie, nadie tiene que rebelarse contra nadie.

Pues bien: En una sociedad bien organizada, ¿pueden las pasiones humanas ser causa de inarmonía? Ya os he dicho que las pasiones en sí mismas son la fuente natural de toda manifestación, de toda actividad, de todo progreso. Lo son en vuestro propio organismo social. ¿Cómo no lo serían en el que supongo?

Pero me diréis: ¿y las pasiones que d'Holbach llama viciosas, con todas sus consecuencias de delitos y crímenes?

No temáis que rehuya la cuestión. Voy a probaros, con este motivo, mi tesis principal.

Os he demostrado que muchas pasiones naturales se pervierten a causa del medio social en que se producen. Puedo probaros también que muchas de las que tenéis por pasiones perturbadoras no lo son sino desde vuestro punto de vista. El que se subleva es para vosotros un delincuente; lo es también el que toma lo ajeno contra la voluntad de su dueño, Y yo os digo que el que se rebela no es un delincuente. Toda nuestra historia es una serie de rebeliones, y las que vosotros condenáis son únicamente las que van contra vuestro poder. No tenéis otra lógica que la de vuestro privado interés. Sois falsarios. Como por naturaleza el hombre es libre, toda privación de libertad es iniquidad y no es delincuente el que se subleva, sino el que detenta la libertad. También hay parcialidad cuando condenáis el robo. Satisfacer una necesidad no puede ser delictivo. Es delito privar a cualquiera de los medios indispensables a su subsistencia. Pero vuestras leyes, vuestras instituciones lo entienden al revés. Yo no amparo al robo, sino que junto en una misma condenación a todos los ladrones. Hay en vuestras palabras contra la voluntad de su dueño, lo que se llama una petición de principios, ¿Quién ha instituido esos dueños? Habéis legalizado el robo y repudiáis a los que aplican violentamente vuestros astutos procedimientos. A poco que se les permita la impunidad, los ladrones entran en la ley y son reverenciados. El éxito les hará gritar bien pronto contra la canalla que se apodera de lo ajeno contra la voluntad de su dueño. Todo esto es viable en vuestras instituciones sociales y todo ello está fuera de la Justicia.

Socializad la riqueza y el problema será muy distinto, Quien quiera que se apodere de una parte de esta riqueza será en realidad un detentador, un ladrón. Pero ¿por qué ha de acaparar nadie aquello de que puede hacer libre uso?

Tal es la fuerza de nuestra hipótesis que realiza una ficción vuestra. Habéis querido hacer propietarios a todos los hombres, teóricamente se entiende, e inventasteis una trampa, dispensad la palabra. Con la posesión en común y el uso libre de la riqueza social, nosotros convertiremos en realidad vuestra ficción: todos los hombres son propietarios.

Empezad la eliminación. Delitos de sedición, ataques a la autoridad, desconocimiento de los poderes constituidos, son sucesos imposibles en una sociedad libre. Por aquí se os escapan de las garras una porción de criminales. El hurto, el robo en todas sus formas, es igualmente imposible donde cada uno dispone de los medios necesarios para subvenir a las exigencias de la vida. Con esta nueva tanda, vuestros presidios se despueblan. Podéis poner en las puertas el consabido "se alquila".

¿Qué queda, en efecto? El homicidio y el asesinato son casi siempre derivaciones de la rebelión o del robo. Los delitos llamados de sangre raras veces se dan sin concomitancias con determinados móviles.

Matar por matar, matar por la ceguedad de todas nuestras potencias humanas, es una monstruosidad muy poco frecuente, por fortuna. Registrad vuestras estadísticas criminales, y a pesar de sus prejuicios, os convenceréis de lo que digo.

Todavía restan los delitos ocasionados por amor, los celos, etc. No significan tanto, hoy mismo, como parece. Los sostiene y fomenta la maldita idea de la propiedad. Consideramos a la mujer como consideramos a la vaca o a la máquina, cosa apropiable. Queremos en todo la exclusiva. La educación actual confirma todo esto y nos induce al delito. Las leyes son ineficaces para corregir lo que la educación edifica. Cambiemos de arriba a abajo todo el organismo social. Es preciso.

Sea como fuere, la ley nada remedia, el castigo nada evita. Por eso volvemos la vista de nuevo a la libertad y a la ciencia. A la libertad para educar al hombre en los hábitos de su soberanía y de su respeto propio, fuente y origen del respeto reciproco entre todos los seres humanos. A la ciencia para .que remedie, corrija, enmiende o modifique las torceduras de la Naturaleza. Ella hará cada vez más; el castigo y la ley hacen cada vez menos.

¿Qué significarán algunas pasajeras perturbaciones de la pasión extraviada o del organismo enfermo?

El delito y el crimen quedan tan reducidos que estoy por aseguraros que se anulan por completo. No rechazaré, sin embargo, su posibilidad, del mismo modo que no rechazo la existencia de las enfermedades. Todo es uno y lo mismo. Nada hay que no sea producto de estos dos factores: el individuo y el medio en que se desenvuelve. En cada momento de la vida se está elaborando en cada organismo lo que será en cada instante subsiguiente, sano o enfermo, cuerdo o loco, honrado o delincuente. Pero de todos modos, esto no importa gran cosa a mi tesis.

Por de pronto la delincuencia y la criminalidad son mucho menores en mi supuesto, aun con las condiciones del hombre actual. ¿Cuánto no disminuirían por medio de la instrucción integral y por una educación desposeída de errores y preocupaciones? Reconoced conmigo la certeza inmediata de esta disminución. Es de una evidencia concluyente.

Ya sabéis que la violencia provoca la rebeldía. Si aún en mi hipótesis quisierais acudir a la autoridad contra el extraviado, sólo conseguiríais exacerbar el delito y el crimen. La libertad, sólo la libertad, ayudada por la ciencia, es el remedio.

Y como, en resumen, tan pequeñas perturbaciones no pueden constituir más que una rara excepción, concluyo, en buena lógica, que la inarmonía social no puede derivarse de las pasiones humanas en una sociedad equitativamente organizada.

En vuestro sistema ocurre todo lo contrario. El robo, la sedición, la matanza, tienen carácter permanente y general. Vivimos en plena perturbación. A eso llamáis orden. Os confieso que no lo entiendo.

Si recorréis nuevamente cuanto dejo expuesto, veréis surgir a cada paso la verdad antes dicha, no por mi elocuencia, si no por su lógica. Por ella se verifica, del mismo modo que se hace en una ecuación, al sustituir en lugar de la incógnita su valor, que la causa de la inarmonía social es la existencia de los poderes y de las instituciones representadas por la iglesia y por el Estado que ímplican la ausencia total del sentimiento de Justicia de que antes os he hablado.

Este principio de Justicia, imposible con vuestras instituciones, tiene plena realidad en nuestro ideal revolucionario.

Si aun vaciláis, guardaos de los furores de la revolución.

Vuestro, etc…

VI

Terminaré con un breve epílogo.

Cuando nada se oponga a la libre manifestación de las pasiones; cuando nada estorbe su desenvolvimiento natural, cuando la instrucción convierta al hombre en dueño de sí mismo; cuando la miseria no nos empuje a la desesperación y el privilegio no nos lance a la ruina; cuando, en fin, vivamos en una sociedad libre e igualitaria, la guerra social, la lucha de los intereses, habrán dejado de existir.El crimen horrible que hoy nos espanta hasta el punto de hacernos dudar del hombre, no vendrá a oprimirnos el pecho sumiéndonos en el dolor.

Este orden social, absurdo y feroz, se habrá llevado, al desaparecer, sus efectos más inmediatos: la guerra, la miseria, el robo, el homicidio, el asesinato. Un inmenso abismo separará la historia de nuestros días de la de aquellos tiempos en que la libertad, la paz y la justicia serán una realidad.

El cuadro que hoy se ofrece a nuestra vista es aterrador. Los hombres se matan por los más insignificantes motivos. El hombre burdo e ignorante usa la navaja o la pistola; el florete o la espada el hombre culto. Unos se salvan de la miseria por el robo, otros por el suicidio. Aquí se degrada el hijo de familia, allí se prostituye la mujer. A unos les impulsa el hambre, a otros la desesperación. El ignorante y el inteligente, en lucha desigual con el privilegio, perecen en la demanda o vencen por malas artes. Aquí pasa una falange de escuálidos obreros pidiendo pan o trabajo; allí un montón abigarrado de mendigos, sucios y haraposos, comidos por la miseria; más allá un turbión indefinido de gentes, que un día fueron felices y hoy no conservan del pasado más que sus raídas levitas y su repugnancia por el trabajo manual. Hay que cerrar los ojos para no ver. Sólo a fuerza de hábito se puede vivir indiferente en medio de tanta vileza.

Tal es el estado de cosas en nuestros días. La excepción la constituyen los pocos que viven bien y a gusto con lo existente.

¿Dudáis que la miseria sea el agente principal del crimen?

Vuestras estadísticas lo están voceando; lo dicen vuestros jueces y fiscales; lo grita todo el mundo.

Venid a nosotros si sois hombres de conciencia y ayudadnos a amontonar los elementos inflamables del próximo incendio.

Que no os acobarden la energía de nuestras protestas, las formidables acometidas de las multitudes enardecidas por el espíritu de rebelión y aguijoneadas por el hambre. Todo esto es necesario como anticipo de la batalla definitiva.

No os asombren nuestros cantos al exterminio de la iniquidad. Destruir es nuestra primera obra. La edificación vendrá enseguida, inmediatamente. Llama ya a nuestras puertas.

¿Queréis ser de los nuestros?

Os saluda cordialmente el adversario y cuenta contaros como amigo.

Ricardo Mella

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