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viernes, 13 de junio de 2014

MASTURBACIÓN FEMENINA: ¿TÉCNICAS E INSTRUCCIONES?...

“Es uno de los temas que menos hablamos las mujeres. Y aunque parezca increíble, muchas ni siquiera saben cómo hacerlo. Pudor, vergüenza, sentirse ridículas o preguntarse “para qué” son algunas de las razones que pueden llevar a más de alguna a probar poco o a ni siquiera intentarlo”

Sílvia Bejar


“El fenómeno humano de la masturbación ha sido literalmente deshecho, ensuciado, destrozado hasta el punto que muchas personas viven hoy este hecho humano normal y simple con todo este terror de siglos encima” 

Efigenio Amezúa
“Siéntate con las piernas cerradas”, “No te toques ahí”, “Eso es de cochinas” son algunas de las frases que ilustran el tipo de educación sexual que muchas niñas reciben desde tempranas edades. Estas representaciones de enorme poder, entre otras, actúan como sustrato en el inconsciente social reproduciendo mandatos violentos de género y dificultando el disfrute de la experiencia autoerótica de niñas y mujeres.

No es de extrañar entonces, que a pesar de que la masturbación dejó de ser considerada “parafília[1]” o “perversión” a partir de la mitad del siglo XX, todavía hoy, haya mujeres que no se atrevan a reconocer que se masturban, o peor aún, que no lo hagan por desconocimiento o tabú[2].

La finalidad de este escrito consiste en repensar el concepto de masturbación para incorporar esta práctica en el seno de una perspectiva positiva e integral de la sexualidad, así como cuestionar algunos de los mitos que la acompañan, especialmente a la femenina; insistiendo en la forma en que las creencias en torno a esta han mediado en nuestras actitudes y maneras de practicarla.


En concreto deseamos que esta sección contribuya a que cada vez más mujeres se apropien de sus cuerpos, tengan un mayor conocimiento de estos y de su capacidad de goce en la experiencia autoerótica, que ninguna mujer deje de experimentar y conocer su cuerpo de forma autónoma y liberadora. Compartiremos además muchas de las técnicas que las mujeres utilizamos para masturbarnos ofreciendo así, de forma amena, un sinfín de posibilidades para quien quiera saborear.

Las sociedades ejercen todas un control sobre la conducta sexual de sus ciudadanos partiendo del orden sexual establecido en cada una de ellas. Uno de los dispositivos más potentes es y ha sido siempre el considerar perjudiciales o patológicas aquellas prácticas e intereses sexuales que no obedecen a los dictados de una estructura sexual normativa que en este caso es coitocéntrica, heterosexual y reproductiva. La homosexualidad, la masturbación, el sexo anal y oral también fueron en su día percibidos como poco saludables, incluso como trastornos mentales. Aunque esta percepción ha cambiado bastante, sin embargo acarrea ciertos vestigios que todavía hoy soportamos.

Vicio solitario, sexo manual, amor en solitario, descargas ilegales,… o algunas más modernas, como autoerotismo, hacerse una paja, machacársela, hacerse un dedo, etc. Son algunas de las expresiones que pueden ayudar a dibujarnos la historia de la masturbación, que como podemos imaginar ha tenido diferentes miradas en distintos momentos, lo que ha modelado nuestras creencias, sentimientos y actitudes hacia ella.

Hagamos un breve repaso de la mano de Georgina Burgos antes de continuar. La escritora, resume en su libro[3] la práctica de la masturbación a lo largo de la historia desde los griegos hasta nuestros días:

Hacia el siglo II d. De C., Galeno pensaba que la masturbación era eficaz para la salud corporal ya que servía para descargar el exceso de esperma tanto en hombres como en mujeres. Se creía, idea que se mantendría hasta finales del siglo XVII, que las mujeres eran hombres incompletos. Ambos, hombres y mujeres correspondían al mismo sexo[4], siendo la mujer un hombre del revés, imperfecto, de manera que en los ovarios también se fabricaba esperma. Era común la práctica de masajes vulvares y clitoridianos para eliminar los fluidos corporales como terapia médica (obviamente el fin no era saciar el deseo sexual). Dejando de lado la medicina, los griegos consideraban la masturbación, no un pecado ni una práctica inmoral, pero si algo propio de mujeres, niñxs y en general población con escaso status y reputación social.

A lo largo de la Edad Media sin embargo, y aunque el adulterio o la sodomía eran agravios mayores, la masturbación pasó a ser pecado al oponerse a Dios y sus postulados.

El perjuicio mayor padecido por la masturbación llegó sin embargo junto a las creencias que la relacionaban con el deterioro físico y mental, con la salud del cuerpo humano. Esta nueva concepción sobre la masturbación vinculada a la enfermedad fue penetrando lentamente en la ciudadanía. La profesión médica caminó de la mano con la moral judeocristiana divulgando ideas como que la masturbación imposibilitaba las relaciones matrimoniales al causar eyaculación precoz, infertilidad o impotencia. Se habló igualmente del síndrome postmasturbatorio que afectaba al sistema nervioso de las mujeres pudiendo provocar convulsiones, melancolía e histeria[5].

Se utilizaron innumerables artilugios y sistemas para evitar la masturbación y sus consecuencias llegando incluso a métodos como la cauterización y ablación del clítoris en las niñas y mujeres. En la época en la que se creía que existía un único sexo esto hubiera sido inconcebible, no así cuando se confirma que son dos sexos distintos y que ni el clítoris ni el orgasmo femenino poseen funciones reproductoras ya que el placer femenino no era importante y se relacionaba más bien con “el pecado y la degeneración física y moral” (21, Burgos, G.). Estos inhumanos procedimientos coexistieron con la masturbación terapéutica a través de masajes manuales y vibradores como método para aliviar la histeria a lo largo de los siglos hasta incluso el siglo XX.

Más tarde con Freud y el psicoanálisis, la masturbación se transformaba en una práctica apropiada en la etapa del desarrollo sexual de lxs adolescentes. Se abandonó la idea de que las prácticas masturbatorias eran producto de enfermedades y pecados siempre y cuando no se llevasen a cabo en la edad adulta, ya que indicaba inmadurez, degeneración o alguna falla en el desarrollo sexual.

Ya en el siglo XX, gracias a profesionales como Alfred Kinsey en los años 40-50 o como el matrimonio Masters y Johnson en los 60, las creencias alrededor de la masturbación de antaño fueron relegadas por aquellas que defendían que la actividad no era nociva en absoluto y que incluso mejoraba las funciones sexuales. Pero aunque hacia los años 60 comenzaron a defenderse ideas más saludables y abiertas sobre esta práctica, en pleno 2014 el onanismo sigue siendo tabú en la mayoría de los contextos y sigue existiendo un enorme desconocimiento alrededor de la masturbación femenina.

Si bien la masturbación antaño considerada práctica prohibida, pecaminosa y pervertida con el paso del tiempo ha ido adquiriendo un carácter más permisivo y positivo, todavía se trata de una práctica tabú y de segundo orden. Existe aún cierta negativa a tratar la masturbación abiertamente, mucho desconocimiento y falsas creencias a su alrededor, además de estar revestida de una falsa tolerancia. Se sigue considerando una práctica secundaria, propio de quienes no tienen pareja o como manifestación de rechazo o insatisfacción dentro de la pareja. Además, como sucede con otros muchas áreas de la vida, las normas sociales en cuestiones relativas a la masturbación, y a la sexualidad en general, son bien distintas aún para hombres y mujeres, siendo ésta práctica mayormente censurada en las mujeres que en los hombres. El deseo y las necesidades sexuales de las mujeres no ha sido considerado en una tradición androcéntrica que concibe la sexualidad únicamente para la reproducción.

En mi trayectoria docente con jóvenes he podido comprobar como sólo en raras ocasiones las chicas reconocen que se masturban, no así los chicos, pudiendo sentirse estos incluso ovacionados por ello; a menudo preguntan[6] las formas en las que se masturba una chica o se escuchan aseveraciones como que masturbarse es de guarras. Los prejuicios alrededor de la sexualidad femenina y, más en concreto, sobre la masturbación femenina son colosales todavía, existiendo en el discurso común cierta tendencia a pensar que “las mujeres no necesitamos masturbarnos”, que “las mujeres somos más pasivas sexualmente que los hombres” o que “tenemos menos libido”. Otro mito extendido es el de la media naranja que comprende a las personas como seres incompletos que necesitan encontrar a su otra mitad para sentirse plenas formando la pareja ideal, tan extendido y aceptado en la sociedad occidental, influye decisivamente en la manera en la que leemos las relaciones emocionales y sexuales de pareja. Creernos que tenemos una única persona predestinada con la que nos compaginaremos a la perfección una vez nos encontremos, implica suponer la idealización de realizar cada una de las actividades juntxs y un acoplamiento perfecto también en las relaciones sexuales. De la misma forma, no se concibe el disfrute sexual sin esa persona que supuestamente forma una unidad con la otra, relegando la masturbación a aquellxs que no han descubierto aún su media naranja.

A esto hay que añadirle las marcadas diferencias de género. La socialización emocional y sexual de las niñas y mujeres ha venido tradicionalmente acompañado de mensajes erróneos, machistas y negativizadores que poco han ayudado al buen desarrollo de nuestro autoerotismo. Frente a estos mitos y falsas creencias, desde aquí nos decantamos por la idea de que cada unx de nosotrxs somos ya una persona completa, autónoma. Defendemos la imagen positiva de la masturbación que nos permita disfrutarla para aprovecharnos de sus beneficios.
“Es una práctica valiosa de la vida sexual de la persona, desde los más tempranos días de la vida, hasta los últimos, pudiéndose decir que no solamente no es inocua, sino que constituye una buena manera de descubrir el funcionamiento del cuerpo y sus respuestas ante determinadas estímulos, ayudando a elaborar un concepto positivo de la sexualidad”
Mercedes Oliveira

Es necesario abandonar los estereotipos que relacionan esta actividad con la perversión, con personas con incapacidades de relación social incluso con la deslealtad a la pareja, para desterrar las culpas y los miedos que la han rodeado. Porque la masturbación, vivida libre y satisfactoriamente, es una práctica válida y positiva que potencia el autoconocimiento. Favorece el conocimiento de nuestro propio cuerpo lo que beneficia igualmente a las relaciones sexuales. Investigar con tu cuerpo, conocerlo, experimentar sus deseo y ritmos permite disfrutarse, quererse y enriquecer la vida sexual de cada unx.
Desde Gogara compartimos esta definición sobre masturbación o autoerotismo que ofrecen desde la Fundación Sexpol[7]
“ Autoestimulación corporal o mental a través de cualquier sentido y/o la imaginación con la intención de provocar placer erótico”.
Esta otra, “Autoestimulación, es decir, la obtención del placer a través de las caricias o frotamiento de los genitales u otras partes del propio cuerpo” de Félix López y Antonio Fuertes (1989) define más claramente la idea que existe en el imaginario colectivo sobre la práctica masturbatoria aunque sólo contempla el sentido del tacto dejando de lado el resto de los sentidos que igualmente son susceptibles de desencadenar placeres.
Esto no deja de ser consecuencia de una restringida tradición cultural que no atiende a que finalmente es nuestra mente quien interpreta un tocamiento o estimulación corporal siendo la imaginación y las fantasías una herramienta eficaz y habitual; y que evidentemente por medio de cualquier sentido (gusto, oído, vista, olfato además del tacto) podemos estimular nuestra pasión. De la misma manera y aunque seguramente la tendencia mayoritaria de la práctica autoerótica sea mediante el tacto con los genitales, no podemos omitir el hecho de que cualquier zona corporal es apta para sentir.



TÉCNICAS DE MASTURBACIÓN FEMENINA

Existen tantas formas de masturbarse como personas, de manera que cualquier intento de enumerar las maneras o técnicas existentes en las que las mujeres podemos masturbarnos resultará un resumen impreciso frente a la compleja y rica realidad de esta práctica, como todo en la vida vaya.

Sea como fuere, me parece divertido e instructivo señalar aquí algunas técnicas masturbatorias más comunes así como algunas propuestas menos convencionales o sonadas[8].

La estimulación del Clítoris y la vagina acariciando o frotando el clítoris y alrededores es la forma más popular de autoerotismo femenino. (El 78% de las mujeres teniendo en cuenta las cifras del Informe Hite). Generalmente se lleva a cabo con las manos, o con los dedos pero también con vibradores. Eso si, existen infinidad de variantes en posturas, preponderancias, intensidades y objetos usados.

En este vídeo sobre masturbación femenina, realizado por tres alumnas de Grado de Enfermería de la Universidad Rey Juan Carlos. 2011, podemos visualizar algunas de estas modalidades:
. Estimulación clitoriana directa.
. Sobre los labios vaginales.
. Sobre la ropa.
. Con movimiento rotativo.
. Estimulación clitoriana con penetración vaginal intermitente.
. Estimulación con penetración vaginal continua.
. Estimulación con penetración vaginal al orgasmo.
. Estimulación palmar: talón en clítoris y dedos en vagina.
. Estimulación clitórico/vulvar tumbada sobre el vientre.
. Penetración vaginal acostada acostada sobre el vientre.
. Estimulación clitoriana empujando objeto suave. Se trata de frotarse con una almohada, cojín o bulto de ropa. Acostada y con el movimiento de tus caderas de forma que el objeto suave presione tu clítoris.
. En suspensión: empujando contra objeto. Por ejemplo el brazo de un sofá o cualquier otro mueble contra el que poder restregarse.
. Estimulación del punto G. La introducción de los dedos o de un dildo en la vagina puede ayudar a ubicarlo y estimularlo.
. Estimulación clitoriana con chorro de agua. Puedes seleccionar un chorro de la ducha y dirigirlo hacia tu clítoris dejando que caiga el agua incluso alternando con diferentes temperaturas.
. Estimulación anal. El ano es igualmente una zona muy sensible que puedes estimular usando los dedos o juguetes y con ayuda de lubricante para facilitar.
. Estimulación del clítoris, la vulva o cualquier otra part de tu cuerpo con una pluma, un pincel o con tejidos u objetos de distintas texturas.
. Puedes acercarte o sentarte sobre la lavadora y aprovechar el centrifugado para estimularte.


Instrucciones para masturbarse

“Comience por deshilachar los sentidos ácidos de su camiseta. Lama pausadamente cada rincón de sus decencias y absorba todas las fragancias hasta que el decoro se convierta en caramelo y la lluvia acompase sus latidos. Aderezca su piel con feromonas y transporte esa música a lo largo de su cuello, su torso y espalda. Nutra su mirada de espejos desenfocados; y cuando desde el campanario la acústica de su matriz implore a los feligreses atención, añada tres cucharadas soperas de libidinosa tempestad. Continúe palpando espontáneamente sus entrañas sin dejar de remover los vapores que exhale. Sobretodo, no respete los consejos y apague el telediario. Ríase del porno tradicional mientras canta una nana, un irrintzi, un gregoriano, o lo que usted prefiera. Recomendamos comerse la boina y quitarse el chocolate de las uñas, para disminuir la hiperventilación y no agitar a las vecinas que riegan sus atardeceres. Con sus manos amase el flujo sanguíneo, suba el volumen, arañe la almohada, nivele la presión del agua y espolvoree sus mamas. Maúlle, brinque, escriba un par de poemas e invente dragones sin espinas. No olvide rociarse con jengibre y contornear ilustraciones labiales hasta que su pelvis rezume una sonrisa ancha. Repítalo al menos una vez por semana, antes de que la sopa se enfríe y a los ladridos se los lleve la corriente”.

Itsasne Gaubeca


Bibliografía

. Los placeres de Lola, Raquel Traba, Aguilar, 2008.
. La masturbación femenina, Georgina Burgos, Vecchi ediciones, 2012,
. Tu sexo es tuyo, Sylvia de Béjar, 2004.
. El informe Hite, Shere Hite, 2002, Punto de lectura.
. Las mujeres como agentes revolucionarios del cambio. Shere Hite, 2001, Vindicación Feminista.
. Vídeo sobre masturbación femenina, realizado por tres alumnas de Grado de Enfermería de la Universidad Rey Juan Carlos. 2011.
. Artículos de la Fundación Sexpol. Ana Irene Sierra Sánchez e Isabel Vicario Molina.
. Tuguiasexual.com[1] Una parafilia (del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía: ‘amor’) es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña. (De Wikipedia)
[2] Sobra decir que cada mujer y cada persona deberá hacer lo que más le plazca siendo igualmente legítima la opción de no masturbarse si eso le hace sentir mejor.
[3] La masturbación, de ediciones Vecchi, S.A, 2012, Barcelona.
[4] A pesar de pertenecer a un mismo sexo a los hombres y las mujeres se les asignaban roles muy diferenciados.
[5] Dedicaremos otros capítulos al tema de la Histeria.
[6] Somos conscientes de estas dudas y cuestiones de la juventud porque a partir de juegos y propuestas lxs jóvenes han podido plasmarlas libre y anónimamente.
[7] Ana Irene Sierra Sánchez e Isabel Vicario Molina de la Fundación Sexpol.
[8] Información derivada de la bibliografía que señalo en el artículo así como de la experiencia vital y colectiva como mujer.


Texto extraído de: gogaratalleres.wordpress

1 comentario :

  1. Excelente artículo para entender como fue tratada la masturbación hace tanto tiempo y los tabús que aun hemos heredado, me ha encantado la frase "Ríase del porno tradicional mientras canta una nana" me he reído una barbaridad

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