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domingo, 31 de agosto de 2014

¡HETEROPATRIARCADO!, ¡VENIMOS LAS DE ABAJO!


La diversidad es de lo más natural; más natural que dictarnos cómo tenernos que comportarnos, ser y sentir, porque lo han estipulado así desde instituciones creadas por el hombre (sí, por el hombre).

Dicen que la historia del heteropatriarcado viene de muy atrás, a grandes rasgos desde la división sexual del trabajo que vino tras los primeros asentamientos humanos agrícolas en el Neolítico (aproximadamente hace 10000 años), tan atrás que lo tenemos ya instaurado en nuestro sistema subjetivo como algo objetivado, normal, naturalizado, que no puede ser de otra manera.

Sin embargo, si se abren los ojos, podemos observar que esa masa tan diversa que intentan convertir en uniforme, tiene muchos colores, más allá del conjunto binarista blanco/negro, que acaba traduciéndose en este aspecto de hombre/mujer, masculino/femenino. Nótese que el orden de los elementos en estas comparaciones no es aleatorio: lo blanco se considera superior a lo negro, como el hombre a la mujer, lo masculino a lo femenino.

¿Cómo es posible que existan personas que desencajen en la norma?

Pues la respuesta es muy fácil: la norma no existe de manera natural, en el sentido que es un constructo social. Lo que nos tendríamos que preguntar es cómo todavía nos creemos la norma cuando vemos tantas incoherencias comparándola con la realidad (esa real, la que pasa de verdad, la natural).


A dios no le gusta la diversidad: quiere que la especie humana siga viviendo por los siglos de los siglos (¡amén!), ¿pero cómo lo va a hacer si en el mundo sólo existe gente desviada, que fornica con personas de su mismo sexo, que no se reconoce con el sexo/género asignado, o hasta que ni tan siquiera quiere fornicar? (estos asexuales sí que son raritos…).

Aquí seguimos partiendo de la base biologicista, tal como en las oposiciones binarias. El argumento es que lo natural es lo biológico, entendido esto únicamente como la reproducción de la especie. Porque que yo no me identifique con ningún género o con el asignado, que es una construcción social impuesta, o que no me apetezca reproducirme, que ya bastante tengo conmigo misma, o que siga los dictámenes derivados del uso de mi capacidad de razonamiento y comprensión, eso no es biológico, aunque mi cerebro forme parte y sea el sustento de mi propia vida.
Al sistema capitalista, nacido hace apenas unos 4-5 siglos (un bebé comparado con el heteropatriarcado) tampoco le gusta la diversidad. También necesita que la especia humana siga viviendo por los siglos de los siglos, si no, ¿quién le sacará el negocio adelante? ¿La iglesia? ¡Si los curas se rigen por el celibato! Aunque en este caso, no es no-natural, ¿verdad?

Los movimientos sociales horizontales (excluyendo a los reformistas) y el anarcosindicalismo se centran en el capitalismo como el gran enemigo al que hay que derrocar: el capitalismo mata. Y bien cierto que es esto. La base de crecimiento de ese sistema es la explotación de unos seres que considera inferiores por parte de otros, que en teoría son superiores, para ellos mismos obtener beneficio, que son los que se quedan con la mayor porción de la tarta. La base como vemos, es considerar que hay personas superiores a otras: la de arriba/las de abajo, ¿les suena?
Como ven, se vuelve a partir de un par que se consideran opuestos. Lo difícil esta vez es que no se puede sustentar en una supuesta base biológica, así que nos inventamos otra serie de discursos legitimadores; en este caso encontramos el mérito y el logro: estamos donde estamos porque no queremos estar en otro sitio, las estructuras sociales no existen, y lo único que tienes que hacer para conseguir tu sueño es intentarlo con todas tus fuerzas, que tarde o temprano lo conseguirás, (y si no, siempre quedan otras vidas para ello).

Este discurso tan peligroso ignora el concepto de la estratificación social, con el que las personas se sitúan en distintos peldaños dentro de una escala según diversas variables que se entretejen entre ellos. Se habla de un continuum de prestigio y valor, cuando la realidad muestra que la movilidad social no es tan fácil, que las clases sociales sí existen, y el pertenecer a una u otra influirá en un alto grado en las oportunidades vitales. Y junto a las clases no podemos olvidar los otros parámetros que nos condicionan notablemente: género, etnia, edad, orientación e identidad sexual, etc.




Así, como seas mujer, negra, bisexual, transexual, y de la clase social baja, tienes muy poco que hacer. En cambio, el hombre, blanco, heterosexual, cisexual y de la clase social alta, en teoría tendrá las cosas mucho más fáciles, ya que se presupone que todo aquello que consigue es lo normal, no se cuestiona su integridad al hacerlo, y si sube en la escala social, no se pensará de él que se ha tirado al jefe.
El sistema capitalista se nutre en el sistema heteropatriarcal. Si este último es muy anterior en la escala temporal, y parte de distinciones claras superior/inferior (hombre/mujer, heterosexual/LGTBIA, blanco/negro,…), el capitalismo se sustenta en el estrato considerado inferior para que tradicionalmente ocupe la parte más baja.

No podemos negar que, quien desde un principio se ha considerado trabajador ha sido al hombre, bien macho, el sustentador y cabeza de familia. Las mujeres quedaron relegadas al papel invisible en el hogar, los negros a la esclavitud, y la diversidad afectivo-sexual es que ni existía, en el sentido de que no se reconocía.


Sobre esta escala de valores, de opresión y dominación hacia esos seres inferiores, se ha cimentado el capitalismo. Por tanto, por mucho que luchemos contra él, si no derribamos también el sistema de relaciones sobre el que se ha sustentado, no tendremos nada que hacer. De nada serviría crear un nuevo sistema económico-social si seguimos ignorando la gran esclavitud que sufrimos día tras día y que está completamente invisible a nuestros ojos: el sistema heteropatriarcal.

Por ello, el feminismo se erige como respuesta indispensable para una verdadera revolución social. Sin el feminismo, la revolución no será. Y aquí este concepto no es el que proviene de las instituciones, que se conforma con la igualdad entre mujeres y hombres: no queremos seguir formando parte de este sistema, no queremos estar en las mismas condiciones ni posiciones que el hombre “macho” exitoso desde el punto de vista de una sociedad capitalista y enferma, donde triunfa el que más consigue en aspectos sobre todo económicos, todo lo contrario. Queremos derribarlo, reconstruirlo y volverlo a construir sobre unas verdaderas bases de libertad.


El mo debería entenderse como toda aquella lucha que busca que la diversidad se exprese, tanto la que se refiere a las identidades y orientaciones sexuales, como aquella que busca que no exista nadie inferior ni superior a nadie en ninguno de los aspectos de nuestras vidas, en fin, que busca la abolición del sistema heteropatriarcal. Por ello, por feminismo también entiendo la lucha LGTBIA-queer, ya que es el mismo enemigo al que se señala.
Y aquí es donde tenemos que exigir desde todos los movimientos sociales horizontales y el anarcosindicalismo, que jamás nos olvidemos de esta otra lucha que tenemos que llevar conjunta a la obrera. ¿O acaso seguimos sin ver el paralelismo entre la esclavitud de la clase trabajadora y la opresión feminista y LGTBIA- queer? ¿Qué queremos? ¿Construir una revolución social sin cuestionarnos nuestra forma de relacionarnos entre nosotras mismas? ¿Queremos conseguir la autogestión y la anarquía, eliminando los sistemas de control del estado y de la iglesia, pero luego seguir siendo nosotras mismas quienes nos convirtamos en las sombras, las opresoras de todo aquello que es diverso? ¿Cómo podemos ni tan siquiera anhelar esa revolución si nosotras mismas, si nos consideramos heterosexuales, no nos empatizamos con el resto de oprimidas, si seguimos viendo esa rebelión como algo ajeno?

¿Acaso no ven que ese sistema heteropatriarcal también les oprime a ustedes? ¿O acaso siguen creyendo que son libres, que han nacido así, tal cual, bajo la gracia de dios? ¿No creen que sería todo mucho mejor si no nos adoctrinasen /adoctrinásemos a nuestras hijas a odiar, discriminar, señalar… todo lo que no cabe en las categorías sociales, si nos dejasen crecer según vayamos sintiendo? ¿Acaso seríamos tal cual somos si nos hubiesen educado bajo unos parámetros realmente liberadores, sin tener esa obligación de encajar en la norma para no ser la rarita del grupo?

Ya está bien. Dejemos de ser hipócritas, y de linchar al sistema capitalista, cuando nosotras mismas con nuestro comportamiento e ideas le estamos alimentando. Dejemos de olvidarnos que toda la sociedad se vería beneficiada por la lucha feminista y LGTBIA-queer antipatriarcal. Dejemos de verla como algo ajeno a nosotras. No puede haber revolución si no se mata a la principal cabeza del sistema: el heteropatriarcado.

Porque la rebelión será feminista o no será. Porque el monstruo tiene dos cabezas que hay que cortar: el heteropatriarcado y el capitalismo.

Por la revolución, por la anarquía, ¡viva la lucha feminista!
Escrito por Gisela
Texto extraído de: Proyecto ambulante.org

sábado, 23 de agosto de 2014

LAS "TÍAS BUENAS"...

Yo lo he intentado. Pero mucho. En serio...
He tratado de comer sano, de hacer deporte, de querer para toda la vida, de reproducirme, de aprender a cocinar, de hablar más bajo, de querer sexo sólo cuando hay alguien conocido en mi cama, de vestirme de colores suaves, de juntar las piernas, de gritar menos, de llorar más, de beber menos, de dormir más, de comer menos, de sonreír más... Pero no me ha salido.

Juro que he tratado con todas mis fuerzas de ser buena. Estar buena. Parecer buena. Pero no he podido.
Porque, a veces, las cosas que no deberían, me gustan, me apetecen, me las como, me las quedo, me las bebo, me las compro, me las guardo, me las follo...
Porque a veces, las cosas que me deberían gustar me deprimen, me aburren, me ponen triste, me dan asco.

Y he dedicado mucho tiempo, mucha energía, mucho dinero, mucha esperanza, a ser una mujer “como dios -o el patriarcado- manda”. Con curvas proporcionadas, compañías sexuales que se cuenten con los dedos de la mano, ropa de entretiempo, revistas de decoración, voz dulce, maquillaje discreto, regímenes saludables y aficiones que impliquen una aguja (no hipodérmica, claro).

Y ya me he cansado de que no me salga. No me sale parecerme a las de los anuncios de café instantáneo, a la que mis tías esperaban encontrar en las comidas familiares, a la que el tipo del banco quisiera dar una hipoteca, a la que la casera decente quisiera alquilar el piso, a la que los tíos encorbatados quieren llevar a cenar, a la que las dependientas quieren vender bragas blancas, a la que la policía quiere defender y no reprimir, la que cabe en las tallas que ponen en el escaparate.

Las malas, las inoportunas, las descaradas, las desubicadas, las desagradables, esas me salen mejor.
Y así, consigo menos cosas, pero son cosas que me gustan. Las que consiguen las tías buenas, con sus sonrisas oportunas, sus curvas adecuadas, sus posturas apropiadas... esas, me deprimen, me aburren, me ponen triste, me dan asco.

O envidia, vete tú a saber...

Me rozan los muslos


Al andar. Desde pequeña. En verano, a veces, tengo que echarme talco donde se juntan para que no me escueza. Y tengo el culo gordo. Y las piernas. Y durezas en los pies. Y pelos donde no debe ser.Y me están saliendo arrugas, canas, manchas. Que a veces se mezclan con los granos. Y suelo tener ojeras. Y no tengo los dientes blancos, ni están todos en fila, ni son exactos.

Por eso soy perfecta. La perfecta borrega asustada que se pasará la vida tratando de que le quede distancia entre las piernas, de que sólo algunas de sus curvas sean convexas, de que no haya en su cuerpo rastro de pelos, granos, manchas, pieles muertas... Que comprará cosas, revistas, cremas. Que se avergonzará de su cuerpo y querrá el de otras, y se culpará de no tenerlo. Que lo esconderá como pueda, por miedo a escuchar la mirada ajena. Que se sentirá vieja, fofa, fea. Que se creerá invisible, inquerible, infollable, despreciable...

O igual no soy tan perfecta. Igual soy una mujer grande, en una autoestima pequeña. Igual me pierdo todo lo que dicen estos ojos, porque los uso sólo para buscarme nuevos rincones fofos. Igual estoy desperdiciando el tiempo, empeñada en que no se me note por fuera. Igual me despierto un día de estos, y me rindo y pierdo la batalla imbécil de soñar con estar buena.

Y entonces, igual, empiezo a entender que para sentir fuego en el pecho no hace falta tener las tetas tiesas. Que para morder con placer no hace falta tener una boca tierna, que lo que importa es mover el culo al bailar, al correr, al pedalear, al follar, no las dimensiones que tenga. Que mi cuerpo es mi única arma para ser, no un solar en el que acumular mis mierdas. Que para disfrutar de que te acaricien el pelo, no hace falta currarse una preciosa melena.


Igual un día entiendo que no hay nada valioso en la belleza, que es sólo un invento de quienes no les conviene que me quiera. Porque dejaría de comprar, de esconderme, de juzgarme, de envidiar. Y entonces me sentiría libre y valiente y dueña de mis pies, de mi culo, de mis tetas, de mis pelos, de mis curvas, de mi coño, de mis piernas. Y usaría mi cuerpo para vivir, no para envolverlo en complejos y cremas. Y sería mucho más feliz. Y eso, en este mundo, no cuela.


Mi cuerpo, tu cuerpo, nuestros cuerpos..

Es tu única herramienta de comunicación con el mundo. Es la única vía que tienes para oler, saborear, escuchar, tocar, viajar, sentir dolor, placer, calor, miedo...
De hecho, lo único que tienes, en realidad, es tu cuerpo.


Tiene curvas, rectas, pelos, marcas, heridas, postillas, arrugas, granos, manchas. Como todos los cuerpos.

Abrazamos, deseamos, lamemos, mordemos, acariciamos, amamos, admiramos, envidiamos, echamos de menos otros cuerpos. Y esos cuerpos tienen -a veces- tripas redondas, pechos pequeños, muslos grandes, lorzas, arrugas, manchas, granos, pelos... Pero abrazamos, deseamos, lamemos, mordemos, acariciamos, amamos, admiramos, envidiamos, echamos de menos esos cuerpos.


¿Cómo podemos no amar el nuestro? ¿Cómo han podido convencernos de que no nos guste nuestro cuerpo?


Despreciar tu cuerpo es como avergonzarte de la tierra en la que has nacido, de la familia en la que te has criado, de tu gente, de lo que eres.
Si no te gusta tu cuerpo, no puedes gustarte, ni quererte, porque tu cuerpo es la forma en que te relacionas con el mundo.

Cuida tu cuerpo para vivir más, para sentirte mejor, para explotar de él todas las capacidades de disfrutar y experimentar que encierra. Pero no cuides tu cuerpo para responder a la idea que te han impuesto de lo que es un cuerpo que merece ser querido.
Tus curvas, tus rectas, tus arrugas, tus marcas, tus heridas, tus manchas, tus pelos, son lo que tu eres. Y si te pasas la vida huyendo de ellas, no vas a conseguir quererte nunca. 
Y entonces te convencerán de que necesitas dietas, cremas, depilaciones, operaciones, aparatos, maquillajes, fajas, rellenos, para que te quieran. Y así quererte un poco.Pero nadie puede relacionarse desde la libertad y la felicidad con el mundo, si no le gusta la herramienta que utiliza para hacerlo.

Coge ese cuerpo, desnudo en el espejo, y míralo como miras los cuerpos que quieres, que deseas, que abrazas, que admiras, que envidias. Olvídate de todos los mensajes que dicen cómo debería ser y aprende a moverte con él por el mundo, contenta y orgullosa.

Y no dejes que nadie, nunca, se meta con tu cuerpo.


Textos extraídos de: Faktorialila.com

viernes, 15 de agosto de 2014

POR UN ABORTO LIBRE, PÚBLICO Y GRATUITO.

MANIFIESTO DE CGT A FAVOR DEL ABORTO.
POR UN ABORTO LIBRE, PÚBLICO Y GRATUITO.
FUERA EL ABORTO DEL CÓDIGO PENAL

En este contexto de crisis del sistema, cada vez más retrógrado en el plano económico, laboral, social, político y jurídico, ante la estafa que vivimos, las mujeres sufrimos día a día las consecuencias del ataque brutal por parte del capitalismo financiero y patriarcal: brecha salarial, bajos salarios, contratos a tiempo parcial y precarios, recortes en dependencia y servicios sociales, mayor porcentaje de exclusión social y pobreza, economía sumergida, doble jornada laboral, violencia machista, reducción de servicios en la salud reproductiva, abortos blancos o involuntarios como consecuencia de la falta de salud laboral. Al sistema le da igual las personas enfermas ya que se encarga de no cuidarlas, mostrando su verdadero rostro de desprecio por la vida, esencialmente de las personas y colectivos más desfavorecidos.
Esta pérdida y retroceso en las conquistas laborales y sociales da pie a que tanto el gobierno como la Conferencia episcopal y la Iglesia católica intenten imponer con más fuerza SU modelo de mujer perfecta en SU modelo de familia perfecta: una mujer meramente reproductora, casada, heterosexual, sumisa y obediente a su marido y que no tiene capacidad para pensar por sí misma.

La Conferencia Episcopal perjudica gravemente la salud 
Por lo tanto, una vuelta atrás en todas las conquistas por las que tanto hemos luchado. Este modelo se materializa, hoy día, con el anteproyecto de reforma de la Ley del aborto que el gobierno nos quiere imponer a las mujeres, con amenazas, metiéndonos el miedo, criminalizando nuestra lucha por la emancipación, ejercitando el abuso de poder, el autoritarismo y la violencia de estado.
Desde CGT, luchamos por la despenalización del aborto y defendemos el derecho de las personas a decidir libremente sobre su sexualidad, sobre su modelo de familia y en general, sobre su vida. El derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y sobre su maternidad no debe recaer en nadie más que en ellas mismas. 

PORQUE MI CUERPO ES MÍO Y YO DECIDO. NO NOS CANSAREMOS DE REPETIR:

· Despenalización total del aborto en todo el Estado: sin plazos ni supuestos; para todas, menores, migrantes...;
· Libre capacidad de decisión de las mujeres en la gestión de su cuerpo: ni gabinetes psicológicos ni sobres informativos ni días de reflexión.
· Impulsar los recursos públicos y de calidad, en igualdad de condiciones en todas las Comunidades Autónomas.
· Creación de centros públicos de planificación familiar, con formación para jóvenes y anticoncepción gratuita.
· Inclusión en los currículos escolares de materias que traten la raíz de la violencia machista directa, la igualdad y de las relaciones afectivas y sexuales.

BASTA YA DE CRIMINALIZAR NUESTRAS PROTESTAS
PROTESTAMOS PORQUE TENEMOS DERECHO. NO SOMOS CRIMINALES
BASTA DE UTILIZAR LA MORAL Y LA RELIGIÓN PARA JUSTIFICAR EL DOMINIO PATRIARCAL


SÍ AL ABORTO. NO A LOS ABORTOS INVOLUNTARIOS POR CONDICIONES LABORALES PENOSAS Y TÓXICAS


RECHAZAMOS UNA DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO

DENUNCIAMOS LA HIPOCRESÍA DE QUIENES DEFIENDEN EL DERECHO A LA VIDA DEL “NO NACIDO” Y MIRAN PARA OTRO LADO PARA NO CUIDAR LA VIDA DE LAS PERSONAS NACIDAS

NO TENEMOS MIEDO. SEGUIREMOS EN LA LUCHA



Texto extraído de: Rojo y negro: Eje Violeta