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domingo, 29 de marzo de 2015

EL ANARQUISMO SIN EL FEMINISMO ES UNA ÉTICA FINITA. Vanina Escales

“Nada tiene tanto valor que no deba ser recomenzado, nada tanta riqueza que no deba ser enriquecido incesantemente”.


Raoul Vaneigem, Tratado del saber vivir


Resulta extraño comenzar escribiendo “la historia política de las mujeres”, ¿quiénes son las mujeres? Una minoría mayoritaria; un conjunto de existentes humanos atravesado por procesos sociales, económicos y culturales que han hecho de él un conjunto de sujetas; sujetas dedicadas a la reproducción de esa cultura que las somete y al trabajo reproductivo de más humanos; subjetividades sometidas.

Aunque el Síndrome de Estocolmo sea para muchas el aire que respiran, la correa atada al cuello que les puso el sistema patriarcal a veces ahorca y otras hiere: feminicidios, cirugías estéticas, horas moldeando el cuerpo en el gimnasio, educación de los gestos, etc. Dentro de esta vasta minoría una porción intentó con más o menos éxito desandar los caminos de la sujeción: las anarquistas. A ellas hay que sumar otros colectivos que aunque por caminos distintos también buscaron dar curso a existencias insumisas.

Estas mujeres de fines del XIX y comienzos del XX encontraron en el anarquismo una serie de consignas emancipatorias que harían propias: los argumentos de su liberación. Y fueron anarquistas a pesar de los anarquistas. ¿Revestían interés las mujeres para los compañeros? Mucho indica que muy poco o que, en todo caso, se trataba de un interés residual y secundario. Las mujeres debían primero comprender la causa para no funcionar como obstáculos en las luchas de sus parejas sentimentales. No debían alejar al obrero de su camino de reivindicaciones. Se creía que las mujeres cultivaban en el ámbito privado dos cosas: miedo a la huelga y religiosidad, ¿entendían los compañeros que ellos las habían encerrado allí? Seguramente unos pocos sí lo hicieron, pero el eslogan “ni dios, ni patrón, ni marido” identifica los agentes de sometimiento con claridad.


Las anarquistas no solo compartían con los compañeros las desventuras de la precarización del empleo, de las tiranías del patrón, de lo fortuito e inestable de su destino, sino que lograron, además, entender los dispositivos de dominación, de objetivación que las mantenían en relación de subordinación. La humillación de la servidumbre continuaba en el ámbito privado.

Una de las virtudes del anarquismo es haber planteado que lo privado es político. Los efectos de este descubrimiento fueron dispares. Es conocida la tensión que provocó La voz de la mujer * y su denuncia contra los compañeros que caminan para atrás cuando de la situación de las mujeres se trata: cangrejos cómodos conservadores que ante la posibilidad de ejercer dominio, ceden. Pero, ¿no eran anarquistas, acaso? Sin dudas identificaron lo que los sometía pero no vieron su rol en el sometimiento.

Vale la pena recordar la polémica de 1935 entre Solidaridad Obrera, el órgano de la CNT, y Mujeres Libres que leemos en el importante libro de Martha Ackelsberg, Mujeres Libres.

El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres. Mariano R. Vázquez, secretario de la central sindical, le daba la razón a Lucía Sánchez Saornil en que había hombres muy tiranos en sus casas pero que “si bien pudiera ser cierto que los hombres no tratan a las mujeres como iguales, es muy humano querer aferrarse a los privilegios. No se puede esperar que los hombres renuncien a sus privilegios voluntariamente, del mismo modo que no se espera que la burguesía ceda voluntariamente su poder al proletariado”. La respuesta de Lucía fue “Será ‘muy humano’ que el hombre desee conservar su hegemonía, pero no será anarquista”. Y aunque Lucía indica que la analogía es falsa ya que burgueses y hombres no comparten intereses, pero mujeres y hombres, sí; es posible pensar que Vázquez quiso decir lo que dijo y punto.


¿Cómo luchar contra regímenes autoritarios cuando se los desea? ¿Cómo luchar contra la heterosexualidad como régimen normativo cuando “es muy humano aferrarse a los privilegios”?

El fascismo microscópico puede alojarse en la pareja, en el amigo, en el compañero o en uno mismo. Hay que repetir como un mantra: “La lucha en el frente del deseo requiere una subversión de todos los poderes en todos los niveles”. ¿Cómo oxidar las políticas represivas si se es cómplice de los más rancios valores sociales? ¿Cómo corroer las prácticas del dominio si se cree, con el heterocapitalismo, que el otro es mercancía y propiedad privada? ¿Cómo formar organizaciones disruptivas si imitan el Estado en pequeña escala en lugar de ensayar prácticas de organización distintas? ¿Cómo descontaminarse de las subjetividades autoritarias?

Al mismo tiempo el individuo surge como problema (sin solución en lo que a esta persona se refiere): se piensa en términos de individualidades, en vidas de anarquistas, en héroes y heroínas, en nombres propios. Cada vez más se hace necesario volver a pensar las circunstancias en las que nuestra existencia se desarrolla. Cada vez más el individualismo parece invención y herencia del liberalismo aún vigente. Cada vez más se hace la separación del individuo del campo social, como si tal cosa fuera posible. Son las relaciones de producción capitalistas las que crean individuos aislados, sin grupo, como condición necesaria para su captura como trabajador o consumista. La determinación de “ser” es bastante indigesta, pero “ser con” y abismarse en los otros provoca revoluciones cotidianas.

Rodolfo González Pacheco escribió en la década de 1930 que “Los anarquistas no tenemos más que a los anarquistas”, una indicación del repliegue entre pares, una forma de cuidarnos mutuamente, de códigos compartidos, de cultivar una cultura propia, etc. Las anarquistas dijeron algo similar a los compañeros: cansadas de esperar su turno en la revolución dijeron “nos tenemos a nosotras”. Aún hoy es posible escuchar a nostálgicos libertarios misóginos subrayar que las anarquistas no eran feministas –para despreciar a las últimas y como si el feminismo fuera cosa de “mujeres”– desconociendo que actualmente es el movimiento feminista el que rompe más eficazmente el edificio de las jerarquías, promueve formas insumisas y disidentes de vida, alberga y cuida a todas aquellas vidas no asimiladas, además de generar debates y aportes teóricos para unas culturas de la liberación afines al anarquismo. El feminismo parece ser quien más lejos lleva la máxima bakuniana: destruye subjetividades sumisas para crear otras sobre esas ruinas. En este sentido, incluso la palabra mujer es de uso provisorio. No es extraño, entonces, que el anarquismo hoy sea el feminismo radical. Como tal es enemigo, además, del feminismo creador de víctimas y de todas las filosofías que refuerzan la idea de rebaño de ovejas. El anarquismo, es decir, el feminismo socava el suelo donde los poderes se erigen. El feminismo, es decir, el anarquismo, se propone extirpar los microfascismos instalados en el terreno del deseo, en el terreno de la reproducción social.


En este diccionario vamos a encontrar nombres propios que son ideas fuerza. Tendremos que cruzar las entradas y leerlas sabiendo que integraron organizaciones, que actuaron como manadas subversivas, que no estuvieron solas esperando la revolución.

Nos legaron estrategias de supervivencia, nos enseñaron que la libertad no se busca sino que se ejerce, nos dejaron un mapa que transitaron. Leemos este diccionario sabiendo que las vidas que acá se cuentan no fueron de heroínas porque ellas despreciaron las idolatrías, sino de luchadoras que construyeron con sus pares nuevas formas de hacer política basadas en la solidaridad, el affidamento y la determinación. Finalmente, el trabajo de Cristina Guzzo, lleno de amor y cuidado, contribuye a un capítulo importante de la historia del anarquismo y salda una deuda en la historiografía de las mujeres.


Artículo tomado del Libro Libertarias en América del sur De la A a la Z de Cristina Guzzo (Corresponde al prólogo del Libro)

* Periódico histórico del anarco-feminismo en la región argentina (Nota de N&A)

Texto extraído de:noticiasyanarquia

viernes, 27 de marzo de 2015

LA MUJER Y EL AMOR LIBRE, Evelio Boal



Artículo publicado en el Suplemento de La Protesta del 30 de enero de 1922, Buenos Aires, bajo el título “El amor libre”. 

Evelio Boal fue secretario del Comité Nacional de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de España hasta su asesinato a manos de pistoleros de la patronal catalana, en 1921.



Por lo general se tiene una idea muy errónea sobre este punto del ideal libertario que no estará de más esclarecer.

En la actualidad, el amor libre no puede o es muy difícil que desarrolle todas las condiciones en las cuales se desenvuelve la vida de la mujer. Exige, para llevar este acto a una feliz realización, que la emancipación económica de la mujer esté en las mismas condiciones que la del hombre y que ella no tenga, en general, que supeditarse a los caprichos de él.
Oímos decir con mucha frecuencia, cuando se trata de un capitalista que tiene muchas queridas, en tono humorista, que es partidario del amor libre. Nada tan absurdo como esta idea, pues ella encierra la prostitución y el adulterio, cosas ambas que en el amor libre no juegan ningún papel, puesto que no pueden existir, porque desde el momento que alguna de esas dos cosas ocurra, deja de ser amor libre.

La unión de dos seres ha de ser instintiva; ha de responder a un sentimiento de cariño, de amistad, engendrado por el trato o la simpatía; es compenetración, yuxtaposición de dos seres que se unen espontáneamente sin más pactos y vínculos que los que la ley natural impone, y esa misma ley natural puede acarrear la separación cuando por parte de uno de los dos individuos se siente la necesidad de cambiar de vida.

Actuando de esta forma no cabe el engaño de uno por parte del otro; el engaño puede efectuarse únicamente en el matrimonio civil o canónico, que impone un yugo y la necesidad de aguantarse mutuamente esas faltas que han tratado de ocultar cuidadosamente mientras han sido novios; cosas que nunca se hacen de buena fe, dando lugar a divergencias intestinas que casi siempre terminan en el adulterio.


Cuando se ha llegado a este extremo, el hombre -dicen los moralistas al uso- puede permitirse el recurso de obtener una mujer por dinero, en otra casa cualquiera, sin que la dignidad de la mujer propia sufra más deterioros que los materiales; pero para ella es diferente, pues está sometida a la voluntad del hom­bre porque él la mantiene, y por tanto tiene omnímodo derecho a negarle el disfrute de la vida.

Pero como la fuerza de la naturaleza tiene más consistencia y es más potente que la autoridad convencional del marido, ella se rebela y por todos los medios trata de proporcionarse los goces que el matrimonio efectuado le niega. Éste es el primer paso hacia el adulterio que puede terminar, en la mujer carente de recursos, bienes pecuniarios o inte­lectuales, en la prostitución. Como consecuencia, vemos frecuentemente en los diarios informativos columnas enteras dedicadas a la narración de hechos que titulan criminosos y que han dado en llamar pasionales y de honor, y que en mi concepto no son más que resultantes lógicas del ambiente pútrido e infecto de esta socie­dad que concede derechos a unos en menoscabo de los otros.

Pues si estos males están en el ánimo de todos, ¿por qué no poner remedio arrojando de sí todos los prejuicios y convencionalismos que a nada conducen sino a labrar la desgracia de la mayoría de los seres?.

¿Somos amantes y defensores de la unión libre? Pues para que ésta se verifique sin trabas debemos poner a la mujer en condiciones económicas iguales a las que el hombre disfruta y el amor libre se impondrá por sí solo, puesto que es una tontería sin nombre que un individuo, hombre o mujer, se condene a vivir eternamente disgustado o en perpetua discordia con el compañero que le haya tocado en suerte.


La unión de dos seres sin más pactos ni vínculos que los del amor significa la inutilidad de las instituciones civiles y religiosas y es un gran paso hacia la Anarquía.


Texto extraído de: totamor

domingo, 22 de marzo de 2015

CARIÑO, ¿TE AYUDO A PONER LA MESA?



Veníamos evolucionando tanto en conquistas morales y libertades: el divorcio, el aborto, los anticonceptivos, la igualdad de género, las libertades sexuales…que volamos entre las nubes sin haber erradicado aún el machismo en el pensamiento y en las conductas diarias en la normalización de género. Y no quiero hablar ahora de la contrarrevolución nacionalcatólica que el Gobierno está tratando de imponernos o consentir en su oposición al derecho al aborto, a la mayoría de edad sexual o a la discriminación sexual en los colegios católicos, difusores de ideología machista, antifeminista y homófoba por su propia naturaleza.

Cuántos políticos de izquierdas, cuántos militantes de izquierdas, cuántos electores de izquierda siguen siendo hoy, en su subconsciente reprimido, tan machistas como cuando nacieron. Muchos en los tiempos del nacionalcatolicismo. Y precisamente por ello.
Llama la atención, escandalosamente, cuando voy a casa de algún político o militante de ideas originales, socialistas, comunistas, maoístas, progresistas, intelectuales, guerrilleros…, ¿sólo se salvan los anarquistas?, cuando su machismo reprimido se desborda y se hace consciente en frases como: Cariño, ¿te ayudo a poner la mesa? Esta frase me pone los pelos de punta.


Porque, justamente, está acotando su espacio machista en su casa donde su mujer tiene asumido, en exclusiva, las tareas del hogar. Espacio en el que él pide permiso para entrar. Sabiendo que su mujer le va a decir que no. Pero qué bien ha quedado ante sus invitados ofreciéndose a “colaborar” para no hacer nada porque su “santa mujer”, que es feminista y de izquierdas, le ha respondido: No cariño, ya lo hago yo.

Aquella expresión es una muestra cínica del machismo paternalista. ¡Cómo que si la ayudas!, haciéndole un favor para quedar bien. Lo que tienes que hacer es compartir todas las tareas tradicionales y matriarcales con la mayor naturalidad y espontaneidad. Como lo hace ella, cuando no debería hacerlo. Y la mujer sigue en sus funciones hogareñas tradicionales y su marido, maoísta, en las suyas tradicionalistas, leyendo “El País” o leyendo a Mao, junto al vermut, de las 12 de la mañana del domingo. Mientras ella sigue enzarzada en las tareas del hogar.


En estos ambientes te pueden llamar misógino si te atreves a pintar la libertad vestida de mujer desnuda. Es la versión “puritana” que se tiene del feminismo. Tal vez del feminismo en versión católica o musulmana. Que representan a la libertad como una mujer cubierta con túnica o vestida de monja.

Como dice el Islam: Yahya me contó de Malik, de Muslim Ibn Abu Mariam, de Abu Salih, que Abu Huraira dijo: "Las mujeres que están desnudas aún cuando estén vestidas, se desvían y hacen que se desvíen otros, y no entrarán en el Jardín ni encontrarán su aroma, y su aroma se percibe desde una distancia tan lejana como la de un viaje de quinientos años” y añade el Corán:

"¡Oh, Profeta! Di a tus esposas y a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran todo el cuerpo con sus túnicas. Eso es mejor para que sean reconocidas y no sean molestadas.
Y Dios es perdonador, misericordiosísimo con los creyentes".
 [Corán 33:59]

O como proclamó cardenal Enrique Pla y Deniel, Arzobispo de Toledo, Primado de España en su pastoral:“La modestia femenina cristiana y los concursos de belleza”: "La belleza casta y serena infunde respeto y veneración. Con la belleza impúdica todos se atreven; es corruptora y corrompida. La custodia necesaria de la castidad, sobre todo en la mujer, son el pudor y la modestia; por ello, el enemigo de las almas nado intente con más empeño que hacer perder este pudor y esta modestia por medio de modas indecorosas y provocativas: un día será con ridículas faldas cortas contrarias a las líneas de la verdadera elegancia femenina; otro día será promoviendo gastos y posturas impropias y peligrosas en jóvenes que piensan contraer matrimonio; otro será con desmanes faltos de todo recato en los públicos baños de los sexos; otro suprimiendo totalmente las mangas, exhibiendo los brazos desnudos por las calles en tiempo de verano: Y con qué incauta e inconsciente docilidad acatan la tiranía de la moda, por inverecunda que ella sea, la mayoría de las mujeres: Deberían todas las que se llaman cristianas tener siempre presente lo que recientemente decía Su Santidad Pío XII a las jóvenes de Italia:

Lo que Dios os pide es que recordéis siempre que la moda no es ni puede ser la regla de vuestra conducta; que sobre los dictados de la moda y de sus exigencias tenéis otras leyes más altas e imperiosas, principios superiores o inmutables que en ningún caso pueden sacrificarse en aras del placer o del capricho... Si algunas cristianas sospechasen las caídas y las tentaciones que causan en otros con su ligereza, a la que den tan poca importancia, so espantarían de su responsabilidad”...

La segunda conducta que me resulta irritante es cuando te pones a hablar con estas parejas y resulta que el hombre asume, como un líder intelectualmente sobrado, el papel protagonista y su compañera o mujer casada, por muy catedrática que sea o profesional de cualquier profesión, asiente con la cabeza en todo lo que su líder y macho marido expone. Y ella nunca añade nada. Asiente.

En este tipo de relación de pareja de izquierdas, en la que ambos, encima, se imponen la insignia de feministas, resulta que la mujer no es otra cosa que la voz de su amo. El consuelo del guerrero. Su enfermera en sus males. Lo “otro”, cosificado. Es que, me pregunto,¿ ellas no tienen opinión propia? para exponer su propio punto de vista que no tiene que coincidir necesariamente con el marido o si existiera identidad al menos podría ser ella quien lo expusiera, corrigiera o matizara. ¿Por qué no?


Me parece que el feminismo como revolución moral, intelectual, cultural es una condición necesaria para consolidar y extender la libertad; pero creo que esta tarea tienen que asumirla, como lo vienen haciendo, pero en todos los ámbitos, incluido el familiar, las propias mujeres. Porque como el feminismo es libertad, de esa libertad depende la de lxs demás. Será la vía más profunda para seguir avanzando contra los enemigos de las libertades: el machismo terrorista religioso.

Javier Fisac Seco
Texto extraído de: portaloaca.com

viernes, 20 de marzo de 2015

FEMINISMO MASTICABLE

Crece la tendencia de las publicidades “feministas”. ¿La lucha pasó de las calles a los medios? ¿Avance o domesticación?

Imagen: Las mujeres en la publicidad (Caloric de 1963 y Like a Girl de 2014).

Los modestos avances en materia de derechos (modestos por sus alcances y por la “evolución” agónicamente lenta) se entremezclan con las marcas más crudas de la sociedad patriarcal como los femicidios y las violaciones, que no decrecen. Si no fuera trágico, se podría decir que es irónico.

En este contexto, los medios de comunicación se transformaron en el “campo de batalla” del feminismo del lobby parlamentario, el feminismo que se conforma con “algunos derechos para algunas mujeres, porque peor es nada”. Dicho así puede sonar demasiado duro y maximalista, pero al celebrar pequeñas concesiones se dejan de lado, simultáneamente, las demandas urgentes y profundas de la mayoría de la mitad del mundo. La sobrerrepresentación femenina en el empleo precario, en las tasas de pobreza; la diferencia entre la vida y la muerte que significa la penalización del aborto, por solo nombrar algunas.

El reducto de esta “batalla cultural” ha encontrado lugar en una tendencia publicitaria llamada “fempowerment” (en inglés, empoderamiento femenino). Empresas como Dove y Always eligen esta estrategia para vender sus productos porque los estereotipos ya no venden como antes.Y aunque perviven imágenes del ama de casa y la madre dedicada, las empresas deben dirigirse a una generación de mujeres que trabaja fuera del hogar, ocupa puestos importantes, lidera organizaciones, y –sobre todo– representa un importante sector del consumo.

Pero si muchas ideas feministas son visibles en los medios, ¿no quiere decir que se han superado prejuicios machistas e imágenes sexistas? En parte sí, pero es imposible escindir ese “logro” de las luchas que las mujeres dieron durante décadas, e ingenuo pensar que el capitalismo no se reapropia, a su manera, de parte de esas ideas.
Esa reapropiación no es inofensiva ni desinteresada. Se construye una imagen de mujer que difiere de la del ama de casa de los año ‘50 (presa del hogar y la familia), pero la mujer de las publicidades sigue siendo blanca, occidental, heterosexual, y por supuesto de clase media.

La diferencia se reduce a que el ama de casa vendía un horno que haría feliz al marido, y hoy la mujer moderna baila en un supermercado mientras compra el yogurt adecuado y canta “No me gusta cobrar menos” .

 Esa mujer moderna tampoco es cualquier mujer. Nada tiene que ver, por ejemplo, con las trabajadoras precarizadas que son, contradictoriamente, las principales destinatarias de productos para el hogar, pañales y alimentos. Las imágenes de su vida real siguen siendo invisibles.

Las niñas ya no juegan a la mamá; ahora corren y pegan “como chica” (Always),


sueñan con ser científica (Verizon), y ya no están condenadas a los juguetes rosas.



Esas niñas tampoco son cualquier niña. No son las niñas que en todo el mundo engrosan las filas de la pobreza, que verán frustrados sus sueños porque no llegarán a terminar el secundario, o las que pasan largas jornadas cuidando hermanos y hermanas y realizando el trabajo doméstico que sus madres no pueden hacer.

Las publicidades “feministas” dicen: Ser mujer no es malo ni inferior o ser mujer es muchas cosas. Y este puede ser un mensaje “valioso” para millones de televidentes, pero no combate ni la misoginia ni el machismo o es absolutamente insuficiente.
¿Qué tiene que ver un yogurt con dos siglos de luchas femeninas? Poco y nada. Pero esa “batalla cultural”, ese feminismo del “peor es nada” justamente se trata de transformar la lucha y la crítica en agenda “razonable” y aceptable para esta sociedad (la que antes combatía). Lo más lejos posible de cualquier rastro radical y revulsivo de esas luchas que conquistaron derechos elementales.

No es un resultado lógico ni un destino inevitable. Para el feminismo de la primera ola (principios del SXX) no existía división entre los derechos políticos y sociales de las mujeres. Eso llevó a las alas izquierdas del sufragismo a confluir con luchas de trabajadoras. Hay varios ejemplos: en Estados Unidos, las sufragistas sostuvieron con sus aportes la huelga de las obreras textiles de Nueva York en 1909; en Inglaterra, el ala radical del sufragismo rechazó los “derechos para servir” [en la Primera Guerra] y unió su lucha a las trabajadoras; en Argentina, sufragistas como Julieta Lanteri colaboraron estrechamente con las gráficas y lavanderas en la primera década de 1900.

Para el feminismo de la segunda ola (décadas de 1960 y 1970) la lucha contra el patriarcado se unía naturalmente al cuestionamiento del capitalismo, y esta no era una visión marginal. Sin embargo, una gran parte se reconvirtió al feminismo tecnócrata y “oenegizado”, al ritmo de la restauración conservadora y se acomodó en las oficinas y agencias gubernamentales.
Burócrata Feminista
A medida que esos sectores abandonaban la calle, y la perspectiva anticapitalista (acabar con el capitalismo para acabar con el patriarcado), las clases dominantes supieron echar mano de esas ideas, las domesticaron. Así se trocó la emancipación por la inclusión, la tolerancia por la libertad y la liberación femenina por el feminismo “masticable”.

La idea más peligrosa de este feminismo es aceptar el estado actual de las cosas, las concesiones mínimas y condicionadas, los derechos limitados para algunas mujeres, y creer que cediendo algo llegará el momento en que se nos reconozcan todos nuestros derechos. No es por ser aguafiestas, pero el patriarcado ha sobrevivido siglos, se ha adaptado a nuevas condiciones, y la sociedad capitalista solo ha colaborado en perpetuar su dominio. No va a empezar a hacernos favores en 2015.

La lucha por los derechos de las mujeres, el combate contra el machismo, la emancipación femenina, nada eso pasó de moda. Lo que es anacrónico es el feminismo que se conforma y se acomoda, el feminismo masticable.




Texto extraído de: laizquierdadiario.com

lunes, 16 de marzo de 2015

BEATRIZ GALINDO, "LA LATINA". PRIMERA MAESTRA EN ESPAÑA (1465-1534)


Escritora y humanista, Beatriz fue preceptora de la reina Isabel la Católica y sus hijos y una de las mujeres más cultas de su época. Se considera que pudiera ser la primera maestra de España por ser la primera que cobró honorarios a la hora de enseñar.

1465? - 1534.

Autodidacta y humanista, nació en una familia hidalga pero humilde económicamente y fue la elegida de entre sus hermanas para ser monja, ingresando como novicia en un convento de Salamanca.
Desde muy niña aprende la lengua de Lacio y demostró tanta facilidad en ello que apenas cumplidos los quince años leía, escribía y hablaba latín con tanta perfección que incluso desde la universidad y con tan solo quince años le encargaron varias traducciones de los textos clásicos al Castellano.

El cultivo del latín era tan escaso, incluso en los mismos ambientes de la universidad salmantina, que provoca la ironía y el escarnio del mismo Antonio Lebrija al ver la incultura que hay con respecto a la lengua de Lacio. He aquí el mérito de Beatriz Galindo.
Fue precisamente Lebrija quien la asesoró ya que vivía a escasos cien metros de su casa y fue tan impecable el trabajo de Beatriz que muy pronto y a pesar de la clausura impuesta su fama saltó los muros del convento hasta llegar, a través de Lucio Marineo Siculo, a oídos de la Reina Isabel. Por entonces, ya eran muchos los que la apodaban “La Latina”.

Isabel la Católica al verse nombrada reina después de ser la tercera en la sucesión- no olvidemos que Juana “La Beltraneja” y su hermano Alfonso la precedían- quiso aprender lo más rápidamente la lengua diplomática y fue entonces cuando ofreció a Beatriz el cargo de profesora en la corte.


Beatriz Galindo, figura entre el grupo de las llamadas “docta puellae”, o “mujeres sabias de la corte de Isabel la Católica”. Este grupo constituye un fenómeno tan brillante como breve, pues nacido bajo el impulso que el Humanismo y el Renacimiento dieron al estudio de la cultura y de las lenguas clásicas, y por la actitud favorable a la educación de las mujeres de la reina Isabel que disponía de una biblioteca de más de 250 volúmenes y comenzó a estudiar la lengua latina con 30 años, sería prematuramente agostado por las ideas impuestas por la Contrarreforma.
Pero además de ser su profesora de latín, la reina la mantuvo a su lado como camarera mayor o incluso como consejera, según sostienen Marineo Sículo y otros contemporáneos.
De cualquier modo, los conocimientos que Beatriz Galindo tenía de las cuestiones de estado no pueden ponerse en duda como refleja el hecho de que, ya muerta la reina, el rey Fernando se dirija a ella en una carta, cuya copia se conserva, para preguntarle dónde podía estar archivado cierto pleito entre un promotor fiscal y las villas de Lepe y Ayamonte.
De todos los autores clásicos que estudió Beatriz Galindo, Aristóteles fue el que más la sedujo y se sabe que escribió sobre este filósofo pero desgraciadamente no ha quedado ningún ejemplar de su obra. Escribió también versos en latín y había estudiado teología y medicina.
Su magisterio no sólo lo ejerció con la reina Isabel, sino con toda la familia real y de manera especial con las hijas de los Reyes Católicos Dª Isabel, Dª Juana, Dª María y Dª Catalina y así las reinas de Portugal, España e Inglaterra fueron mujeres instruidas.

Beatriz se casó en diciembre de 1491, con el capitán artillero y consejero de los Reyes Católicos Francisco Ramírez de Madrid. Fue una boda por conveniencia y por consejo de la misma Reina y para la que los Reyes Católicos le dieron una dote de 500.000 maravedíes. Enviudó en 1501, sin retirarse de la corte puesto que acompaño a la reina hasta el último día de su vida y formó parte del séquito que trasladaría su cadáver a Granada una vez fallecida.

A ella se le debe la fundación del hospital de la Latina y del convento de la Concepción Jerónima en Madrid al que legó su fantástica biblioteca. El barrio de La Latina de Madrid toma su nombre del apodo de Beatriz Galindo, pues fue el barrio madrileño donde vivió. También existen estatuas suyas en Salamanca, su ciudad natal y en Madrid.
En noviembre de 1535, moría Beatriz Galindo en el convento de la Concepción Francisca, donde residió casi los diez últimos años de su vida, vigilando la educación que recibían las jóvenes acogidas en su colegio.

Está enterrada, por su voluntad, en el coro bajo, y no en el suntuoso sepulcro del Convento de las Jerónimas, como se creyó durante siglos. Sí parece corresponder a Beatriz Galindo la efigie que corona el sepulcro.


Destacar la independencia de Beatriz Galindo, que fundó mayorazgos, administró su hacienda, fundó hospitales y conventos y tuvo conciencia de haber conseguido su patrimonio mediante su trabajo y su esfuerzo, concediendo la maxíma importancia al estudio y a la educación de las mujeres como forma de mejorar su situación.

Fuentes: Wikipedia; escritorasypensadoras.com; “Mujeres Pioneras” del Ayuntamiento de Albacete 

domingo, 15 de marzo de 2015

FONDO DE ARMARIO PARA UNA BIBLIOTECA FEMINISTA

Repasamos la historia del movimiento, de Wollstonecraft a Beatriz Preciado, porque como dijo alguien, “qué diferente hubiera sido la historia de las mujeres si no hubiese sido escrita por hombres"

Lo que diga Alison Bechdel

El movimiento feminista ha recorrido un largo camino. Desde la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, escrito en 1791 como respuesta a la Declaración de los Derechos de los Hombres y del Ciudadano que excluía a la mitad de la población hasta el nuevo feminismo combativo de Caitlin Moran o Pussy Riot, se ha analizado desde todos los ángulos el comportamiento de las mujeres contra los corsés de lo “correcto”, lo apropiado y lo imposible.

La historia de las mujeres es necesariamente radical, no sólo por su resistencia a la norma y su politización de lo doméstico y de lo íntimo sino porque es una historia alternativa a la historia: como dijo alguien, “qué diferente hubiera sido la historia de las mujeres si no hubiese sido escrita por hombres". Aquí recogemos algunos de los libros que podemos considerar imprescindibles para comprender la historia y evolución del feminismo, el momento en el que se encuentra ahora y su motivo de lucha actual.

Olympe de Gouges, el cómic

Los textos fundacionales


Hablando de hegemonía, fue durante la Revolución Francesa que se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, un título donde no cabe una arroba. Como respuesta, Olympe de Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), uno de los primeros documentos históricos que aboga por la emancipación de la mujer y pide la igualdad de derechos y mismo tratamiento legal y jurídico tanto para hombres como para mujeres.

Posiblemente le sirvió de inspiración a la famosa Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792) de Mary Wollstonecraft, para quien "el matrimonio no se considerará nunca sagrado hasta que las mujeres, educándose junto con los hombres, no estén preparadas para ser sus compañeras, en lugar de ser únicamente sus amantes".

Sobre legislación, Reforma o Revolución de la gran Rosa Luxemburgo sigue siendo un libro clave para entender que el feminismo es también una lucha de clases, y tampoco hay que olvidar la contribución de Clara Campoamor y F ederica Montseny al marco legislativo. Las dos escribieron regulación pionera en torno a los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al aborto. Y, con cierta inclinación por la ironía, podríamos incluir el Manual de socialismo y capitalismo para mujeres inteligentes de George Bernard Shaw para navegar las aguas políticas actuales que, como todo lo nuevo, tiene al menos una reencarnación anterior. Porque el sistema capitalista aplasta a la mujer y no se puede conseguir una sociedad igualitaria y feminista si dejamos que esta estructura social, económica y política rija nuestras vidas.

Un regalo más ligero para no iniciadas: Olympe de Gouges es una novela gráfica de Catel Muller y Jose-Louis Bocquet.


Gloria Steinem te lo dice bien clarito

Segunda ola: Lo personal es político


El segundo sexo (1949) se preguntaba por primera vez algo que en su momento parecía exótico pero tocó tecla con las señoras: ¿Qué significa exactamente ser mujer? Simone de Beauvoir reflexiona sobre las construcciones de género: somos mujeres ¿porque nacemos mujeres o por qué nos construyen mujeres? La francesa plantea que la mujer debe reconstruir su identidad propia, lejos de lo que quieren los demás que seamos.

Inspirada por este libro, Betty Friedan escribe La mística de la femineidad en 1963, un análisis sociológico del retrato mediático que hacen las revistas femeninas de la mujer ideal. Friedan descubre que, en la generación posterior a la victoria sufragista, las revistas dejan de celebrar a la mujer independiente con carrera y profesión para centrar la felicidad femenina en la consecución de otros valores: el marido rico, la figura esbelta, la ropa cara, la cocina moderna y dos niños perfectos. Como consecuencia, las mujeres pueden ir a la universidad pero lo hacen para encontrar marido. En este orden de cosas, sólo "las feas" consiguen acabar la carrera, embarcándose en una vida yerma y carente de afecto. Así nace la vampírica "mujer de carrera" que intenta robarle el marido a sus dulces congéneres.

La revolución de la Política sexual


Decían que la televisión acabaría con la cultura pero, como hoy ya sabemos, lo que trajo fue la guerra, dejando que libros radicales llegaran a las masas gracias a tres amazonas de carisma peculiar. En Política Sexual, Kate Millet argumenta que lo político afecta a lo personal y, por ende, a las relaciones sexuales. El libro ahonda en cómo las estructuras del sistema patriarcal afectan también a las estructuras existentes en cualquier relación, y encuentra sus ejemplos en el cánon literario: D.H. Lawrence, Henry Miller, Norman Mailer y -contra el canon- Jean Genet.

El famoso Intercourse (coito) de Andrea Dworkin declara que, en una sociedad en la que todo está estructurado para que las mujeres estén subordinadas a los hombres, el sexo es sólo otra pieza más para perpetuar esta subordinación. Este argumento, y su lucha particular contra la recién llegada industria pornográfica, fue reducido a una de sus frases más desafortunadas, "Toda penetración es violación”, dejando así en un segundo plano el verdadero debate. Que incluye, por cierto, el derecho al aborto, el acceso a los anticonceptivos y las expectativas de cuidados en torno a la maternidad, la vejez y la enfermedad, debate liderado por la vaca sagrada Gloria Steinem.

Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna cierra el círculo de Betty Friedan. Donde ésta señalaba la reacción mediática contra el movimiento sufragista, Faludi detecta el mismo proceso en los años 90, cuando los medios y el cine manufacturan un sinfin de estereotipos negativos contra "la mujer de carrera" (¿se acuerdan de Glenn Close en Atracción Fatal?). Años más tarde llega su heredera pop con Female Chauvinist Pigs: Women and the Rise of Raunch Culture de Ariel Levy, donde habla del síndrome de abeja reina, esas mujeres que todos conocemos cuya práctica habitual incluye reforzar las estructuras patriarcales para ser la única mujer poderosa en su entorno, poniéndole la zancadilla a todas las demás. En todas las empresas hay una, todo el mundo sabe quién es.

Hadalay, la bella sin alma (o qué)

Queer y Cyberfeminismo: la anatomía no es identidad


Desde que un psicólogo neozelandés llamado John William Money se inventara la palabra género en 1947, la parte más radical del movimiento ha trabajado para separar la identidad sexual de la anatomía. El movimiento Queer estalla en Francia y en Estados Unidos en los 90, en plena crisis del sida, y rechaza las categorías de control de lo privado como "homosexual", "gay" y "lesbiana" y la psiquiatrización de las preferencias identitarias, íntimas y sexuales para reclamar la identidad sexual independiente a la ley, la sociedad y la familia.

Entre las más interesantes están la fundadora Judith Butler y la propia Beatriz Preciado, sin duda uno de los cerebros más interesantes del ensayo en español, aunque ninguneada -precisamente- por la elección de sus temas. En Cuerpos Que Importan, Butler coge la Historia de la sexualidad de Foucault y se la lleva al feminismo, con resultados electrizantes. Y en su Manifiesto contra-sexual, Preciado teje un sólido manifiesto contra los prejuicios sexuales, enlazando la producción tecnológica y farmacológica con la imposición de identidades convenientes basadas en lo físico, lo social y lo tecnopolítico. Más ligero pero no menos interesante, hay que leerse los comics de Alison Bechdel, desde su obra maestra Fun Home, hasta la reedición de su famosa tira cómica, Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado.

Variante de la misma semilla y entretejido con esta, el movimiento Cyberfeminista explotó en los 90 con dos textos: Un manifiesto cyborg: ciencia, tecnología, y feminismo socialista a finales del siglo XX de la "feminista, más laxamente neomarxista y postmodernista" Donna Haraway y Ceros y Unos de Sadie Plant, un ensayo que sólo podía envejecer mal (como todos los hijos de su época, comoMatrix) pero que reclamó el lugar de las mujeres en el desarrollo científico y desenterró a la santa del movimiento: Ada Lovelace, hija del poeta Lord Byron, madre del lenguaje de programación.

Caitlin Moran: How to be a woman

Tercera Ola: Tetas y cerebro


Para empezar, un regalo para aquellos que declaran que el feminismo ya no tiene sentido porque las mujeres han conseguido el reconocimiento, la emancipación y el derecho al aborto que tanto ansiaban y sólo les queda ganarse todo lo demás.Manifesta: Young Women, Feminism and the Future , de Jennifer Baumgardner y Amy Richard explica por qué el feminismo no ha muerto, cómo se entiende en el siglo XXI y cuáles son sus luchas, que son muchas y variadas. En la misma línea, El Futuro del Feminismo de Sylvia Walby desmonta los argumentos por la defunción y/o irrelevancia del movimiento, recordando lo mucho que nos queda para alcanzar algo parecido a una igualdad de oportunidades.

Aclarado esto, vamos con las chicas. Aunque no lo parezcan, son herederas de Beauvoir y plantean nuevos modelos de ser mujer en un mundo falsamente lleno de posibilidades. No soy ese tipo de chica, de Lena Dunham y Cómo ser mujer,de Caitlin Moran no dan lecciones de cómo son o deben ser las mujeres. Se dedican a escribir lo que les atormenta, les apasiona, cuáles son sueños y qué obstáculos han encontrado en su camino para conseguirlos. Y asuntos de importancia severa: cómo nos relacionamos las mujeres con nuestro cuerpo. Y con la comida. Y con los hombres, las amigas y la familia.

Es el fenómeno “ Tits and wits” (tetas y cerebro): se puede ser mujer, apasionada de la moda, independiente, inteligente y emprendedora y también tener tetas. Funcionan por el mismo motivo por el que funcionó su antepasada francesa; porque refleja las dudas, los miedos y las posibilidades de su generación.

Quita de allá esas estrellas

¿Por qué nos enamoramos de gente que no nos merece? ¿Qué nos hace renunciar a cosas por amor? La socióloga Eva Illouz se ganó el cielo con Por qué duele el amor, donde analiza los atributos de valor que otorgamos a la adoración ajena y que desaparecen con la ruptura, con el consiguiente dolor espantoso en El consumo de la utopía romántica, se dedica a desmontar los mitos del amor romántico, incluyendo lugares comunes como el beso bajo la lluvia. En el mismo género, la Crítica del pensamiento amoroso, de Mari Luz Esteban, explica cómo nuestra forma de entender el amor afecta a los comportamientos y relaciones que tenemos con todo lo demás, ya sean relaciones de amor, de clase social o de etnia. Esto afecta a la construcción de identidades y, por tanto, de sujetos.

Finalmente, en La construcción socio-cultural del amor romántico, Coral Herrera disecciona las emociones, preguntándose si se tratan de un fenómeno biológico o una construcción social. Herrera hace una reflexión de cómo las emociones están predeterminadas por mitos, relatos y estereotipos que hemos ido interiorizando poco a poco hasta que los hemos asumido cómo algo innato.

Economías radikales


Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria de Silvia Federici (2004) es uno de los textos estrella de los últimos años. Profesora en la Hofstra University de Nueva York, Federici ofrece una revisión historica de Marx y del capitalismo desde una perspectiva feminista. Entre otras cosas, el libro enlaza la famosa caza de brujas con la usurpación de bienes a mujeres por parte de la Iglesia. No es casual que haya más brujas en aquellos lugares donde una mujer puede heredar legalmente bienes familiares- como Euskadi- y por tanto acumular tierras o casas sin necesidad de casarse. De aquí el mito de la bruja que vive sola en una casa en mitad del bosque.

Con idéntico espíritu -y no en vano en la misma editorial- Amaia Orozco propone una Subversión feminista de la economía, donde se establece el género como "una variable clave que atraviesa el sistema socioeconómico, es decir, no es un elemento adicional, sino que las relaciones de género y desigualdad son un un eje estructural del sistema, el capitalismo es un capitalismo heteropatriarcal." ¡No olvides leer nuestra entrevista!

Finalmente, un libro radical sobre una economía muy sumergida: en Dónde está mi tribu, Carolina León reflexiona sobre la maternidad y la crianza, con especial y doloroso énfasis en el asunto de la lactancia y la borrosa raya que separa la responsabilidad de una madre de la prisión.

Atención: las bellas ninfas de Waterhouse no son de fiar

Brujas: Manifiestos literarios


Si hay un precedente -y olvidamos la Antígona de Sófocles porque la escribe un señor- tendrá que ser Cristina de Pizán y La Ciudad de las Damas (1405). En el contexto de la "Querella de las Mujeres", un debate teológico sobre la supuesta inferioridad del sexo femenino, Pizán imagina una ciudad medieval diseñada y habitada por mujeres, arropada por el renacentismo y amurallada contra el patriarcado bruto, chovinista y apestoso de ahí fuera.

Seis siglos más tarde, en Una habitación propia (1929), Virginia Woolf interviene juiciosamente en lo doméstico para ofrecer "una opinión sobre un punto sin demasiada importancia: que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas". Y donde la mujer -aunque no sea escritora- pueda ser ella misma, con sus extrañezas y sin interrupciones.

Más impactante -aún hoy o, quizá, sobre todo hoy, es la relectura que hace Jean Rhys de Jane Eyre. En Ancho mar de los sargazos (1960) Rhys literalmente hackeaa la vaca sagrada de Charlotte Brontë, recreando la biografía de un personaje aparentemente secundario: la primera mujer del señor Rochester, que vive encerrada y oculta en el ático de su siniestra mansión victoriana. Reivindicación postcolonial donde las haya, manifiesto feminista atemporal, es imposible volver a leer a Brontë -o cualquier literatura decimonónica- de la misma manera. Eso sin mencionar lo maravillosamente escrito que está.

Claramente inspiradas en esta corta pero impactante novela, las académicas Sandra Gilbert y Susan Gubar publican La loca del desván: escritoras y la imaginación literaria del siglo XIX en 1979, cuya intención y contenido se explica por sí misma. Como complemento, dos estudios sobre el origen del mito de la "mujer fatal": Ídolos de perversidad: la imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo, de Bram Dijkstra y Las hijas de Lilith, de Erika Bornay.

En estos dos libros imprescindibles se explica cómo el movimiento de demonización literal de las mujeres corre paralelo al de su proceso de emancipación, desde su papel en la Revolución Francesa hasta su incorporación al mercado laboral. El arte y la literatura decadentista se llena de vampiras, gorgonas, serpientes y sirenas, que se anteponen a la dulce criatura doméstica con sus insaciables apetitos sexuales y sus rituales demoníacos. Para una lectura más moderna de rol de la mujer en el arte, la literatura y la política, recomendamos leer cualquier cosa de la brillante y viperina Camille Paglia, estrella de los 90, hoy injustamente olvidada pero más necesaria que nunca.

Texto extraído de: eldiario.es

sábado, 14 de marzo de 2015

LOS 15 RITUALES SEXUALES MÁS FASCINANTES ALREDEDOR DEL MUNDO

¿CREES HABER SUPERADO TODOS TUS PREJUICIOS SEXUALES?.

En esta sociedad capitalista, nuestros rituales de apareamiento están tan extendidos que tendemos a pensar que son la única gama de formas de relacionarnos sexualmente con lxs otrxs. En la época del Tinder, el poliamor y los encuentros de una sola noche, tenemos la sensación de habernos deshecho de todas las decoraciones y estar acabando uno por uno con nuestros prejuicios sexuales, pretendemos haber encontrado la salida del templo de la sociedad, cuando en realidad seguimos reproduciendo sus rituales, pero sin que sean siquiera más liberales e imaginativos de los que se han practicado en otros lugares y otros tiempos.

En un artículo, Kate Hakala nos revela 15 prácticas sexuales que definitivamente nos harán cuestionarnos la forma en que nos relacionamos sexualmente como seres humanos:

1. En la antigua cultura hawaiana todo el mundo tenía nombres públicos para sus genitales. La realeza y los plebeyos tenían distintos cantos sobre genitales que describían sus órganos literal y figurativamente.

2. En la tribu Sambia de Nueva Guinea, los hombres jóvenes son alejados de las mujeres por un periodo de tiempo en el que deben practicar sexo oral y tragarse el semen de los mejores guerreros, antes de poder acostarse con las mujeres.

3. En las islas Trobriand, de Papua Nueva Guinea, los niños inician su vida sexual entre los 6 y 12 años. Las mujeres son tan "promiscuas" (ejem, eje con la palabreja...), como los hombres y nada de esto implica algún estigma social.



4. Algunos piensan que en el antiguo Egipto, se creía que el crecimiento del río Nilo era causado por las eyaculaciones del dios creador Atum. Debido a esto, los faraones se masturbaban ritualmente eyaculando en el Nilo.



5. La homosexualidad era socialmente importante en la Antigua Grecia, pero solo si se practicaba entre hombres mayores y adolescentes. Era mal vista una relación entre dos hombres de la misma edad y clase social, pues el sexo era un acto de poder y ser pasivo era ser "feminizado" (glups).


6. Los Guajiros de Colombia realizan una danza ceremonial en la cual, si una joven tropieza con un muchacho, deben tener sexo.


7. La homosexualidad masculina y los matrimonios del mismo sexo fueron una practica común por siglos entre miembros de la tribu Siwa de Egipto. Los hombres que no tenían prácticas y actitudes homosexuales eran socialmente marginados.

8. Los habitantes de la pequeña isla de Inis Beag, cerca de la costa de Irlanda, son considerados una de las sociedades más reprimidas sexualmente que han existido. Los adultos deben vestir ropa interior todo el tiempo durante el coito y la gente considera el sexo malo para la salud.

9. La tribu Kreung en Cambodia construye chozas del amor para sus jóvenes cuando alcanzan la adolescencia. Diversos muchachos pasan la noche en las chozas con las jovenes hasta que finalmente encuentran con quien quedarse. El divorcio es ilegal, así que deben pensárselo bien antes de tomar una decisión.

10. En la aldea de Mehinaku en Brasil, los hombres compiten para tener sexo con una mujer dándole obsequios de pescado.

11. Mangaia, una diminuta isla en el Pacífico Sur, es hogar de uno de los primeros y más avanzados programas de educación sexual. A los 13 años los niños se acuestan con mujeres mayores, las cuales les enseñan cómo controlarse y durar más para complacer a una mujer.

12. En la Edad Media, la Iglesia dictaba que la posición de misionero era la única forma adecuada de tener sexo. Elcoito a tergo (hacerlo por atrás, como los animales) era considerada la posición más pecaminosa.

13. Los Aweikoma de Brasil hacen las cosas fáciles y comparten la misma palabra para comer y tener sexo, pues ambas palabras implican meter algo dentro de tu cuerpo. Esto revela además una visión femenina del acto sexual.

14. Algunas tribus en los Himalayas practican la poliandría, costumbre según la cual los hermanos comparten a una misma compañera sexual. Esto para que no haya una sobrepoblación de niños en la escasa tierra que comparten.

15. En las Islas Marquesas, era considerado completamente normal ver a tus progenitores tener sexo.

Texto extraído de: pijamasurf.com

viernes, 13 de marzo de 2015

¿LA PROSTITUCIÓN COMO ELECCIÓN?


Visto el interés en que la distinción entre la prostitución libre y la forzada es el argumento que debemos incorporar a nuestra aproximación a este fenómeno y que nos ha de llevar finalmente al deseo de despenalizar los burdeles, los chulos y los proxenetas, cabe señalar que esta distinción no es nada nuevo en el debate.

Ya en la Roma antigua existían tres tipos de prostitutas: la prostituta (que esta dispuesta) era la que entregaba su cuerpo a quien ella quería. La pala (sin elección) que aceptaba a cualquiera que pudiera pagar el precio demandado y la meretrix ( la que gana) era la que se ganaba la vida por si misma.

Ahora bien, si consideramos que una parte de la prostitución se articula en torno a la trata de personas, en su mayoría mujeres y niños, fenómeno que se mantiene vigente en nuestros días, hemos de ser cuidadosos al introducir en el debate la idea del ejercicio libre y voluntario de la prostitución por parte de las mujeres, puesto que dicha distinción puede eludir todo un entramado legal, económico y psicosocial que acompaña a la prostitución en la mayoría de las mujeres, niñ@s y hombres inmigrantes que la ejercen. Ignorar esta especificidad significa despreciar sus consecuencias y vulnerar los derechos de las personas a las que se quiere defender y apoyar.

Evidentemente, hay grandes intereses económicos en torno a la prostitución, tanto para los que mueven los hilos de la industria del sexo, como para algunos Gobiernos, que otean con satisfacción una fuente de ingresos a través del cobro de impuestos de un negocio legalizado; todos ellos comparten un mismo objetivo: la creación de un ideario colectivo en el que la prostitución se percibe como un hecho cada vez más normal, como una opción personal sin distinción de situaciones, llegando a establecer normas que la regulan y organizan al margen de ello.

Necesitada de fondos para hacer frente a la crisis económica, Holanda ha decidido apretar las tuercas en más de un sector de la Economía, entre ellos el denominado "Distrito Rojo" de Ámsterdam. La recaudación holandesa considera llegado el momento de "aumentar el cumplimiento" de los sectores que solían quedar fuera del control administrativo. Si bien pocas voces se alzaron contra la medida, se espera que la misma encuentre dificultades, ya que la prostitución es una actividad donde se paga casi siempre en efectivo, y en la que pocos piden factura.


En el año 2000, Holanda reconoció los derechos laborales de las prostitutas, declarando su estatus de “trabajadoras del sexo”. Ello supuso la posibilidad de que las prostitutas pudieran reclamar sus derechos laborales ante los Tribunales. Sin embargo, tal y como la propia Fundación Rode Draad- El hilo Rojo (vinculada al Sindicato FNV; sindicato mayoritario en Holanda) y defensora de la legalización y regulación de la prostitución, pone de manifiesto en sus informes, la reclamación de derechos apenas se ha ejercido a pesar de que la vulneración de dichos derechos se esté produciendo de forma generalizada y masiva.

La mayoría de los propietarios de prostíbulos hacen cualquier cosa para forzar a que las mujeres se constituyan como autónomas, burlando la Ley y por tanto los derechos laborales que les han sido reconocidos a las prostitutas como empleadas por cuenta ajena del sexo.

En cinco años sólo una mujer hizo uso del derecho a obtener prestaciones por desempleo; hay miedo a perder su anonimato, y a que todo el mundo sepa que son trabajadoras del sexo, pero sobre todo tienen miedo a no poder conseguir otro trabajo, sea dentro o fuera de la prostitución por el poder y control que ejercen los propietarios de los burdeles.

Las amenazas de los propietarios de cerrar sus negocios si tienen que dar a las prostitutas los mismos derechos que a los otros empleados evita las denuncias ante la Inspección de Trabajo, aún cuando los burdeles no reúnen las condiciones higiénicas adecuadas, cuando los propietarios las fuerzan a tomar grandes cantidades de champán con clientes o cuando tienen que pagar multas por no beber bastante. En cinco años no ha habido ni una sola reclamación por parte de las trabajadoras del sexo ante los Tribunales. Igualmente, la mayoría de las prostitutas no pueden rechazar a clientes o determinados servicios o prácticas, y si se niegan se exponen a la violencia del propietario del burdel.


En Australia, tras años de legalización la industria ilegal de la prostitución se ha multiplicado, la prostitución en las calles ha aumentado, no se ha eliminado el tráfico de mujeres, ya que éstas resultan más vulnerables y rentables que las prostitutas contratadas en los locales, y las prostitutas no han conseguido mayor seguridad ni en su integridad psíquica, ni física, ni en los riesgos frente a los graves problemas de salud que conlleva el ejercicio de la prostitución.

La competencia entre las prostitutas de un salón para que el cliente las elija, conlleva aceptar prácticas sexuales de todo tipo, sin condón e incluso de tipo violento si es el deseo del cliente y se necesita el dinero. El burdel The Daily Planet cotizó en bolsa desde el 2003 y la prensa australiana divulga como un éxito financiero que la industria sexual en Australia tiene unos ingresos aproximados de 1,2 billones de dólares al año.

Según el Instituto Europeo para la Prevención del Crimen, se estima que las cifras sobre prostitución en España son muy parecidas a las de Alemania, pese a que España cuenta con la mitad de habitantes que Alemania. Un 30% de españoles practican sexo con prostitutas, unos clientes casi invisibles a quien nadie acosa o incomoda.

Si las cifras que se manejan (sólo un 5% de las mujeres que ejercen la prostitución en España lo hacen de forma voluntaria), fueran datos contrastados y reales, no seré yo quien defienda la conveniencia de la regulación sin adoptar antes la ejecución de las medidas legales contra la trata, ni de entender esta actividad como un trabajo. Plantear esta realidad como una modalidad de contrato laboral seria de risa sino fuera por las historias personales de aquellas que no teniendo elección, se van quedando en el camino.

jueves, 5 de marzo de 2015

¿Y POR QUÉ NO UN DÍA DE LOS HOMBRES?



Por  MAR ESQUEMBRE 


Aproximarse la fecha del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, y que algunos ignorantes, en plan graciosillo, te suelten la preguntita de marras con la que titulo la columna de hoy es todo uno. Pero ya ni me asombra ni me cabrea. Más bien me cansa. Y, sinceramente, no estoy por la labor de explicarlo porque hay muchas fuentes de fácil acceso si se tiene interés. Y no lo tiene quien hace la preguntita con retintín. Así que lo que me pide el cuerpo es contestar con el mismo tonillo.

¿Acaso te has preguntado alguna vez la razón de que haya un Día Internacional del Trabajo y no un Día del Capital? ¿Por qué diantres hay un Día Internacional de las Personas con Discapacidad y no para las Personas (aparentemente) sin Discapacidad? ¿A qué viene que haya un Día Universal del Niño y no del Adulto? ¿Qué clase de extravagancia es que haya un Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y no lo haya para erradicar la Riqueza? ¿Y a cuento de qué un Día Internacional de la Paz y no de la Guerra o, por ser políticamente correcta, del Conflicto Armado? Hoy mismo es el Día para la Cero Discriminación a causa del SIDA ¿Y por qué no el Día para la Total Discriminación



Quienes frivolizan y cuestionan la existencia del Día Internacional de las Mujeres comprenden muy bien las razones de que no haya días dedicados a quienes ocupan posiciones de privilegio desde las que es posible ejercer explotación y dominación ni tampoco días dedicados a hechos repugnantes a los derechos humanos. Lo comprenden todo, excepto que esas mismas posiciones de privilegio las siguen ocupando los hombres respecto de las mujeres. Se empecinan en enarbolar el principio formal de igualdad y no discriminación por razón de sexo y se niegan a ver las desigualdades existentes en la realidad que son constatables y contrastables estadísticamente. Por eso no es extraño que sea esta misma gente la que pretenda desactivar los conceptos que desde el feminismo se han acuñado para superar estas desigualdades. Es la gente que afirma, por ejemplo, que la violencia de género no es sólo la que ejercen los hombres sobre las mujeres, sino también la ejercida por las mujeres sobre los hombres. Es la misma gente que critica la paridad pero reclama su aplicación cuando la mayor cuota de presencia en algún sector (que sea valorado socialmente, claro está) resulta ser femenina, pervirtiendo así el sentido de esta medida.

¿Todavía vas a preguntar la razón de que no exista un Día de los Hombres? Si es así, lo tuyo no es ignorancia. Se llama machismo.



Texto publicado en : Diario INFORMACIÓN

miércoles, 4 de marzo de 2015

SOY MUJER


Soy mujer
En un tiempo
en que el feminicidio
nos ha vuelto desechables.

Por supuesto,
dicen que estoy loca,
extremadamente loca.
Que soy rara, que me he vuelto extraña.
Que no tengo lugar en el mundo.



Entonces, no me queda de otra:
Tengo que darle nombre al racismo,
que señalar el desprecio,
que elegir sobre mi vida,
que armarme antipatriarcal,
que inventar la fe para dársela a mi hija,
que rebelarme contra el patrón,
que escribir por la libertad a las presas políticas.
que denunciar al imperio,
que amar mi cuerpo,
que apagar el televisor,
que mostrar mis bolsillos,
que actuar contra la misoginia,
que buscar justicia para las mías,
que demandar castigo a los asesinos.

Es por todo ello,
Que no tengo más remedio
que darles la mala noticia
a las buenas y tranquilas conciencias:
Estoy aquí.
Exigiendo a gritos,
la parte que me corresponde del mundo.
Y no voy a callarme la boca, ni a desaparecer.



Patricia Karina Vergara Sánchez (México DF, México, 1974)
en Las ideas feministas latinoamericanas, México: UACM, 2006


Poema vía Doña Ramona